La caja negra

Sin bares no hay paraíso

  • El presidente Sánchez habló de pasear el perro y ahora de encargar la paella. Eleva a la categoría política de normal lo que en la calle en sencillamente normal. Pero los bares se cabrean.

La taberna del Rinconcillo

La taberna del Rinconcillo / Antonio Pizarro (Sevilla)

Los padres de la Constitución difícilmente pudieron imaginar que un presidente del Gobierno explicaría un día que se podría salir a pasear el perro. Menos aún que hubiera que encargar por teléfono la paella (que no sea de arroz hidrolizado) en el bar de siempre para después recogerla y zampársela en casa. Eso es lo que ha hecho Pedro Sánchez, paladín de la micropolítica. Ni Zoido arreglando bancos en la oposición e inaugurando bacalaos en el gobierno. Ni Rajoy con los hilitos del Prestige (chichichí). En el fondo, Sánchez ha ejercido de Suárez al elevar a la categoría política de normal (el perro y la paella), lo que en la calle es sencillamente normal. Guau.

Sánchez, el hombre de las gafas de sol horteras en el Falcon, habla de tal forma que todo el pueblo lo entiende, no como la ministra Montero, que largan de su acento los fachas de siempre. Todos entienden al presidente menos quienes precisamente tienen que informar de cuanto dice, que son los periodistas y analistas. El plan por fases recuerda a aquel concejal de Movilidad (Tráfico de soltera) que siempre se refería a las obras como proyectos faseados. El infinitivo es horroroso: fasear. Pero peor es el pretérito pluscuamperfecto del inexistente verbo desescalar. Y ahí sigue el tío. Y ahí sigue la desescalada. El mismo edil, después de explicar la obra faseada, se reliaba en la muleta hasta tropezarse con el pico para explicar por qué no empezaba ya la obra: “Se debe a un sumatorio de causas”. Ni fasear, ni sumatorios, ni hilitos. La clave está en la paella.

Iván Redondo maneja a lo José Luis Moreno a Monchito Sánchez y le hace hablar con una claridad meridiana. Con un perfecto acento, por cierto. El toro astifino de las fases podría haberlo lidiado cualquiera de los vicepresidentes, la ministra portavoz o uno de los cientos de secretarios de Estado o directores generales, pero no. Sánchez quiso hacerlo él, como los matadores que sacan al toro del caballo para colocarlo de nuevo en suerte. Quién dijo miedo, hay que dar ejemplo y fajarse. Y fue horroroso hasta que habló de la paella. Porque la paella es transversal. Cualquier español ha ido a por la paella al bar, se ha tomado una cerveza mientras el arroz se asienta, le plantan las tajaditas de limón junto a las cigalitas que no sirven para nada porque nadie se las come, y la cubren con el papel de plata que después se va levantando por el camino. Y, por supuesto, le ha dado las gracias al vecino que le abre la puerta cuando va cargado con un pedazo de sartén cogido por las dos asas.

Al presidente Juanma Moreno le acusan de querer implantar las misas sin reparto de la comunión, que viene a ser como denunciar a Luis María Anson (antes Ansón) de conspiración para implantar la Tercera República. La derecha es especialista en pegarse tiros en el pie, pero hay cosas difícilmente imaginables. Por fortuna comienza a usarse la expresión “distanciamiento interpersonal” antes que la del “distanciamiento social”. Y ya se dice el “desconfinamiento asincrónico”, que es más apropiado que el “desconfinamiento asimétrico”, pues se trata de que todas las provincias sigan el mismo proceso pero en diferentes momentos o fases. ¿O no? No sabe bien nadie la de disparates que nos quedan por presenciar hasta la última fase, la de paellas que nos quedan por encargar y la de perros que todavía hay que pasear.

Banderas a media asta del Hotel Alcázar Banderas a media asta del Hotel Alcázar

Banderas a media asta del Hotel Alcázar / M. G. (Sevilla)

Los bares de Sevilla se han cabreado con el Gobierno. Y no les falta razón. Antonio Luque largó ayer de lo lindo. Les permiten abrir, lo que suspende ya el derecho a acogerse a los Ertes, pero con los aforos limitados en las terrazas y en el interior. Con las posibilidades de clientela reducidas no se pueden mantener los empleos. ¡Como no vayan los militares de la UME a servir las mesas! El sector, constituido por tres mil bares en Sevilla, se ve abocado a la ruina al igual que los hoteles. Sin opciones a viajar entre provincias y sin posibilidad de usar los zonas comunes, ¿quién se hospeda en un hotel? La lleva clara el Alfonso XIII como tenga que esperar a que los sevillanos reserven habitaciones. Y más aún los establecimientos de la Costa del Sol, el vellocino de oro del turismo español, si tienen que depender de los malagueños. Pero los ministerios implicados, he ahí la clave, tampoco quieren quedarse a la cuarta pregunta.

Las arcas comienzan a flaquear. La carroza del Estado no tiene caramelos para todos, el verdadero rostro de la crisis no ha hecho más que comenzar su primera fase… El Estado necesita que se inicie la actividad en ciertos sectores. Pero los bares amenazan con no abrir sencillamente porque no es viable. Y España sin bares no es España. Adiós a la paella. Una nación con cultura mediterránea sin tabernas es como la historieta de Mortadelo y Filemón en la que había que vivir sin café. Una tragedia. En casa se puede estar, pero no en la calle sin bares. Cuidado que se puede perdonar casi todo, hasta la fatuidad máxima de un presidente resultado del marketing, menos dejar los bares en la ruina.

El Hotel Alcázar ha izado las banderas a media asta. La Junta de Andalucía todavía es reacia al luto, más allá de los minutos de silencio solicitados el pasado domingo. Llevamos lamentados 1.188 muertos, pero las medidas oficiales de recuerdo y homenaje a las víctimas todavía no se anuncian en Andalucía. En cambio, el Grupo Popular en el Ayuntamiento lleva días exigiendo a Espadas que no espere a finales de mayo para guardar el luto.

El sector agrícola demanda ayudas. La crisis de los precios que ya se acusaba antes de la pandemia se suma ahora a los problemas derivados del estado de alarma. El sector es fundamental en la economía andaluza. Un sector del que los jóvenes, por cierto, no quieren saber nada. La Junta anuncia el fichaje de un nuevo responsable de Protocolo, el teniente coronel Modesto Cabezas López, de Écija. El Ayuntamiento de Sevilla ya tiene un militar, Francisco José Martínez Yuste, en esas lides desde los tiempos de Monteseirín. El Ayuntamiento será desinfectado por segunda vez el próximo sábado. Esta vez se prestará especial atención a las zonas comunes y a las salas que se han usado especialmente estos últimos días. El tratamiento se aplicará de 09:30 a 12:30. Ninguna dependencia puede ser usada durante las tres horas siguientes a la desinfección.