¿Por qué no lo hizo antes? (0-1)

Zaragoza-sevilla

El Sevilla de Marcelino respira aliviado con su primer triunfo fuera, que llegó con la lógica del fútbol control.

Negredo salva una entrada de un defensa rival. / EFE
Eduardo Florido

Zaragoza, 27 de noviembre 2011 - 23:26

Costaba trabajo ver lo que se apreciaba sobre el césped de La Romareda. Los futbolistas del Sevilla se abrazaban y se tiraban al suelo como si hubiesen ganado algo importante. En verdad, esa demostración de alivio dejaba entrever que es verdad que los futbolistas creían en el mensaje del entrenador, pues lo que más estaba en peligro era el crédito de éste. Marcelino se la jugaba en un partido muy espinoso, en su regreso a La Romareda, que al final explotó contra Agapito Iglesias, y acertó de pleno con la elección de un sistema táctico nuevo, el mismo que se le venía exigiendo. El asturiano, en su regreso al único lugar de donde salió por la gatera, se acordaría de aquello y pensaría: mejor dejar la tozudez y tirar de lógica. Y el Sevilla ganó, con más incertidumbre de la necesaria, pero ganó y le hizo un favor a su técnico.

Fue el triunfo del fútbol control, bajo un nuevo dibujo, aunque el Sevilla careció de salida durante toda la segunda parte y más aún cuando Negredo, tocado, hubo de dejar su sitio a Manu del Moral, quien una vez más evidenció que no sabe jugar como nueve. El equipo perdió la referencia, el desahogo que ofrecía el vallecano, y no supo rematar el partido, de ahí que La Romareda aún soñase con un gol del meta Roberto en el minuto 94 en una falta postrera. Por no rematar la faena, al Sevilla se le hizo largo el final, pero no pasó apuros.

Evidentemente algo tenía que hacer Marcelino después de cinco partidos sin ganar y, sobre todo, tras la imagen de impotencia del equipo ante el Athletic. El jueves anterior al choque dio una pista sobre lo que estaba madurando y lo llevó a efecto con similares piezas que en ese ensayo que fue calificado de revolucionario. Se trataba, ya que el Sevilla estaba evidenciando de forma alarmante tanto falta de solidez como de creatividad, de disponer mejor a las piezas en el campo, ocupar mejor los espacios cambiando el abierto y a la postre plano 4-4-2 en un flexible y mucho más controlador y llegador 4-3-3, aunque algunos podrían interpretarlo como un 4-1-4-1. Lo mismo da; como dice el propio Marcelino, el fútbol no es cosa sólo de números. Lo cierto es que el Sevilla se plantó en La Romareda como un equipo de fútbol, eso que venía solicitando su técnico, y es obvio que la apuesta por escoltar a Medel con Trochowski en el flanco derecho y Rakitic en el izquierdo, para dejar a los extremos que realicen su papel y a Negredo arriba con espacio alrededor para realizar movimientos y desmarques dio más control y más llegada.

Sirva de ejemplo que el meta Roberto, en el minuto 11, ya había hecho dos intervenciones, facilonas, sí, pero al menos tuvo que ganarse el sueldo deteniendo sendos disparos de Rakitic y Jesús Navas, después de que Negredo avisase en el minuto 4 con una intencionada rosca que lamió el poste.

La ecuación estaba siendo sencilla. Medel se veía más arropado y cobraba seguridad en el corte, el equipo no necesitaba ir tanto a la presión como esperar el error del contrario debido a su buena disposición en el terreno y, además, cuando recuperaba el balón, los cerebros, léase Trochowski y Rakitic, pero también el propio Medel, encontraban líneas de pase y compañeros cerca con los que combinar. El ejemplo de la jugada del penalti fue ilustrativo. Robo de Fernando Navarro, quien ve a su lado a Medel y el chileno conduce hasta ver a Negredo, quien le echa el anzuelo a Mateos para que picase con inocencia. Su preciso disparo convirtió el penalti en 0-1 y llevó el control que se estaba viendo en el césped al marcador.

Pero como el fútbol no es dos y dos son cuatro y lo esbozado tácticamente tiene que ir acompañado de intensidad y tensión, el equipo empezó a dejar de salir de la cueva. Ya sufrió al final de la primera parte, con una mala interpretación de un córner a favor, y lo hizo a ratos en la segunda. La frialdad y la falta de precisión de Rakitic primero y de Trochowski después provocaron que el Sevilla le cediera la pelota al Zaragoza. Lo peor es que, con jugadores como Jesús Navas y Perotti apenas salió a la contra.

Con Manu, la cosa fue a peor, puesto que el jiennense jamás ganó una pelota, sólo en una falta muy al final, y no desahogó el juego. Y Jesús Navas tampoco sabía interpretar correctamente el fútbol como juego colectivo para rematar algún contragolpe. Ambos lo hicieron casi al final, en aquella jugada perfecta de contragolpe en la que Roberto tapó ante Campaña a bocajarro. Por una razón o por otra, el Sevilla no remató y prefirió arroparse a arriesgar el balón más de la cuenta. Pero el esbozo no pudo ser más positivo. Y la pregunta es, ¿por qué no hizo esto antes Marcelino?

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