Opinión | Pisando área
Jesús Alba
Bienvenido a España, señor Almeyda
Opinión | Pisando área
USTED creía que esto es lo que se ve por televisión. Usted vino con un mensaje fresco y franco –ojo con dónde usa usted este adjetivo– y con él se ganó el respeto del sevillismo, pero empieza a comprobar que está solo en el campo de batalla y que las balas ya le silban junto al oído sin guarida donde esconderse y al frente de un ejército endeblucho y hambriento. Sus jefes no dan la cara, si escuchó como dice la Junta de Accionistas entera ya se pudo hacer una idea de lo que hay de puertas hacia dentro. Fuera, al Sevilla se le tiene menos respeto que a un gitano en una notaría, entre otras cosas porque nadie lo representa y usted se acabará quemando cuando vaya entendiéndo cómo son las cosas aquí.
Se ha metido en contramano ya con dos árbitros. Muchísimo en sólo 17 jornadas. No se lo recomiendo. Ha sabido lo que es el feminismo, que aquí nada tiene que ver con la igualdad, y seguramente le va a caer una sanción de la que se va a acordar toda su carrera en los banquillos, que le deseo sea larga y ojalá dure mucho en esta ciudad porque se lo merece. Pero cuidado con lo que dice. Aunque sea una postura muy íntegra y quede bonito decirlo, aquí el que dura es el que calla, no el que llama a las cosas por su nombre. Los comentaristas en la tele sobreviven así...
Créame, acabará diciendo que hay que poner toda la carne en el asador y cuando le pregunten por un posibe penalti aprenderá a entender que en realidad no lo vio porque en ese momento preciso estaba dándole un buche a la botella de agua o le había entrado un mensaje de Whatsapp. Y todavía no le ha tocado usted lo que no hay que tocarle a la prensa de Madrid. Una cosa parecida intentó Monchi después de un mangazo de los sonados en el Bernabéu y casi tiene que irse del país. Y Monchi era Monchi. Usted aún no es nadie.
Muñiz Ruiz no le llegó el sábado ni a la altura del tacón a García de Loza, Iturralde o Mateu Lahoz. Eso sí que eran mangazos. Usted está solo, señor Almeyda. Se empieza a dar cuenta de muchas cosas, pero aún le queda. Bienvenido a España.
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