Real Madrid-Sevilla | Crónica

Los mediocres caen como mediocres (2-0)

  • El Sevilla desarrolla un partido paupérrimo en el Santiago Bernabéu y pierde en la recta final fruto de su mal nivel actual

  • Los hombres de Machín se hundieron tras el descanso y no salieron de su propio campo

Paupérrima imagen del Sevilla en su visita al Santiago Bernabéu. Ése sería el perfecto resumen de la derrota, otra más, de los nervionenses en ese partido que ya deben contar como perdido desde que se sortea el calendario, pues cada vez que les toca cruzarse con el Real Madrid en el coliseo de la Castellana no pueden salir más arrugados. Cierto que el golazo de Casemiro no llegó hasta la recta final, ya casi en el minuto 80, pero qué más da, sólo era cuestión de tiempo, de que el dominio pudiera ser festejado por los anfitriones con el grito supremo del fútbol, la escuadra de Pablo Machín era una verdadera banda delante de Vaclik sin la más mínima capacidad para sobrepasar el centro del campo siquiera.

No pudo ser más decepcionante, por tanto, la imagen de este Sevilla que ha padecido una semana de enero de lo más horrible, con tres derrotas consecutivas, por mucho que la segunda de ellas fuera anecdótica, y que ofrece síntomas muy preocupantes para los suyos si se limita el análisis a estos últimos siete días, los que transcurren desde la comparecencia en San Mamés en la Liga y este 2-0 en la capital del reino de España. Sólo puede haber un atisbo para la esperanza en este sentido, que también el triunfo copero en San Mamés y el vibrante empate contra el Atlético de Madrid tuvieron lugar en 2019, pues de lo contrario sería para echarse a temblar por los negros nubarrones.

Pero no se trata de hacer un balance semana a semana y sí de intentar desglosar en las crónicas lo que sucede en cada litigio concreto. En esta ocasión conviene desmenuzar un 2-0 que supone para la escuadra de Machín la pérdida de la tercera plaza, tal vez lo de menos después de lo visto. Sobre todo, fue la más palpable demostración de que pueden llegar las vacas flacas que tanto temía su entrenador desde que los blancos comenzaran a competir tan prontito y que fue minimizado, hasta llevarlo casi a la chanza, por los más altos ejecutivos del club, desde el presidente hasta el director de Fútbol o como se le quiera llamar a la figura que encarna Joaquín Caparrós.

Los hombres vestidos de negro conformaron un equipo muy menor que posibilitaron el crecimiento de un Madrid que era un bizcochito

Y la primera conclusión posible es que el Sevilla fue una verdadera caricatura de equipo salvo un tramo del primer periodo ante un Real Madrid muy cogido con alfileres y que era un bizcochito apetecible para cualquier escuadra que tuviera un mínimo de fútbol, y orgullo, que oponerle. Desde la misma salida, desde el primer cuarto de hora, ya se vio a once futbolistas, los once de gala dicho sea con prontitud, sin el más mínimo espíritu exigible para hacerse fuertes en el Santiago Bernabéu. Quienes vestían de negro eran un equipo muy menor, encogido, incapaces de superar ese arranque tan brioso como previsible de los locales.

Las pérdidas fueron continuas, una detrás de otra, Banega se enredaba sin recibir apoyo jamás desde el sector derecho, donde Sarabia y Jesús Navas mezclaban la política del avestruz con el desacierto, porque o sencillamente parecía que era imposible encontrarlos para darles el balón o cuando les llegaba lo perdían con facilidad o con un voleón impropio de futbolistas que exigen muchos millones a la hora de firmar sus contratos. El Madrid, pues, sólo tenía que presionar a Franco Vázquez para meter al Sevilla cada vez más atrás. Las solución que intentó Vaclik fue sacar una y otra vez en largo, pero tampoco ésa era la vía, dado que Sergio Ramos, sobre todo, y Varane se tragaban por arriba a Andre Silva y Ben Yedder.

El punto de partida de los nervionenses no pudo ser más desalentador, estaba justo en las antípodas de lo preconizado por Machín en las vísperas, con esa idea de salir a plantear el pulso lo más arriba posible y hasta donde llegaran las fuerzas. Y peor que iba a ser después del intermedio tras ese periodo valle en el que Banega sí pudo conectar con Franco Vázquez y con Ben Yedder para que el Sevilla equilibrara primero la situación y después mandara en esos minutos del primer periodo.

Ahí sí tuvieron los discípulos de Machín la posibilidad incluso de ponerse por delante, cuando trazaron una jugada propia de lo que han venido haciendo hasta ahora para mostrarse como un equipo sólido y resultón. Banega arriesgó en la salida, la contra continuó a velocidad de vértigo y en superioridad Ben Yedder se la dio en el momento justo a Escudero para que éste se encargara de la ejecución suprema. Pero el vallisoletano desaprovechó con un mal disparo la oportunidad de poner a los suyos por delante.

El Sevilla se había repuesto, parecía, al arreón inicial y probablemente muy pocos creerían entonces que sería la primera y la última vez. Pero sí, con el transcurrir de los minutos se demostraría que todo había sido un espejismo, porque la puesta en escena tras el intermedio volvió a parecerse a la del primer acto con la diferencia de que ya se prolongaría en el tiempo hasta que Carriço perdió el último balón en una salida fácil y propició el dos a cero de Modric.

Tras el descanso, la incapacidad del Sevilla para salir de atrás fue alarmante y el Madrid lo metió atrás por inercia

La incapacidad para salir del área propia fue constante y el Sevilla cada vez se aculaba más para satisfacción de un Real Madrid que ni siquiera iba a ponerse nervioso conforme iban transcurriendo los minutos. No había manera de que Ben Yedder, Andre Silva y compañía no ya llegaran a asustar siquiera a un Courtois que acabó la primera mitad con molestias y que pudo hasta ausentarse durante la segunda, dando que nadie lo hubiera echado de menos.

La defensa se plantó en el área propia y las llegadas del Madrid fueron constantes, aunque sin ocasiones diáfanas salvo el trallazo de Dani Ceballos al larguero. Por el camino, Machín quitó a sus delanteros sin ningún resultado positivo. Hasta que Casemiro se inventó el golazo del 1-0 para castigar con dureza a la mediocridad de este Sevilla, un equipo de lo más vulgar mientras sus ejecutivos viven en una nube de regocijo...

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