Una desigualdad más que inquietante
El Sevilla, que en otro tiempo compitió de tú a tú con el gigante culé, recibe en el peor momento a un rival capaz de hacer sangre a una plantilla cada vez más desdibujada
Isaac Romero: "Han pasado cosas mucho peores que la foto de la bandera"

n otros tiempos, un Sevilla-Barcelona era un partido esperado por la afición, uno de los momentos cumbres en una temporada en el que medir fuerzas, sin nada que perder, con uno de los más grandes de España y Europa. Hoy, la visita del coloso azulgrana al Sánchez-Pizjuán levanta –y con razón– muchos temores, cierta inquietud ante lo que puede acabar siendo un repaso indecente y mucha vergüenza.
Ya la última comparencia culé en Nervión quedó marcada como uno de los momentos más tristes de la historia reciente, cuando con el conjunto de Quique Sánchez Flores ya salvado y sin nada en juego, la afición se manifestó de forma cruda contra los gestores. Fue el día de las camisas negras, como la que también elegía –dijo que casualmente– José Luis Oltra, segundo del madrileño en un cuerpo técnico que ya se sabía fuera del club. Ya presidía el palco Del Nido Carrasco, quien esta noche puede volver a soportar las iras de un sevillismo que ve a la entidad empobrecerse a todos los niveles cada día un poco más.
El final del mercado ha sido otro de los momentos críticos tras el que ya no se esconde ni ese entrenador que hasta el momento se había mostrado tan dócil y agradecido eternamente a sus jefes. García Pimienta por primera vez habló para que se le entendiese al ver que la matería prima cada vez escasea más en el cesto.
Los milagros no existen en el fútbol y muchos sevillistas –los que se sientan en el palco hasta deberían temblar– temen que la noche rompa en tragedia. Bastará que la voracidad de los chicos de Hansi Flick encuentre el mínimo resquicio para hacer sangre y el marcador vaya aumentando peligrosamente en las mismas narices de los sevillistas.
Los duelos que se atisban dan miedo... Yamal con Pedrosa, Raphinha con Juanlu o los Gavi, Pedri y Fermín ante Agoumé, Sow y Saúl
O puede que no. Porque esto es fútbol y nunca se sabe, pero la realidad es que es más sencillo ponerse en que al Sevilla, a los jugadores del Sevilla (o los que quedan de ellos) les va a costar esta noche una barbaridad mantener la tensión competitiva a poco que los del Barça se pongan en serio a lo suyo.
Dan miedo los duelos que se van a dar. Pedrosa tratando de frenar a Lamine Yamal, Raphinha haciendo diabluras por los terrenos de Juanlu y Badé con la ayuda de un Balde que está también desaforado en sus subidas por la banda izquierda... y qué decir de la velocidad a la que juegan y a la que piensan los Gavi, Pedri, Dani Olmo o Fermín delante del trío que elija García Pimienta. Agoumé, Saúl, Sow... el chaval Manu Bueno... Al sevillista la verdad es que se le pueden caer dos lagrimones pensando en la descompensación evidente de los duelos que se van a dar sobre un césped en el que han defendido el escudo del Sevilla futbolistas de un nivel que nada tiene que ver al que hay ahora.
Ahí en esa zona del campo el Barcelona es capaz de mover el balón a una velocidad con la que el Sevilla no tiene con qué competir si de verdad la animosa pandilla culé se gusta y encuentra los espacios. Y ahí, en la zona más débil de equipo de García Pimienta, puede hacer sangre el Barcelona.
Un entrenador hasta ahora dócil como García Pimienta por primera vez levantó la voz para avisar sobre la caída de nivel de la plantilla
Una mención especial merece el tema de las lesiones en el Sevilla. A broma de mal gusto sonó el jueves a las tantas de la noche el parte médico ofrecido por el departamento de comunicación señalando que el fichaje recién llegado para la delantera, Akor Adams, podrá estar dos meses de baja cuando sólo le ha dado tiempo de jugar once minutos en Getafe. Lo de Lokonga es una prueba más de que es un jugador de cristal. Del Arsenal, sí, pero de cristal. De ahí a que esté en el vestuario del Sánchez-Pizjuán y no en el Emirates Stadium.
Lo de García Pimienta es para una depresión, pero tiene lo que ha consentido. Desde el minuto uno se ha mostrado como un entrenador muy cómodo y ahora tiene lo que merece, aunque desgraciadamente lo sufra la afición del Sevilla. Con Carmona sancionado y Nianzou, Lokonga y Akor Adams en la enfermería, al barcelonés apenas le quedan dieciséis jugadores con los que mantenerse en pie ante la amenaza de un tsunami como el que se avecina, que en dos partidos le ha metido una docena de goles a un rival, el Valencia, al que el Sevilla no fue capaz de doblegar en Nervión.
No es por ser agoreros porque, como ha quedado dicho, esto es fútbol y siempre puede aparecer Lukébakio, pero advertir lo que pueda pasar es sólo ser previsor y anticiparse con las soluciones. En el Sevilla hace tiempo que éstas no se ven y, ay... qué lejos quedaron aquellos Sevilla-Barça en los que se le competía de tú a tú al gigante azulgrana...
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