Informe Técnico · Granada-Sevilla

Él solito se metió en el embudo

  • El planteamiento de Emery de dos puntas, condicionado por el derbi, rompe al equipo, obtura las vías de llegada y deja un erial en la medular Ya con Banega, le faltó remate

Por enésima vez en lo que va de temporada, el partido intersemanal siguiente al de Liga condicionó el once inicial. Unai Emery apostó por dos delanteros, igual que en Las Palmas. En este caso salieron arriba Llorente y Gameiro, y dio descanso a Banega. Pero el resultado fue tan nefasto que ni siquiera el gol en el alargue del primer tiempo, que llegó por la única conexión fértil entre los dos delanteros, convenció al técnico para darle continuidad. Salieron desde vestuarios el argentino y Cristóforo y el equipo se ordenó mucho mejor, bajo la batuta de Banega. Sin embargo, el embudo ya estaba fabricado. El Granada, con tres centrales, nutrió su defensa y al Sevilla, ya con un solo delantero, le faltó llegada y definición en el área.

Como en otras tantas salidas, al equipo de Emery lo obcecó la trampa de tener que llevar la iniciativa, ante lo que se acomodó con buena disposición táctica e intensidad el necesitado rival de turno, que agradeció la ventaja de dos goles en dos claros errores en el repliegue, con Krychowiak midiendo mal en ambos casos. Esa ventaja fue ya una losa insalvable. El Sevilla, él solito, se metió en el embudo. Cuando salió de él, le faltó precisión en ataque.

Defensa

Ante un ataque rival que contaba con la potencia de Success y la calidad de Peñaranda, más de una vez los centrales sevillistas se vieron sorprendidos en inferioridad, con el equipo volcado en ataque, sin tener llegada, y con muchos metros alrededor de Krychyowiak e Iborra, que recibieron poca ayuda en el repliegue de Reyes y Vitolo y ninguna de Llorente y Gameiro, demasiado descolgados y perdidos en la madeja del Granada. El rival apenas ofreció ataques estáticos, con lo que la clave defensiva en negativo fue la incapacidad para frenar las contras locales, que aprovechaba el erial en el que quedó convertido el centro del campo sevillista.

Así las cosas, una mala presión adelantada de Krychowiak originó la contra del 1-0, en la que Rami, obligado a salir de su sitio, no estaba para tapar a Rochina. Otro yerro del polaco, esta vez en campo propio, posibilitó el demarraje de Peñaranda, que superó con facilidad, de nuevo, a Rami y a Kolodziejczak.

Ataque

La opción de dar refresco a Banega tiró a la basura no sólo la primera parte, sino todo el partido. El Sevilla tuvo dos delanteros cuando no tenía quien moviese los muñecos y echó de menos más presencia ofensiva en el área cuando el argentino ya estaba en el campo. A Llorente le faltó espacio, y precisión, para conectar con Gameiro, Vitolo y Reyes, quien intentó en vano abrir con su clarividencia el entramado rival. Muchas veces no entendieron sus compañeros su visión privilegiada. Tras el descanso, el Sevilla jugó bajo los arreones de calidad de Banega, pero Gameiro casi siempre se peleó en solitario con dos y hasta tres defensas.

Virtudes

Lógica y estéril reacción táctica.

Talón de aquiles

Al mal planteamiento inicial se unió la incapacidad para llevar la iniciativa ante un equipo cerrado.

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