Manuel Escribano corona su gesto en Alicante con el indulto de 'Bohemio'

Manuel Escribano coronó su gesta de encerrarse con seis toros de Victorino en Alicante con el indulto del toro Bohemio. La corrida, intensa y variada, obligó al espada de Gerena a estar siempre con los cinco sentidos puestos en cada toro. Escribano al final cortó un total de cinco orejas.

Hace nueve años, entrando a matar a un toro de Adolfo Martín, Manuel Escribano sufrió una gravísima cornada en Alicante. Aquel toro le partió la femoral, pero nunca la voluntad de un torero de acero que resurgió con Miura y escribió páginas de oro con el encaste Albaserrada. En su mapa vital la vieja Lucentum, siempre mediterránea, necesitaba de otro reto por cumplir bajo su luz, cerrar otro círculo más. Lidiar y triunfar en solitario con seis toros de Victorino Martín. Por aquella cornada y por la historia de Cobradiezmos.

A las 19.03, vestido con un novísimo verde hoja y oro, se hizo presentar a Manuel Escribano en el ruedo. Tras romper el paseíllo, una cariñosa ovación. Portero-95 es el primero. Largo y fino. De seria expresión. Traía ganas de embestir de sobra. Gazapón, pero con fijeza en un primer tercio con dos puyazos medidos. En banderillas destaca el templo. El brindis primero va para el equipo médico, que hace nueve años le atendió de aquel cornadón.

Todas las virtudes y aptitudes del Portero que abrió plaza se resolvieron cuando empezó a embestir largo y templado a la muleta imantada de Escribano. Tremenda fijeza del animal. Al natural Escribano pone orden de forma casi imperceptible tocando las teclas de la distancia, el temple y las alturas y lo cuaja también por ahí. El cierre por alto ya favor de querencia tiene gusto y torería. Sonríe en el último de pecho. Una oreja tras pinchazo y estocada.

A las 19.36 se daba suelta al segundo. Una pintura. Cardeno oscuro. No le sobraban las fuerzas en los riñones. Más a la defensiva. El sitio y la confianza de Manuel se explican cuando al natural le traga a cámara lenta. Por el derecho lo rompe adelante. El riesgo está patente. Otra colada en un cambio de mano pone en valor la faena. Manuel Escribano ahora acaba resoplandando: toro de esfuerzo. Se vuelca sobre el morrillo muy de verdad. Oreja.

A las 20.03 el termómetro todavía marca 32 grados y Manuel Escribano se va a porta gayola. Tras una gran larga cambiada surge un toreo por verónicas de gran nivel. A cámara lenta torea Escribano. La plaza lo celebra puesta en pie. Bohemio se llama el de Victorino y trae una clase excelsa. El puyazo lo sangra lo justo. El tercio de banderillas lo ha compartido con Neiro y Álvaro Oliver, que saludan una ovación.

La clase de Bohemio es tremenda. El inicio es con un pase cambiado y puesto seguido el toreo sobre la diestra. Hace surcos el Victorino. En el quinto muletazo se viene un poco por dentro ya desde ahí la mano izquierda se hace dueña de la faena. La primera tanda de naturales ya trae la media docena y Escribano se rompe.

Torear tan despacio a uno de Victorino está sólo al alcance de los elegidos. El quinto natural para los relojes y dura una eternidad que recorre los tendidos como un cosquilleo que pone los pelos de punta de pura emoción. Manuel se para, respira hondo, sonríe y liga el siguiente mirando al tendido. Se ha desatado la tarde. Escribano y Victorino, un binomio histórico, dándose un festín en Alicante en homanje a la bravura de la A coronada.

El natural con la muleta reposada sobre la arena. Eternos ya ralentí. Profundidad absoluta. La petición de indulto no tardaría en desatarse. Hay otra serie sobre la diestra, pero ya sin ayuda, donde Bohemio vuelve a entregarse, y tras los vuelos se empuja más allá. La clase excelsa Albaserrada y la perfección del temple según Escribano reunidas en el indulto de Bohemio 50, nacido en diciembre del 2020 pandémico y 532 kilos de peso. Dos orejas para Escribano y vuelta al ruedo junto al ganadero.

Tras tanta emoción y el tiempo de merienda, parecía que iba a costar recomponerse. Pero Manuel Escribano estaba con los cinco sentidos en la lidia. En el cuarto decidió cambiar los terrenos. Así, banderilleó e intentó la faena de muleta, que le había brindado al empresario de Alicante, Nacho Lloret, en terrenos de sol.

El toro demostró tendencia a quedarse corto por ambos pitones. Por el izquierdo más dormido y por el derecho con más nervio. El mérito de Escribano fue no conformarse con tirar por la calle del medio y, muy de verdad, cruzarse al pitón contrario con la diestra y al natural esperarlo con muleta atrás.

El quinto, cinqueño, generaba incertidumbres cuando salía con feo estilo del capote de Escribano En el peto le dieron fuerte y surtió efecto. Compartió banderillas con Daniel Duarte y Alfredo Cervantes sin mucho lucimiento. Escribano le buscó las opciones al toro por el pitón izquierdo hasta que empezó a recortar y buscar.

A las 21.41 Manuel Escribano esperó en chiqueros al sexto, Portero 105, hijo del Cobradiezmos que indultó en Sevilla en 2016. Toro también cinqueño, de apenas 450 kilos, que además lleva una cornadita en la nalga, pero que de salida es exigente y embiste con pies. En la primera vara romanea y empuja poniédose por debajo del peto, pero la segunda ya no la quiere.

Se pone reserva el toro, pero Manuel Escribano sigue, también en el sexto, plenamente entregado. Al natural convencer al animal, porque por el derecho, al tercer muletazo, con genio, sólo que quería atropellar. Clarividente el torero de Gerena en la distancia y ofreciendo los vuelos, hasta gustándose. De uno en uno, echando la pata adelante. La buena estocada final explica también la responsabilidad de Manuel Escribano a lo largo de toda la tarde frente a seis de Victorino tan distintos como encastados y un Bohemio de indulto.