Supercopa de Europa | La crónica

A un gran Sevilla le toca esta vez probar la hiel contra el Manchester City (1-1)

  • Los nervionenses estuvieron mucho tiempo por delante del gigante inglés gracias a un golazo de cabeza de En-Nesyri

  • El delantero marroquí no aprovechó dos clarísimas oportunidades para haber dado un paso más y todo se decidió en la tanda desde el punto de penalti

  • Así le hemos contado la final de la Supercopa de Europa

Los futbolistas del Sevilla se derrumban tras quedarse Bono a punto de detener el lanzamiento de Walker.

Los futbolistas del Sevilla se derrumban tras quedarse Bono a punto de detener el lanzamiento de Walker. / Juan Carlos Cárdenas | Efe

Al Sevilla le tocó probar la hiel otra vez en la Supercopa de Europa. Al contrario que lo sucedido dos meses y medio antes en Budapest, esta vez la tanda de penaltis se inclinó hacia el lado del Manchester City después de un partido muy competido y en el que los nervionenses estuvieron a la altura del gigante inglés. Bono rozó el último lanzamiento de Walker, pero no fue capaz de repelerlo mientras que el disparo posterior de Gudelj se iba con violencia al travesaño.

Las cosas del fútbol, una veces proporciona alegrías desbordantes y otra provoca una decepción difícil de digerir. Esta vez, en Atenas, tocó lo segundo, sobre todo porque el nivel de juego de la escuadra entrenada por José Luis Mendilibar estuvo a la altura del rival e incluso gozó de ocasiones clarísimas para haber puesto una distancia muy grande en el marcador en dos llegadas de En-Nesyri en las que tuvo el segundo gol en sus botas.

Corrían los minutos 50 y 64. En la primera de ellas hubiera sido el 0-2, pero el marroquí, que en la primera mitad había anotado un verdadero golazo en un maravilloso salto de cabeza, estrelló el remate con toda la ventaja del mundo en el cuerpo de Ederson. Fue un error que, inevitablemente, recordó a aquel falló en otra Supercopa de Europa contra el Bayern Múnich. La ejecución fue diferente, ésta era infinitamente más fácil tras el excelente pase de Ocampos por delante, pero el resultado fue el mismo. El Sevilla había dejado escapar la posibilidad de golpear duro al gigante y éste permanecía de pie cuando parecía ya noqueado.

En la acción del minuto 64 ya había igualado el Manchester City en uno de los escasos despistes atrás de la zaga que puso en el campo Mendilibar. Un centro pasado de Rodri y Acuña no defendió bien la llegada del joven Palmer para que éste igualara con un cabezazo bombeado. No se correspondían esas tablas con lo que se estaba viendo en el campo en ese momento, pero casi en la jugada posterior llegaría la segunda oportunidad clara de En-Nesyri. Otra vez en carrera, con la pelota por delante, pero la salida de Ederson le achicó demasiado la portería y su disparo se estrelló en el pie de apoyo del guardameta brasileño.

En-Nesyri

Ahí se esfumó un elevado porcentaje de opciones para el Sevilla de volver a ganar una Supercopa de Europa. Ya sólo restaba el camino de alcanzar los lanzamientos desde el punto de penalti. Bono estuvo muy seguro en todos los acercamientos del City, ninguno rotundamente claro, y condujo a los suyos hasta ese momento decisivo que tan bien se le había dado al Sevilla en todas las finales que había litigado. Así derrotó al Espanyol, el Benfica y recientemente a la Roma, pero alguna vez tenía que ser la primera.

Todos los lanzamientos habían acabado en gol hasta que en el décimo Gudelj le pegó con demasiada violencia y la pelota se le fue demasiado arriba. Larguero y amargura para todos los sevillistas por mucho que esta final fuera la consecuencia de la alegría de haber sido campeones de la Liga Europa hace tan poco tiempo.

