EL Jueves Santo era el día que le quedaba como un traje a medida. Vicente Ramos era un cofrade de corte clásico, elegante de interior y de fachada, que se adaptaba además a todos los ambientes, que saludaba a las damas con una exquisitez en desuso y que destacaba por diversos motivos en cualquier reunión de hermanos mayores. Estaba por encima de la media sin molestar a nadie. Se nos fue el galeno al que cariñosamente llamábamos el bata blanca por su profesión de médico. Su estilo personal ha sido una excepción en un mundillo donde la degradación de los cargos ha sido patente.

Antes que delegado de día fue hermano mayor del Baratillo en 2002, impulsado por Joaquín Moeckel que lo había tenido como consiliario. Y siempre, fiel devoto del Señor y de la Pura y Limpia, y orgulloso y discreto hermano de la Caridad de Miguel Mañara. Pocas personas podrán decir que no fueron correctamente tratadas por este médico al que se reconocía de lejos por ser el fiel retrato de Petronio, árbitro de la elegancia; por su mandíbula saliente a lo Belmonte, y por sus coloridos pañuelos en el bolsillo superior de la chaqueta.

Vicente Ramos

Vicente disfrutaba de una tertulia con mantel gordo y también de un tinto tomado de pie en la taberna del Peregil, donde lo mismo comentaba algún tema de actualidad de la Semana Santa que los taninos del vino. Muy conocido y reconocido, persona muy querida en las hermandades, prueba de lo cual es que los teléfonos sonaron y sonaron para dar la noticia de su despedida. Hoy lo recordamos junto a la cúpula del Baratillo, la misma a la que asciende el incienso en las tardes de quinario para fundirse con los aires altos y generar ese olor a Baratillo que bien conocen los que hasta ella han subido. Lo evocamos en el palquillo de la Campana, en las tertulias taurinas de Pineda, en el estadio del Sevilla, en su consulta de la calle Antonio Díaz...

Vicente Ramos

Vemos hoy al jovencísimo Vicente arrimando el hombro en la capilla de la Piedad como uno de los niños preferidos de don Otto Moeckel junto a José Ortega y Rogelio Gómez Trifón. Lo vemos años después en un cabildo de urgencia el Miércoles Santo de 1971, cuando el hermano mayor, don Otto, y este entonces bisoño oficial de junta fueron los únicos que votaron a favor de sacar la cofradía. Entonces no había tantos cálculos de porcentajes de riesgo de lluvia, ni meteorólogos volviendo loco al personal. El Baratillo se quedó en casa. Ironías del destino, la cofradía siempre salió desde entonces hasta que en 2005, siendo Vicente hermano mayor, se tuvo que quedar de nuevo dentro por los chuzos que caían en la calle Adriano a la hora de la salida. Y lo vemos una mañana de Miércoles Santo atendiendo a todos los jerezanos que atraía al estar fuertemente vinculado a esta ciudad.

El Arenal pierde a uno de sus personajes fijos como perdió al alguacil y tabernero Ventura o a Antonio Fernández Pérez. Vivió en Antonia Díaz y Castelar. Disfrutó de los máximos esplendores en su cofradía y en su club del alma. Fue muy difícil oírle hablar mal de nadie, acaso algún garraspeo para salir del paso, dar o quitar razones sin jamás clavar una banderilla.

Sólo se fue con una penita: no haber sido capataz. Sentía pasión por el mundo del martillo y los costales, quizás porque conoció la transición de los hombres del muelle a los hermanos costaleros. Pero la semana pasada vivió con alegría el nombramiento de su hija Marta como camarera de su Virgen. Como manda Trifón, hoy es día de llorar y de elevar el catavino por el amigo, el cofrade, el baratillero, el señor perfectamente peinado, el que se comportaba con la misma elegancia que proyectaba. De pocos se podía decir que había fachada y había interior. Queda colgada la bata, Vicente. Descansa en paz. Que la Virgen de la Caridad te acoja en su regazo y brille para ti la luz perpetua de tu Arenal.

El cardenal Amigo y el arzobispo Asenjo, el pasado lunes en Fibes

Casi cuarenta años de la Iglesia de Sevilla

Quiso don Carlos estar en el acto en el que monseñor Asenjo fue distinguido con el título de Hijo Adoptivo de Sevilla. Los dos lo son ya. Charlaron y se retrataron juntos. Entre amos suman casi 40 años de servicio a la Iglesia de Sevilla, un período que comenzó cuando un joven Amigo llegó a la diócesis hispalense procedente de Tánger. Gobernó casi tres décadas hasta que comenzó el pontificado de Asenjo que está a punto de expirar. Pronto, Dios mediante, Sevilla tendrá tres arzobispos en vida, dos emérito y uno (no sabemos quién) en el ejercicio del ministerio.

Alberto Máximo Pérez recogiendo la Medalla de Sevilla

Oído en Fibes

“Mira, el primero en recoger la medalla ha sido Alberto Máximo, el del Ateneo. Este hombre sería un buen presidente del Consejo. No sé si llegamos tarde, pero sería una figura de consenso, amable y con una experiencia más que notable. El problema es que no ha sido hermano mayor, pero... Todo es posible, tú sabes”. 

Resa renueva

Como estaba previsto y sin necesidad de grandes movilizaciones, Jesús Resa será hermano mayor de los Estudiantes cuatro años más. Es de los hermanos mayores que tiene una idea clara de cuál debe ser el papel del Consejo, cómo debe gestionar los tiempos de miseria que nos han tocado vivir. Resa, además, lleva sobre sus espadas cuatro años de experiencia en el máximo cargo. Se empiezan a notar.

Oído en el atrio

“El presidente de los hosteleros, Antonio Luque, está haciendo méritos para estar en la próxima junta de gobierno de la Macarena. Se arrima a Cabrero gracias a su cargo actual. No es que le haga ilusión, es que está entregado a la causa. Estáte al loro, Fiscal”.

El más difícil

Como a Julio Cuesta le hagan la faena de tener que dar el pregón, tendrá ante sí el reto más difícil que haya conocido jamás un pregonero. Anunciar el vacío. Yo sé de uno que disfrutaría, pero es un bicho raro.

Andrés Martín alza la Medalla de Sevilla

El pertiguero

Primer golpe. Fuertes medidas de seguridad en la Plaza de San Lorenzo con motivo de la celebración especial de los 400 años del Señor. Se prepara todo concienzudamente. Segundo golpe. Hoy se vota en San Julián. Habla pueblo, habla. Tercer golpe. ¡Cómo siguen los hermanos del Rocío acudiendo a la misa de los lunes, aunque ahora sea en San Ildefonso! Y ciriales arriba. Andrés Martín no para. Después de llevarle la Medalla de Sevilla a su Virgen de la Pastora, prepara nuevos retos ilusionantes. Por cierto, el traje de la ceremonia del lunes le quedaba perfecto.

El Lagarto de la Catedral: "Cuentan, mi querido y siempre inquieto Fiscal, que los nuevos canónigos ya han empezado a quejarse de los horarios de esta nueva responsabilidad. Ahora tienen que trabajar más para atender sus otras ocupaciones, sobre todo las de las parroquias"