La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
La previa
Con el meta Odysseas Vlachodimos inscrito a última hora del viernes, sin los lesionados Sow, Lukébakio y Akor Adams; tampoco sin Azpilicueta aún ni sin Pedrosa, que hace las maletas rumbo a Elche. El Sevilla viajó ayer a Gerona obligado a comenzar a calmar las muy turbulentas aguas en las que se mueve el club de Nervión, que ya vienen revueltas desde años atrás de continua desazón hasta dar con una una turbación impropia para un inicio de Liga. Pero en el Sevilla actual llueve sobre muy mojado y el sevillismo se echa a temblar viendo lo que tiene entre sus manos Almeyda y recordando los pésimos inicios de las tres temporadas precedentes, tan sufridas.
El Sevilla se ha ido desangrando en el último trienio, ya fuera con Monchi o Víctor Orta. Y Antonio Cordón trata de cerrar la hemorragia. El hincha sevillista sólo ve mohína y es muy difícil, cuando echa la vista atrás y se gira al oscuro horizonte, que mute de agorero a optimista. ¿Quién se va a resistir a hablar ya a voz en grito de segundazo viendo la trayectoria y el empeoramiento del equipo? Miren la alineación...
Contra esa desazón, contra esa incertidumbre ya convertida en un mal crónico de este Sevilla, luchará Matías Almeyda en su tercera puesta en escena como entrenador nervionense. El técnico argentino, haciendo de tripas corazón, sale a la palestra a mostrar su mejor cara ante una prensa que trata de arañarle información sobre qué ocurre con la planificación, con los puestos que faltan por reforzar o con las posibles salidas ora de Juanlu, ora de Rubén Vargas, ora de Lukébakio...
En cada comparecencia el nombre propio de una posible venta es distinto y sin embargo aquí siguen todos menos Badé e Idumbo, cuyo traspaso exprés -aún no oficializado- al menos permitió a Antonio Cordón sacarse uno de sus ases guardados en la manga no se sabe desde cuánto tiempo: Azpilicueta.
El aterrizaje del veterano defensa navarro, al menos, ha servido para insuflar algo de ánimo en el cariacontecido entrenador argentino, al que los periodistas ya le cuentan las arrugas de su ceño fruncido para intentar averiguar si esa ilusión que traslada es real o fingida.
Cordón cifró en el 1 de septiembre el momento de valorar la planificación. Pero antes de la llegada del lunes, y mientras trata de colocar a Pedrosa en Elche para hacer sitio a algún refuerzo más -ya inscritos tres de los cuatro fichajes-, el Sevilla debe espantar el fantasma de otra temporada borrascosa. Visita para ello al colista de la clasificación tras las dos primeras jornadas. El 1-3 frente al Rayo Vallecano y el 5-0 contra el Villarreal convirtieron, por el cúmulo de goles en contra, al equipo de Míchel en el farolillo rojo de la clasificación. Y hoy el Sevilla tratará de que en Montilivi no le cedan el nefando testigo.
Para evitarlo sólo tendría que empatar, aunque lo que de verdad aliviaría a Almeyda y a Cordón en su odisea sevillista es un triunfo que conjure el pavor que se ha instalado en un sevillismo cansado de recibir sustos. En Montilivi el técnico argentino podría intentar cimentar algo más su defensa haciendo debutar quizá a Vlachodimos y seguro ya a Suazo, inscrito junto a Alfon el jueves gracias a la generosidad de Marcao, que prorrogó un año más su contrato prorrateando su elevado sueldo. El mediapunta albaceteño también está llamado a debutar oficialmente, dadas las bajas en esa línea. Mientras que Isaac peleará contra su propio fantasma como delantero.
El veteranísimo Stuani será en teoría el referente del Girona de Míchel ante una zaga que echa de menos esa veteranía que debe aportar Azpilicueta. Pero es que mirando la medular el pavor crece... Cordón va contra el reloj ante tantas piezas que faltan. Y Almeyda debe tirar con lo que tiene.
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