El claro penalti a Rubén Vargas: la lotería del VAR salió cruz esta vez para el Sevilla
Pizarro Gómez no estimó suficiente el flagrante derribo de El Hilali al suizo sin opción de jugar el balón pese a que la perspectiva de Sesma Espinosa le impidió ver bien la acción
El Sevilla se entrenará en el estadio ante su afición la víspera del derbi
La rigorista normativización a la que está sometido el fútbol actual respecto a los criterios arbitrales y las correcciones del VAR han convertido el arbitraje en una lotería. Si en este mismo medio denunciamos la arbitrariedad caprichosa en acciones en las que intervino en contra o a favor el VAR en penaltis precedentes fue precisamente por entender que todo depende del capricho en la aplicación de esa normativización constantemente revisada que minimiza el criterio natural del árbitro de campo. El penalti que sufrió Rubén Vargas, durante el aluvión de fútbol del Sevilla en la primera parte de Cornellá, es otro ejemplo.
La moneda salió cruz esta vez como salió cara el día del Sevilla-Osasuna con la acción de Moi Gómez sobre Juanlu. O también salió cruz en el penalti por manos de Cardoso en Anoeta o la patada a Giménez de Nianzou en el Metropolitano. En esas acciones aquí se discutió que el fútbol había perdido la naturalidad (penalti de Cardoso), que el frame de la imagen congelada podía ser muchas veces falaz (penalti de Cardoso) o que no había proporcionalidad entre acciones fortuitas y juego peligroso con el castigo (penalti de Moi Gómez). Ahora se discute aquí el nuevo criterio de que el VAR no entre para jugadas grises si el árbitro ya ha dictaminado sobre ellas en el césped.
Es lo que ocurrió en la acción de El Hilali sobre Rubén Vargas. El eslalon impresionante del suizo desde la banda izquierda y tras llegar a la línea de fondo culminó con un recorte hacia atrás en el área para evitar a Calado, el central que salía a tapar al sevillista. En ese momento, El Hilali, siguiéndole la estela y sin opción de llegar al balón, lo arrolla con tal habilidad que el debutante en la categoría Miguel Sesma Espinosa no vio penalti. Y eso que el empujón fue por detrás, en ningún caso hombro con hombro, y con todo el cuerpo: pierna, cadera y hombro izquierdo sobre la espalda y toda la articulación inferior derecha del suizo.
El Hilali derribó nítidamente a Rubén Vargas sin opción alguna de llegar al balón, pero tuvo la suerte de que su cuerpo ocultó el de Rubén Vargas. Sesma Espinosa estaba perfectamente situado, pero la acción viró hasta ofrecerle una perspectiva tal que el cuerpo de El Hilali hizo sombra en su foco de visión sobre el cuerpo de Rubén Vargas. Y Pizarro Gómez entendió que era una jugada interpretable y no debía avisar a su colega, que no había habido un error manifiesto de apreciación, entendiendo que no era una patada ni una zancadilla clara. Simplemente un empujón con todo el cuerpo de tal maera que arrolló al suizo.
Iturralde González, en una intervención en Radio Sevilla, fue ilustrativo sobre por qué Pizarro Gómez no avisó a Sesma Espinosa de la acción: "Este año los árbitros no están pitando esas cargas en el área, aunque en este caso no es una carga hombro con hombro. Y el VAR como ya se advirtió no iba a entrar en este tipo de jugadas. Ahí los árbitros están siendo consistentes (en no pitar los denominados penaltitos)". Pero, ¿seguro que no es penalti esa acción? "Desde esta temporada no se están pitando esas acciones, aunque si la acción la ve un árbitro debutante en Regional Preferente seguro que pita penalti".
Es decir, en el fútbol de toda la vida eso es penalti. Aquí y en Tombuctú. Pero, ay, la revisión que el Comité Técnico de Árbitros realizó antes de la Liga 2025-26, como viene haciendo cada verano, advirtió a los profesionales del fútbol que el VAR ya sólo iba a entrar en jugadas de blanco o negro y que los derribos en el área tenían que ser claros y no se iban a sancionar empujoncitos y otras acciones similares. Empujoncitos...
En definitiva, que el súper profesionalizado arbitraje va cambiando las reglas o su interpretación al pairo de las modas, en una continúa deriva lampedusiana de cambiar algo para que todo siga igual. Y mientras, los profesionales del fútbol tienen que aprenderse esas nuevas revisiones anuales de las reglas del juego so pena de caer en constantes frustraciones en cada partido; y los aficionados... pues tienen otro motivo de entretenimiento con este reciclaje continúo del reglamento en forma de polémica en sesión continua televisada. Como las novísimas versiones de los smartphones -malditas sean-, todo en pro del negocio-espectáculo. El VAR es como la Lotería de Navidad, todo un espectáculo. Sigan, que dirían Sesma Espinosa... y Pizarro Gómez.
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