El Betis hizo públicas ayer en su página web las cuentas de la temporada 13-14, que presentará en la Junta General Ordinaria de Accionistas del próximo 9 de diciembre y en la que destaca, según el informe de la auditoría externa contratada, que la deuda del club ha quedado reducida hasta los 33,9 millones de euros, siendo a fecha del 30 de junio de 2011 de 99,3 millones y quedando la deuda concursal en 20,28 millones.

Lógicamente, ni en la memoria del club ni en los datos ofrecidos por el encargado de economía y vicepresidente del club, Fernando Casas, se hace mención a que el propio concurso de por sí reduce ya la deuda casi a la mitad, ni a los litigios ganados a Hacienda por los anteriores administradores. De la deuda correspondiente al concurso, sólo 3,94 millones son ya con Hacienda, gracias a esos pleitos ganados y no por el trabajo de este consejo, mientras que 16,34 millones tendrán que resarcirse al resto de acreedores de la sociedad anónima. Es decir, una deuda que si el Betis tuviera cierto patrimonio en futbolistas sería ya calderilla, principalmente fruto de haber entrado en concurso de acreedores, más allá de gestiones que, por ahorrar, han llevado al Betis a una delicadísima situación deportiva.

Lógicamente, en el consejo de administración son optimistas y esperan que a final de diciembre la deuda concursal quede en unos 17 millones. Con respecto a Hacienda, si el equipo lograse subir a Primera, la exigua deuda quedaría saldada en el mes de agosto de 2015; en caso contrario, se saldaría en diciembre, según las cuentas presentadas a la Liga de Fútbol Profesional.

Otra muestra más de la deficiente gestión deportiva, pese al dinero dilapidado en el pasado mercado invernal, es que el Betis presentará a sus accionistas un superávit de 19 millones de euros, algo que resulta cuando menos digno de más de una pregunta toda vez que el primer equipo milita en Segunda División, situación deportiva que sería más comprensible en tiempos de carestía económica.

Para más inri, el club admitió el gasto de más de cuatro millones de euros -la mitad en Leo Baptistao- en enero, cuando la situación deportiva ya era casi irreversible, una muestra más de que la planificación deportiva en verano, pese a las exigencias de Pepe Mel (Bojan, Pina, Giovani, Digard), fue nefasta.