López Simón, alternativa triunfal y sangrienta

El torero madrileño consigue el único trofeo y cae herido leve · Manzanares concreta una actuación meritoria · Morante de la Puebla cierra su feria en blanco, apuntando un precioso quite por chicuelinas

Momento del pitonazo que le propina el primer toro (bis) al toricantano Alberto López Simón, en el muslo derecho.
Luis Nieto

27 de abril 2012 - 01:00

GANADERÍA: Corrida de Núñez del Cuvillo, de desigual presentación y juego. El mejor para la muleta, el que abrió plaza. TOREROS: José Antonio 'Morante de la Puebla', de tabaco y oro. Pinchazo hondo (silencio). En el cuarto, media (pitos). En el sexto -que mató por López Simón-, pinchazo y estocada (silencio). José María Manzanares, de azul marino y oro. Un pinchazo y casi entera (silencio). En el quinto, pinchazo y estocada (saludos tras ovación). Alberto López Simón, de blanco y oro, que tomaba la alternativa. Casi entera; siendo herido (oreja). INCIDENCIAS: Real Maestranza. Jueves 26 de abril. Lleno. Nuboso. Viento. López Simón fue operado en la enfermería de una herida por asta de toro en cara anterior de muslo derecho tercio medio, que interesa musculatura de vasto interno, con una trayectoria ascendente de 7 cm. Se hace limpieza de tejidos, hemostasia y sutura, de pronóstico leve. Firmado: Octavio Mulet Zayas". Gran actuación de la cuadrilla de Manzanares; así, en el tercer toro, Barroso brilló en varas y Trujillo y Blázquez con las banderillas; y en el quinto, Chocolate, con un gran puyazo, y Curro Javier, con un par de poder a poder espectacular.

En una pobre programación por la que ha descendido ostensiblemente el número de abonados, el cartel de ayer era de los más atractivos. Manzanares aportaba la corona de rey de la Feria de Abril 2012 que ostenta desde el pasado viernes tras una actuación histórica. Cerraba su feria Morante, torero enigmático. Y se estrenaba y doctoraba el madrileño Alberto López Simón. A ello se unía la ganadería triunfadora de la pasada edición: Núñez del Cuvillo. Por tanto, el lleno estaba asegurado. Y, pese a que el cielo grisáceo no pintaba bien, los tendidos se abarrotaron y se masticaba la expectación en la Maestranza.

El comienzo fue agridulce. El madrileño Alberto López Simón triunfó en el día de su alternativa, pero cayó herido; aunque, afortunadamente, de carácter leve. El joven torero, vestido de blanco y oro, fue doctorado por Morante, quien le cedió los trastos para lidiar y estoquear al sobrero Juncoso, toro negro, número 154, de 530 kilos, que embistió muy bien, especialmente por el pitón derecho. El astado sustituyó a un titular de la misma ganadería, devuelto por inválido.

López Simón sorprendió con una faena con ligazón, temple y variedad. En los medios, con la diestra, dio un pase por la espalda al toro, que se arrancó como un obús desde tablas. Nuevo fallero, en la distancia media. Toreó de rodillas de manera asentada, hilvanando hasta cuatro pases y el de pecho. De pie, en el mismo platillo, se lució con una serie de suaves pases, abrochada con un pectoral. Saltó el público y se arrancó la música. Luego, un par de tandas con elegancia y temple. Y otra más, toreando muy despacio. Un pase del desprecio y unas manoletinas en las que estuvo a punto de ser cogido fueron el epílogo de una importante faena para quien se estrenaba como matador. Se perfiló. Alguien le advirtió desde el callejón; y el torero contestó: -"Calla, calla, que a este le mato". Se dejó ver mucho y el toro le propinó un pitonazo en la pierna derecha. A cambio de la cornada, una estocada casi entera. Flamearon los pañuelos y le concedieron una más que merecida oreja. Fue operado en la enfermería de la plaza.

El festejo quedó en un mano a mano entre Morante y Manzanares. Morante no llegó a confiarse en sus dos primeros toros. Ante el segundo, hizo un quite al riesgo oportunísimo a su banderillero Rafael Cuesta, que cayó en la arena cuando bregaba. El de La Puebla intentó hacerse con un animal que, cuando le bajaba la mano, se caía. No hubo nada. Como tampoco ante el sexto, sin clase y parado, al que no quiso ver. En el sexto, un animal manejable, pero que no humillaba, Morante se lució en tres chicuelinas y una media que hicieron estallar la plaza en una ovación estruendosa. Tras ese quite del perdón, el sevillano quiso congraciarse también con la parroquia, en la muleta, con un comienzo con ayudados por alto, pero el toro, con movilidad, no humillaba y el trasteo estuvo salpicado de enganchones.

Manzanares, por su parte, defendió su corona con inteligencia y entrega. Ante el tercero, manso, manejable y a menos, que contó con un buen pitón derecho, el alicantino consiguió trazar dos tandas con la diestra, con muletazos con mucho sabor y de trazo largo. Pero cuando cogió la izquierda, el toro ya estaba aplomado.

Recibió al quinto, que echaba las manos por delante, con una variedad capotera en la que fue muy ovacionado por un quite por chicuelinas, en el que estuvo a punto de ser cogido. Con la franela, en las afueras, muy molestado por el viento y con un toro que no descolgaba, realizó una faena meritoria, con un par de series destacables con la diestra y dos naturales de ensueño. Bellas pinceladas, como un cambio de mano o un kikirikí, fueron muy ovacionadas. El público estaba con Manzanares, pero no hubo trofeo. El alicantino dio un pinchazo previo a una estocada definitiva. De nuevo, espléndida la actuación de su cuadrilla.

El espectáculo, que comenzó con una ovación a Manzanares, por la aludida actuación histórica, y una buena faena del toricantano López Simón, tuvo interesantes momentos, aunque no alcanzó las expectativas que había levantado.

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