Liga Santander

Un Sevilla de barba muy bien cerrada (0-3)

  • Iborra convierte los tres goles de la victoria más amplia en lo que va de Liga para la tropa de Sampaoli, que repitió en Vigo la consistencia de Lyon.

Tres goles de Vicente Iborra, uno de cabeza, otro con su pie derecho, el tercero desde el punto de penalti, sellaron la victoria más amplia del Sevilla en lo que va de Liga y le sirvieron de redención tras la desastrosa tarde en Granada. Los sevillistas siguen terceros en la Liga, llegan a los 30 puntos con cuatro partidos aún para que se cierre la primera vuelta y vivirán el sorteo de los octavos de Champions este lunes con una franca sonrisa después de tomar una plaza históricamente esquiva, como es Vigo.

La rotundidad del 0-3 no refleja el arduo trabajo que debió desarrollar la tropa de rojo para sofocar los arreones del Celta, cada vez más destemplados ante la permisividad de Undiano Mallenco, y amarrar una victoria de oro molido atendiendo a las expectativas de volver a la próxima Liga de Campeones.

Que nadie se engañe. Sampaoli, con el consejo de Lillo a su lado, sabe que cualquier equipo del fútbol profesional, y más en el alto estrato en el que viaja el suyo, debe forjar su competitividad desde la consistencia. Y en ello están. Otra vez, como en Lyon, el Sevilla salió airoso desde su reciedumbre atrás. Otra vez aguantó los embates de un equipo que, violentas maneras aparte, arriba tiene un copioso arsenal con Iago Aspas, Orellana, Guidetti. Otra vez Sergio Rico tabicó su portería, dio confianza a sus chicos de la retaguardia. Y otra vez, y van unas cuantas, la mirada aguda de Sampaoli corrigió el desperfecto, tapó la grieta. El Sevilla volvió a ganar en seguridad con su variante táctica, como hace unos días en la importantísima cita en Lyon.

Vio el de Casilda que N’Zonzi sufría muchísimo cuando el Sevilla perdía la pelota saliendo, una debilidad en la que este equipo reincide durante la campaña. En el repliegue, los pasillos se le abrían al Celta con Nasri y Franco Vázquez como impotentes testigos, alejados del desasistido pivote francés. Y Sampaoli volvió a mover ficha pronto, en el descanso. Su trueque no dejó indiferente. Durante ese intermedio, Nico Pareja se quejó de unas molestias en la rodilla y ese contratiempo le valió al argentino para tirar de ese técnico en mantenimiento que es Vicente Iborra.

El valenciano ha sido pivote defensivo, central, mediapunta y hasta delantero con la camiseta blanca. Esta vez se ubicó junto a N’Zonzi para obturar las transiciones célticas por dentro sin descuidar su capacidad de llegada, la que tan bien aprovechó con Unai Emery, alternando su demarcación con Banega. Y con la barba cerrada de Iborra, el Sevilla actuó con más cuajo. Todo se ordenó y los de atrás sufrieron menos. Y eso que, hasta el ingreso de Kolodziejczak por Franco Vázquez en el minuto 76, la zaga roja defendió con Mariano, Rami, Mercado –ya como central– y... Sarabia. Media hora volvió a actuar el madrileño en el lateral siniestro, ante Orellana o Wass, quien probó suerte por ese costado como ya hiciera, con éxito, en el Celta-Sevilla de la pasada Liga.

Ni con una defensa de cuatro, ni con una de cinco cuando Kolodziejczak ya saltó a la hierba, el Celta lo vio claro en situaciones estáticas. De hecho, el principal foco de peligro del Sevilla fue su propio empecinamiento en triangular y evitar el pelotazo en situaciones de riesgo, muy atrás y con los de celeste encimando. Así perdieron una pelota que Orellana no convirtió en el empate, en el minuto 72, porque desvió... Vicente Iborra. A esas arriesgadas entregas se redujeron los conatos de los olívicos cuando ya estaban volcados. Como los sevillistas ya se habían pertrechado atrás, las peligrosas pérdidas con el equipo saliendo y expuesto, tan inquietantes en la primera parte, desaparecieron.

Ese repliegue en el que tan bien se manejó el Sevilla lo facilitó Iborra con su cabezazo a la red en el minuto 51. Botó Sarabia un córner tenso desde la izquierda, con el efecto hacia fuera, y el portero Rubén Blanco midió mal en su salida.

Celta de Vigo-Sevilla FC Celta de Vigo-Sevilla FC

Celta de Vigo-Sevilla FC / EFE

Un vistoso borrón el del guardameta céltico después de haber evitado, con dos intervenciones, que el Sevilla lo pusiera todo de cara mucho antes. Porque los de Nervión cuajaron un primer cuarto de hora de partido como debió concebir Sampaoli en su estrategia previa. Posesión, negación de referencias con los intercambios de posiciones arriba, incluido Ben Yedder, muy dinámico y tratando de arrastrar a los centrales para cerrar pasillos.

En ese tiempo, Nasri dispuso de dos balones francos para ajustar su punto de mira en la corona del área y servir sendos pases de gol, uno al desmarque de Franco Vázquez (7’) y otro a Ben Yedder, éste más peligroso (17’). Abortó ambos remates el portero Rubén Blanco, rápido para salir a tapar ante el argentino y ágil y con reflejos para sacar la mano ante la picadita del francés.

Ahí dio un giro la partida. El Celta supo que bajo esa tónica, bajo esa iniciativa sevillista de fútbol combinativo bajo el sostén de N’Zonzi –fantástica arrancada del galo, cruzando líneas enemigas como acostumbra esta temporada, en la gestación de la ocasión de Ben Yedder–, tarde o temprano llegaría el gol de los rojos.

Salió de la cueva y apretó más arriba, se estiró con Pione Sisto por la izquierda y los demarques de Iago Aspas, un diablo con espacios. Pero Sergio Rico respondió a su colega Rubén Blanco con otras dos buenas paradas con 0-0, una a cabezazo de Aspas en la primera parte y otra en un ajustadísimo tiro de Wass, dos minutos después de la reanudación. Apenas cuatro antes de que Iborra lo encauzara todo con tres célticos enganchados a su chepa.

El resistente motor de Vitolo, que suele resultar letal en las fases finales de los partidos cuando los rivales se cansan, estuvo a punto de sentenciar en el 70 tras un buen pase del Mudo. Pero la tarde pertenecía a Iborra. En otra arrancada de Vitolo, irrumpió hacia el área, controló y no perdonó. Ya en el alargue, cuando Cabral derribó en el área a Correa, nadie estaba más legitimado que el valenciano para pedir la pelota, irse al punto de penalti y abrochar su memorable tarde. Él, Iborra. Con su barba cerrada. Como todo el Sevilla.

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