Un palco ignominioso
Betis | granada · la previa
Vituperio Al bético le será difícil centrarse en su equipo y abstraerse de quienes ayudan a Lopera a destruir el Betis Soporte Con todo, el apoyo a los hombres de Mel debe ser constante durante el partido
Llega el día de las abstracciones. Si Pepe Mel ha logrado olvidar el veranito que le han dado y es capaz de derramar ilusión con un ramillete de profesionales y la brida de unos chavales de la casa, la plantilla deberá pensar únicamente en un balón y once rivales y la grada, centrarse en apoyar a su equipo pese al oprobio que desprenderá esa minoría que acuda al estadio de balde y con corbata, se supone que cara.
El relleno que hoy presente el que otrora fuese ilustre palco de Heliópolis es para que lo pusiesen en cuarentena hasta el fin del curso a fin de que ninguno de los que ahí se sientan pudiesen seguir colaborando en la tarea de acoso y derribo contra el Betis emprendida por un cobarde que sí vegeta por cuenta propia a unos kilómetros del lugar de autos.
Por eso, los béticos -ojalá fueran esos 30.000 cacareados desde los medios oficiales- se enfrentan hoy nuevamente a esa doble tarea que tan bien han desarrollado desde que cayeron en la cuenta que el enemigo estaba dentro. Así, en la línea del célebre "Lopera, vete ya", seguro que hay más de uno que hoy escucha su nombre asociado a verbos que no serán de su agrado.
Llega el día también de la protesta. El bético no se ha echado a la calle, pero vive indignado. Y Heliópolis es el lugar idóneo para la reivindicación. Eso, sin olvidar que hay un grupo de profesionales que sí necesitará de su aliento durante los noventa minutos. Pero son tan largos los partidos... Y es que hay tiempo para todo.
Asoma el Granada, pero el Betis no debe fijarse hoy en enemigos. Si esa caterva de dirigentes se fuese de una puñetera vez, no hacían falta ni Ribas ni Chico. La ilusión que se dispararía daría con el equipo en Primera casi sin darse cuenta. Pero, por desgracia, aún queda tiempo para eso y bueno será que en este tiempo de zozobra los puntos vayan cayendo en el zurrón para que cuando los indeseables estén en la calle no haya que lamentar un lastre quizá insalvable.
Suele ocurrir que en este Betis del último lustro lo más fiable siempre es su entrenador y, en esta ocasión, da la impresión de que con Pepe Mel está en buenas manos. Papa de otro saco será que el entorno y el vestuario lo vayan maleando hasta volverlo medio tarumba o hacerle tirar la toalla, que fueron muchos los que aquí acabaron olvidándose hasta de que el portero puede coger el balón con las manos en su área de penalti.
Y Mel jugará hoy con lo tiene. Es decir, todos sus profesionales excepto Casto y algunos chicos del filial que deben proporcionarle al equipo con sus ganas de asentarse en él ese aire fresco tan necesario que ya se arroga el okupa que maneja los hilos por haber sacado de la plantilla a Sergio García y algunos más. Será posible tanta desfachatez...
Con Caffa en la derecha, como ante el Tenerife y el Cagliari, en espera de que regrese el mejor Juanma, las dudas que pueda crear el Betis en defensa deben quedar soslayadas si logra hacerse con la posesión del balón y desplegar el poderío atacante que le otorga el dúo de delanteros y un Salva Sevilla que, metros por delante de Iriney, debe ser decisivo gracias a su buena relación con el gol y a su llegada.
Encima, en el banquillo palpitará ese nervio verde de Ezequiel o Israel capaz de revolucionar las cosas si se tuercen.
Escasas armas, pero suficientes, a priori, para llevar a buen puerto la empresa de derrotar a un Granada que asomará por Heliópolis con bríos de hacerse un nombre en una categoría de la que ha estado fuera la friolera de veintidós años, concretamente desde aquel descenso del 88 tras haber ascendido justo un año antes de la mano del histórico Joaquín Peiró. Doce años más hacia atrás hay que mirar los calendarios para ver al Granada en Primera División, categoría en la que llegó a militar ocho temporadas seguidas justo antes de esa fatídica del 76 con Miguel Muñoz.
Pero el Granada de hoy, el de Fabri, se estrena como una especie de filial del Udinese, equipo que no sólo le presta futbolistas suyos sino que los adquiere con la única idea de dejarlos cedidos en el Granada. Son las colateralidades del mercantilizado fútbol de hogaño, aunque en la ciudad nazarí a nadie le importe quién maneje los hilos de su querido club, todo lo contrario que en este Betis azotado sistemáticamente por sus dirigentes.
Aunque a la hora de autos, el grande es el Betis y de humilde se vestirá el once de Fabri, pergeñado para el contraataque con velocidad e ingenio en las bandas y con un punta, Geijo, que para sí lo quiso el propio Betis el pasado invierno. El buen hacer del francés Nyom en el lateral derecho hallará su contrapunto exótico con el central ghanés Mensah y el mediapunta chileno Orellana, ambos mundialistas. Un buen equipo.
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