El Virgen del Rocío reivindica su éxito contra el ictus con la trombectomía

El hospital alcanza los 4.000 procedimientos y se convierte en referencia en el tratamiento del ictus a nivel europeo

En 2024 fue el centro que realizó más trombectomías de España

Los retos del infarto cerebral en niños y ancianos

El equipo de profesionales detrás del hito de haber alcanzado las 4.000 trombectomías en el Hospital Virgen del Rocío. / H. U. V. R.

El Hospital Universitario Virgen del Rocío ha marcado un hito trascendental al alcanzar las 4.000 trombectomías realizadas, un logro que lo consolida como “uno de los centros de referencia en el tratamiento del ictus a nivel europeo”. Esta cifra, contabilizada desde enero de 2017, no solo refleja el volumen de procedimientos, sino también el gran impacto en la salud de miles de personas y sus familias.

El ictus es una enfermedad de gran incidencia. Nadie está libre de sufrirlo. En cualquier momento alguno de los vasos sanguíneos que llevan la sangre al cerebro puede romperse o quedar taponado sin previo aviso. El reloj empieza a contar y la velocidad de reacción resulta crucial tanto para evitar el fallecimiento de la persona como para reducir al mínimo sus secuelas.

En este objetivo, el Virgen del Rocío se convirtió en 2017 en uno de los centros de referencia para la realización de trombectomías al contar con una unidad propia para su tratamiento. Su objetivo es “extraer coágulos responsables de los ictus isquémicos”, explican los responsables detrás de este hito. Este procedimiento, que se introdujo en el hospital hace ocho años y se realiza por los neurorradiólogos intervencionistas con la participación de los neurólogos de la Unidad de Ictus, “ha demostrado ser crucial para reducir la discapacidad y salvar vidas”.

Descrito de forma sencilla, el procedimiento consiste literalmente en “sacar el trombo”, destaca el neurorradiólogo intervencionista del hospital, Alejandro González. Existen dos métodos principales: la aspiración, que utiliza un mecanismo similar a un “chupón”, y la trombectomía mecánica con stent, que abre el vaso y arrastra el coágulo”, concreta. “En el Virgen del Rocío hacen de entrada siempre la aspiración”, añade el jefe de sección de hospitalización y Unidad de Ictus del servicio de Neurología, Francisco Moniche.

EL personal sanitario, en quirófano, durante la atención a un ictus. / H. U. V. R.

El procedimiento suele realizarse pinchando la arteria femoral en la ingle, subiendo tubos hasta el vaso cerebral afectado y realizando la aspiración. “Aunque suena sencillo, implica mover catéteres a metro y medio o dos metros de distancia hasta el cerebro, lo cual es un mecanismo complejo”, apuntan.

La relevancia de esta técnica es innegable. “Puede aumentar en más del 60% la probabilidad de recuperación neurológica tras un ictus isquémico”, explica el doctor Moniche. Esto se traduce en una reducción de la mortalidad y la discapacidad asociadas a esta enfermedad. En definitiva, “cada trombectomía realizada supone una oportunidad para evitar secuelas graves y preservar años de vida con calidad en los pacientes”, remarca el doctor González.

Alcanzar las 4.000 trombectomías pone de manifiesto “la excelencia del equipo multidisciplinar” que interviene en este proceso en el hospital sevillano. Este equipo es un engranaje complejo y vital que incluye a neurorradiólogos, neurólogos, y profesionales de Urgencias y Emergencias extrahospitalarias, el servicio de Urgencias, Radiología diagnóstica y la Unidad de Cuidados Intensivos. La clave, destacan los profesionales implicados, es que funcione “con la rapidez y eficacia necesaria”.

“La experiencia acumulada ha permitido una mejora continua de los procesos. El hospital ha logrado optimizar los tiempos, alcanzando una media desde la punción hasta llegar a abrir la arteria obstruida por el trombo de 22 minutos”, explica Alejandro González. Además, el volumen de procedimientos en este centro es excepcionalmente alto. “Nosotros hicimos 500 el año pasado, frente a las 1.800 de toda Andalucía”, indican los especialistas. La cifra hace que el centro sea, con diferencia, el hospital con más trombectomías realizadas en toda España. “Hicimos más del doble del siguiente centro, el Vall d’Hebron, con unas 330, 340”, indican.

