La respuesta es hablar en el campo
Celta-Sevilla | La previa
El Sevilla debe zanjar ya su sequía triunfal a domicilio tras la dolorosa eliminación copera
El discurso de Machín vuelve a enfadar a la afición al hablar de una derrota "digna" en el Camp Nou
Quizá vaya en el aprendizaje de un neófito en un banquillo con el peso del Ramón Sánchez-Pizjuán. Quizá esté en su derecho de defender a sus jugadores y, de paso, sus decisiones en su afán de ser franco en las respuestas. Quizá, o no tan quizá, lleve razón en que el penalti sobre Messi, el que abrió la lata de la dolorosa derrota en el Camp Nou, sólo se pita en una dirección y en un 5% de los casos como mucho. Quizá esté cargado de argumentos internos que no puede exponer en público. Pero alguien debería decirle a Pablo Machín que si quiere contribuir a torcer esas estadísticas negativas en los grandes estadios que tanto le sorprendían el camino no es asumir la responsabilidad entre excusas y mucho menos hablar de dignidad ante derrotas tan indignas. Porque está en su labor también saber comunicar mejor y saber dirigirse menos lastimosamente a una afición dolida y avergonzada por su equipo.
Eso va en el sueldo del entrenador del Sevilla. Y si no sabe hacerlo, pues mejor que sea más parco en sus explicaciones ante la prensa, menos explícito, y hable en el campo como mejor respuesta. Es lo que debe hacer hoy el equipo de Pablo Machín, que ha vuelto a soliviantar a su afición con las explicaciones sobre la goleada en el Camp Nou:replicar sobre el césped, con ese fútbol que por momentos ha gustado tanto, sobre todo al calor de su gente. Porque aunque no ha perdido mucho fuera de casa, tampoco ha ganado apenas.
En la Liga, por ejemplo, ya bien pasado el ecuador del torneo, apenas salió triunfador el Sevilla tres veces. A saber, en Vallecas, ante un Rayo por hacer; en Valencia ante el Levante, el día que dio con la tecla del 3-5-2 con Ben Yedder en el once titular; y en Ipurua, tras sobrevivir al asedio del Eibar y matarlo a la contra en la segunda parte. Y de esta última victoria ya han pasado cuatro meses. Entre aquel 30 de septiembre y el malhadado 30 de enero del Camp Nou apenas ha ganado dos partidos, el de Akhisar, rodeado de demasiadas connotaciones negativas, y el de San Mamés en la Copa ante un Athletic que le dio prioridad a la Liga.
Hoy, en Balaídos el Sevilla está obligado a demostrar que es el cuarto clasificado. Incluso a darle parte de razón a su entrenador convirtiendo esa competitividad que siempre esgrime como defensa en un triunfo balsámico que zanje la sequía de victorias a domicilio y que pase página de verdad sobre la derrota de la Copa ante el Barcelona.
Y el partido llega en un contexto positivo para ello. No es un encuentro de alto voltaje, en uno de esos escenarios que amedrentan a los jugadores y a los entrenadores del Sevilla en su época más dorada no se sabe bien por qué. No es un partido de máxima rivalidad. Tampoco es un equipo en racha el que está enfrente. Todo lo contrario. Si Machín está presionado por ese 6-1 que hasta duele escribir y también por su fallido discurso de justificación, a su homólogo en el banquillo local le va la continuidad en la cita. Miguel Cardoso no tiene otra que ganar o irse despidiendo de Vigo. Y con esa presión debe saber jugar un Sevilla que reservó a Ben Yedder y a Franco Vázquez –¡hasta el minuto 77!– para algo.
El Celta echa mucho de menos a Iago Aspas, adalid sin igual de este equipo mal dirigido desde la elección del primer entrenador hasta la configuración de la plantilla. El Sevilla también tiene bajas, pero los artífices de esa pujanza ofensiva a la que Machín ha sabido darle rienda suelta, pero que él mismo ha menoscabado en las grandes citas, están en perfecto estado de revista. Los 46 goles que suman en total Ben Yedder (18), Sarabia (17) y Andre Silva (11), gracias a Machín también, estarán hoy sobre el césped. Ahí debe estar la respuesta del Sevilla y de Machín. Y no en la sala de prensa.
Cardoso se juega su continuidad
El Celta, antepenúltimo, es un equipo en crisis y todas las miradas están puestas en Miguel Cardoso, el relevo hasta ahora estéril de Antonio Mohamed. Tal es así que el técnico luso fue confirmado esta semana por Carlos Mourinho como antesala de lo que podría ser su destitución, si el Celta encadena una nueva derrota. El equipo vigués está en caída libre desde la lesión de Iago Aspas y afronta una cita clave.
El equipo de Cardoso ha entrado en puestos de descenso tras encadenar cinco derrotas seguidas, lo que sitúan al entrenador luso con un pie fuera de Balaídos.
El técnico celeste será cesado si su equipo no puntúa ante el necesitado Sevilla. Con el crédito agotado, con un solo punto de los últimos dieciocho, Cardoso se juega su última bala. En el club valoran su trabajo pero la realidad es que ha empeorado los números de su antecesor, el Turco Mohamed, que fue destituido el 12 de noviembre, tras perder ante el Real Madrid en Balaídos, con el Celta decimocuarto y 14 puntos en doce jornadas.
Desde entonces, ha sumado 7 puntos de los 27 posibles, gracias a dos victorias ya lejanas (2-0 al Huesca y 2-3 al Villarreal), y un empate en casa ante el Leganés. Lo demás han sido seis derrotas, cuatro fuera (Anoeta, Camp Nou, Vallecas y Zorrilla) y dos en casa (Athletic y Valencia).
La situación es alarmante, y, por si fuera poco, varios futbolistas han vivido “despistados”, según el presidente Carlos Mouriño, los últimas días del mercado de fichajes. Un cóctel explosivo para un club que ya sabe lo que es descender con una plantilla hecha para luchar por Europa.
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