En el desarrollo del juego, el Sevilla iba a tener una puesta en escena de lo más interesante en el Giorgios Karaiskakis de El Pireo. Nada de tenerle miedo al Manchester City y sí un planteamiento valiente, tratando de hostigar al gigante con las armas que están en poder de Mendilibar, que, lógicamente, no eran las mismas de las que disponía Guardiola. Lejos de acularse más de lo necesario delante de Bono, la idea era buscar las espaldas de la zaga inglesa con velocidad, con pocos toques.

Ideario muy claro

A los dos minutos ya había disparado Lamela a puerta tras un robo en la presión a un Akanji en la posición de medio centro y recibiendo de espaldas. Era evidente, pues, el ideario, el punto de partida, tratar de recuperar la pelota lo más arriba posible para hacerle daño a los celestes. Claro que eso también es complicado, porque Guardiola, en su búsqueda de la excelencia, prácticamente jugaba con un solo defensa, Aké concretamente, y ponía a todas las piezas por delante para gozar de ventaja en el centro del campo y en la delantera, para tener mil líneas de pase, en definitiva, y que éstas fueran imposibles de defender.

El técnico sevillista, mientras, había apostado por Joan Jordán como sustituto de Fernando para retocar al equipo lo menos posible. La otra incorporación respecto a la primera cita liguera contra el Valencia era la de Óliver Torres en el lugar de Suso para gozar de más dinamismo y también de más fuerza a la hora de presionar al City para tratar de incomodarlo. El esquema trocaba del 1-4-2-1, la mayoría de las veces, al 1-4-4-2, éste mayormente en las fases defensivas para cerrar el máximo de espacios.

Pero ahí, en esa fase de tanteo, llegó el primer susto para los sevillistas. Un centro lateral le llegó en solitario a Aké prácticamente en el área pequeña. Bono respondió al espectacular cabezazo con un paradón de los suyos (8'). El marroquí, tal vez en uno de sus últimos servicios a la causa sevillista, volvía a demostrar su impresionante nivel. Después, le haría una estética palomita a Grealish en un disparo de rosca del extremo inglés (17').

El Sevilla, sin embargo, a pesar de esos avisos del City, no se sentía a disgusto y ya había llegado alguna vez al área del actual campeón de la Liga de Campeones cuando una salida por debajo de Bono se convertía en una jugada en superioridad. Ocampos se la dio a Acuña y éste metió un centro perfecto para que En-Nesyri conectara un cabeza aún más brillante. El balón entró en la portería como un obús después de tocar antes en el poste por dentro.

Los campeones, que también lo son, de la Liga Europa se ponían por delante e incluso iban a ser capaces de llegar otra vez a la zona de gol en una jugada de Óliver Torres con un remate más intencionado que eficaz de Lamela (31'). Ahí bajó la intensidad de los hombres que vestían de rojo y ya el resto del primer periodo se iba a convertir en una defensa a ultranza para conservar la ventaja hasta el intermedio. Los apuros existieron, pero eran más por contumacia en los ataques que por otra cosa. El Sevilla sabía defenderse con orden en las basculaciones e impedía que Bono llegara a sufrir.

Lo más sorprendente fue el arranque de la segunda mitad. Durante un cuarto de hora los hombres que vestían de rojo llegaron con continuidad hasta la portería del City y tuvieron opciones clarísimas para dejar aquello casi sentenciado. Fueron varias, con las dos más claras anteriormente narradas de En-Nesyri, pero faltó el acierto y lo que sí llegó fue el gol de Palmer para conducir todo hasta los penaltis.

Ese momento, tan agradable tradicionalmente para todos los que profesan la fe balompédica radicada en el barrio sevillano de Nervión, esta vez se iba a convertir en un sinsabor de los gordos, pero ésa es la dictadura del deporte, gana uno y pierde otro. La cuestión es volver lo máximo posible a esta Supercopa de Europa, por lo que eso supone de celebrar un título con anterioridad. Y, como en esta tanda desde los 11 metros, alguna vez deberá cambiar la tendencia.

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