¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Ussía, el último acto del “otro 27”
PRIMER FESTEJO DEL CICLO DE PROMOCIÓN
El verano taurino sevillano no se puede entender sin este serial de festejos promocionales que enseñan el tono de las bases del toreo y otorgan un punto de relajo a la cita con la plaza de la Maestranza. El primer asalto del ciclo, agarrado a la insoportable ola de calor, iba a llegar enhebrado a ese público familiar y juvenil que le otorga el tono. En realidad iba a funcionar como un duelo entre escuelas en el que competían tres centros de la provincia de Sevilla, dos manchegos y uno -el de Linares- del taurinísimo Santo Reino. En cualquier caso nos quedamos haciéndonos demasiadas preguntas sobre el nivel global de la mayoría de los chavales presentados que, en realidad, se hicieron un flaco favor a sí mismo afrontando el exigente fielato maestrante.
Había abierto cartel el aspirante ecijano Esteban Molina, que sorteó un precioso eral colorado de embestida más que potable con el que se esforzó sin encontrarle las vueltas por completo. De Dos Hermanas y en representación de la flamante escuela Triana-Salesianos que dirige Tomás Campuzano era Mauro Macandro, sobrino del Macandro de los 70 y 80. Sorteó un novillo informalote, de movilidad mansurrona, que dejó en evidencia la cortedad de su oficio. Incapaz con el acero, escuchó los tres avisos después de entrar a matar dos veces, enterrar la espada muy atrás y naufragar por completo con el descabello. El novillo, finalmente, fue apuntillado de aquella manera en el mismo ruedo.
Javier Fernández, de Herencia y alumno de la escuela de Ciudad Real, mostró arrojó y entrega en la portagayola inicial pero sobre todo por la firmeza con la que afrontó una faena bien trazada al natural y ante un novillo tardo que se dejó mucho. A la postre iba a cortar la única oreja del festejo gracias a la entrega de un público peculiar que valora por encima de todo la eficiencia estoqueadora. ¿Marcó la diferencia?Puede ser pero el nivel, ya lo hemos dicho, era manifiestamente mejorable.
De Albacete, y alumno de su escuela de Tauromaquia, era Alejandro González que hizo honor al temple de los toreros de su tierra con más fondo que forma, más de resolver que de torear bonito en una fanea de escaso calado en el tendido. Onubense de Beas pero presentado por la Curro Guillén de Utrera, David Ramírez se iba a enfrentar a un manejable quinto con el que, más allá de mostrar tablas, se empleó en una faena larga y olvidable. El aspirante almeriense Blas Márquez aterrizaba en Sevilla de la mano de la escuela de Linares y mostró estar más puesto y que el resto de la tropa presentada especialmente en la compostura -fue el que presentó mejores maneras- y el manejo de los trastos en una labor que fue de más a menos.
GANADO: Se lidiaron seis erales de Hermanos Expósito González, bien presentados. Potable el primero; informal el segundo, apuntillado tras tres avisos; tardo y noble el tercero; se dejaron cuarto, quinto y sexto.
ASPIRANTES: Esteban Molina, de burdeos y azabache (Escuela Municipal de Tauromaquia de Écija), vuelta tras aviso.
Mauro Macandro, de blanco y azabache (Escuela Triana-Salesianos), silencio tras tres avisos.
Javier Fernández, de coral y oro (Escuela de Ciudad Real), oreja.
Alejandro González, de teja y oro (Escuela de Albacete), ovación.
David Ramírez, de cobalto y oro (Escuela Curro Guillén de Utrera), palmas tras aviso.
Blas Márquez, de zafiro y oro (Escuela de Linares), ovación.
INCIDENCIAS: La plaza registró un tercio de entrada en tarde noche muy calurosa.
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