Morante: diez días de verano

EL REPASO

Los triunfos y la sangre del diestro de La Puebla, que podría reaparecer este mismo miércoles en Málaga, han marcado las jornadas centrales del mes de agosto

Morante se probará este lunes para poner fecha a su reaparición

Morante corta un rabo en Marbella

Morante volverá a Madrid el 12 de octubre en una histórica doble jornada en la que se vestirá de luces y de corto. / EFE

La secuencia, de alguna manera, había comenzado el pasado 8 de agosto en la llamada Corrida de los Candiles de Marbella, organizada por el mismo grupo empresarial –Pacheco Guardiola, Litri, los Bohórquez- que ya no disimula sus posiciones en el cerco a la plaza de la Maestranza, codiciada joya de la corona a la que sólo restan cuatro festejos bajo los parámetros de un contrato –el que ata a al cuerpo nobiliario con la empresa Pagés- que concluye su vigencia en cuatro meses y catorce días.

Ya hemos hablado de ello; largo y tendido. Y seguiremos haciéndolo en el momento oportuno, cuando caiga el último novillo del festival que debe cerrar la temporada hispalense en una fecha aún por determinar, pendiente de la decisión del propio diestro de La Puebla que hará doblete en Madrid el día 12 de octubre –por la mañana vestido de corto a beneficio del monumento de Antoñete que él mismo ha impulsado y por la tarde ataviado de luces en corrida que cerrará el abono madrileño- y tiene apalabrada la tarde estrella de la feria de San Lucas de Jaén el día 18 para cerrar su histórica temporada.

El carácter excepcional de la campaña del maestro cigarrero amplifica cualquier gesto. Por eso no conviene perder el hilo de estos diez días de verano que han sacudido el toreo desde que el diestro de La Puebla cortara ese rabo diferencial en la perla de la Costa del Sol, anunciado con Ortega y Aguado, hasta que cayó herido en las riberas de la ría de Pontevedra en la cima de una temporada para su propia historia personal, para la historia del toreo.

Una competencia real

En medio había vuelto a rendir la plaza de El Puerto sin que faltaran unas palabritas con Roca Rey –se había explayado en un quite discutible- evidenciando que, con o sin veto, hay un pique que añade sal y son a esta temporada que no podría entenderse sin el paseo militar del diestro de La Puebla. Ya conocen la historia: Morante recriminó al Cóndor –está sufriendo como nunca el peso de la púroura- que hubiera ido al toro tras la tercera entrada al caballo y el peruano espetó al primer espada que se fumara un puro despacito…

Son cosas del toreo, que no sería lo que es sin la competencia, que no está reñida con la lealtad y el compañerismo. La memoria taurina evoca otros lances: Camino y el Benítez llegaron a las manos en Aranjuez por quítame aquí este quite; el viejo Manzanares y El Soro se liaron a mamporros en Valencia… Mucha más enjundia y trascendencia tuvo aquella competencia entre Antonio Ordóñez y Luis Miguel, orquestada como maniobra publicitaria por la casa Dominguín en 1959. Pero el montaje acabaría en sangriento pique real retratado en el testamento literario de Ernest Hemingway bajo el título de El verano peligroso.

Pero hay que volver a la actualidad: el propio Roca usó sus redes sociales para enviar un mensaje de ánimo al maestro cigarrero tras el percance de Pontevedra. Ya lo saben: lo cortés no quita lo valiente. El impresionante compromiso del genio, que ya había cobrado en Marbella y había sufrido otro susto en la Plaza Real, podía tener un precio. Llegó en forma de esa cornada inoportuna –era casi imposible que no pasara por el hule con esa entrega desbordada- que ha sacudido los cimientos del toreo mientras se aguarda el escenario de su reaparición, una vez desechado el primer compromiso de Málaga este mismo lunes, fecha escogida –avanzó el amigo Acevedo- para tomar una decisión que se presume definitiva.

Un ancho vacío

La incomparecencia inevitable de Morante en las plazas que estaba anunciado en la semana que se fue ha ensanchado el volumen de su ausencia. Morante es el hombre del año, de muchos años y está escribiendo una historia viva que un día, ya de viejos, leeremos en los libros sabiéndonos testigos de la trascendencia de su legado. Las próximas generaciones hablarán de Morante como hoy lo hacemos de Gallito, Belmonte o Manolete. Su legado se está escribiendo tarde a tarde con aura de coloso.

Pero estos días frenéticos –el toro a todo trapo- siguen arrojando noticias de alcance taurino. Apuntamos algunas faenas y triunfos, comenzando por los trasteos luminosos de Juan Ortega en Gijón; la nueva demostración televisada de Pepe Moral en la magallánica de Sanlúcar en la que sobran los atuendos estrafalarios. El diestro palaciego se mostró afinado a tope con los miuras que le han sacado del sótano del toreo. Borja Jiménez sigue marcando su autoridad en el circuito de las ferias, Aguado deleita aquí o allí…

Arde España; el campo bravo también

Pero no podemos concluir este repaso semanal, recuperado tras el brevísimo receso agosteño, sin enviar un sincero mensaje de apoyo y solidaridad a la familia Domecq Noguera. Si los cerrados emeritenses de Don Tello sirven de escaparate de las esperadas corridas de Jandilla, la dehesa de Los Quintos, en tierras de Llerena, guarda la matriz de esta vacada fundamental que ha visto arder prácticamente la totalidad de los cercados sin poder atisbar aún las bajas de vacas y crías y el verdadero alcance del desastre.

Arde España, pero también lo hace el campo bravo mientras los politicastros se enzarzan en sus discusiones inoperantes y se sigue legislando a espaldas del agro, lejos de los valores ancestrales del medio rural. Está abandonado a su suerte por una ecología de salón, soporte de una nefasta carga ideológica, que sigue cacareándose sin el menor recato mientras las llamas devoran esa piel de toro que hoy, más que nunca, llora su propia soledad.

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