Este alto volumen se explica en parte porque el Virgen del Rocío es un nodo de referencia con un área de cobertura de dos millones y medio de habitantes, recibiendo pacientes de doce hospitales de dos provincias; pero, también, a la elevada incidencia de ictus en Andalucía, y en particular, en Sevilla y Huelva, con la tasa más alta de España. Los especialistas explican que esto puede estar relacionado “con factores históricos, sociales y de renta per cápita”. Con todo, que se realicen tantas trombectomías, lejos de ser alarmante, significa que “ahora se trata lo que antes no se trataba” y que “se salva mucha vida y mucha discapacidad”, apostillan.

Los profesionales coinciden en que el entendimiento y la coordinación entre especialidades como Neurología y Neurorradiología son fundamentales. Destacan la cultura del trabajo en equipo. “Todo el mundo tiene una parte y todos sienten que son parte de esto. La implicación llega al punto de que si no lo hacemos todos igual y corremos todos por igual, las cosas no salen. Aquí no importa quien tiene que empujar una camilla o mover a un enfermo aunque esa no sea inicialmente el papel que debe jugar un médico. Lo que importa es acelerar todos los pasos”, detalla el doctor Moniche.

La coordinación entre la sala de control y el quirófano. / H. U. V. R.

Y es que, reconocer los síntomas del ictus y actuar inmediatamente es vital. “Cuanto más rápidos seamos menores probabilidades de secuelas, discapacidad o muerte”. Los facultativos explican que los síntomas aparecen de forma brusca. “Lo habitual es que se pierda el habla de repente o se tenga un habla incoherente; no entender el lenguaje; tener la boca torcida; perder fuerza en un lado del cuerpo; inestabilidad de la marcha; o la pérdida de visión”.

Recomiendan estar atentos al acrónimo en inglés FASTFace (cara), Arm (brazo), Speech (habla) y Time (tiempo)– para detectar los síntomas. Asimismo, insisten en que llamar al 061 ante cualquier mínima sospecha “es vital” para que se active cuanto antes un protocolo de código ictus. “Cuando el 061 avisa al hospital de que trae un paciente con sospecha de ictus, el equipo ya está esperando en la puerta de urgencias, el TAC está preparado y esperando, y el paciente va directamente del triaje al TAC. Si se confirma la indicación de trombectomía, la sala ya está lista. Este circuito acorta enormemente los tiempos. En cambio, si un paciente llega por sus propios medios o llevado por familiares sin aviso previo, tiene que pasar por urgencias estándar, lo que retrasa la activación del protocolo y, por tanto, el inicio del tratamiento”, explican.

El límite para llegar con éxito a una trombectomía puede llegar a las “24 horas”, pero todo depende de la resistencia del cerebro de cada paciente. “Por eso, la rapidez es siempre la mejor opción”, enfatiza.

Tras la trombectomía, el paciente suele ser trasladado a la Unidad de Ictus. Allí permanece habitualmente al menos las primeras 24 horas para monitorización intensiva. Estas camas están equipadas para monitorizar al paciente desde el punto de vista cardíaco y neurológico. Un aspecto crucial es la enfermería especializada, acostumbrada a este tipo de pacientes, que monitoriza continuamente y avisa ante cualquier complicación. Posteriormente, si el paciente está estable, pasa a camas de hospitalización o es derivado a su hospital de origen.

Más allá de los datos y procedimientos, los profesionales destacan un aspecto fundamental de su trabajo: el “sueldo emocional”. “Cuando tú ves a un enfermo con un ictus muy malito y le abres el vaso obstruido y empiezas a ver cómo vuelve a recuperarse, la gente aquí se echa a llorar y a nosotros nos entran ganas de llorar con ellos”, apunta Alejandro González. Aunque no todos los casos tienen un resultado ideal (aproximadamente un 30-35% se quedan con discapacidad o fallecen, aunque es una mejora drástica respecto al pasado), lograr que “el 50 ó 60% de todos los que llegan salen sin ningún tipo de discapacidad es una gran satisfacción”.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último