Las doce uvas de Sevilla: el perfecto salón de celebraciones y el laboratorio de ensayo de pactos tranquilos entre el PP y Vox

La Caja Negra

Sevilla afronta 2026 con estabilidad presupuestaria, con un ojo puesto en las elecciones andaluzas y pendiente de adaptar sus estructuras a la multiplicación de actos en la vía pública

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Agentes con motivo de la Cumbre de la ONU celebrada en Sevilla el pasado verano.
Agentes con motivo de la Cumbre de la ONU celebrada en Sevilla el pasado verano. / Juan Carlos Muñoz

Sevilla pierde habitantes y ciertas polémicas revelan que también sufre un déficit de sentido del humor. La ciudad sigue sin actualizar sus estructuras para hacer frente a la era de los excesos, pero en el terreno político funcionan por segunda vez los pactos entre el PP y Vox, el modelo que dicen que previsiblemente se tendrán que normalizar en España en los próximos meses. La ciudad afronta 2026 con estabilidad presupuestaria, pero también anclada como el destino de un turismo que sigue sin ser del nivel deseado. Ofrecemos doce claves, como doce uvas que marcarán el final de año

Primera uva. La baza del sanchismo. Queda año y medio de mandato. José Luis Sanz tendrá presupuestos en 2026 gracias a un acuerdo con Vox, el aliado natural del PP. El pacto se ha suscrito un par de días antes de Navidad, lo que rebaja el eco de los focos. Todos los alcaldes tienen períodos de zozobra, pero Sanz tiene cierta suerte de cara. No entusiasma, ni falta que le hace. Tiene en el sanchismo su principal ventaja. El PSOE está lastrado mientras el actual presidente siga en la Moncloa. María Jesús Montero no entusiasma en Andalucía, tampoco ella termina de apostar por esta tierra al cien por cien, cuando sería más necesario que nunca para los intereses del partido. Javier Fernández, presidente de la Diputación, y el ex alcalde Antonio Muñoz, líder de la oposición en el Ayuntamiento, tienen buenas marcas personales, pero el contexto condiciona de momento cualquier intento de prosperidad para afrontar aventuras con cierta solvencia. Para ellos toca esperar y mantenerse expectantes. La ciudad estrenará el año con la certeza de unas cuentas municipales y, de nuevo, tirando a golpe de acontecimientos extraordinarios (en 2025 fue la gran procesión de Roma, la cumbre de la ONU y alguna final en el Estadio de la Cartuja) y con los retos pendientes de siempre.

Segunda uva. Las relaciones con Vox. La verdad es que Vox es un grupo que se conforma con poco en el Ayuntamiento. Aceptan las baratijas que el PP le ofrecen para cerrar las cuentas o acabar con conflictos como el de la Policía Local. Son diferentes a los de otros territorios en los que los de Abascal tienen los dientes más afilados y están más ideologizados. La verdad es que Sanz nunca los ha despreciado y ha expuesto con frecuencia que jamás ha visto que Vox sea un partido que vaya contra la Constitución, ni que sea antisistema, ni de una peligrosa extrema derecha. A la chita callando, el alcalde ha evitado siempre la confrontación con un partido en el que tiene discretos y buenos contactos. Lleva dos presupuestos aprobados gracias a Vox, por lo que tiene experiencia en el terreno al que el centro-derecha español parece que tendrá que acostumbrarse en los próximos tiempos a la vista del resultado extremeño y de las tendencias en toda Europa. El alcalde sabe que en 2027 ya no tendrá presupuestos aprobados antes de las elecciones al ser año de elecciones municipales, pero de momento se ha garantizado la estabilidad sin recurrir a la cuestión de confianza. La izquierda a la izquierda del PSOE en la Plaza Nueva es una combinación de exotismo e irrelevancia. Atrás quedan los años en que contaba con portavoces de reconocida notoriedad (Luis Pizarro, Paula Garvín o Antonio Rodrigo Torrijos).

Juan Manuel Moreno y José Luis Sanz en una imagen de 2025.
Juan Manuel Moreno y José Luis Sanz en una imagen de 2025. / M. G.

Tercera uva. Colapso cofradiero. Pocos recordarán un año con más procesiones y actos de hermandades tanto en Sevilla como fuera de la ciudad. Estamos inmersos en una era de la que no se intuye el final. Las hermandades aparecen ya más como signos identitarios que como protagonistas activas de un fenómeno religioso conocido como piedad popular. El caso es que hay público para todas las procesiones, sean las que sean. Hay elecciones en las cofradías que son los nuevos ‘supermartes’ de la política norteamericana en versión morada. El estallido de actos no está generado solo por las cofradías, la ciudad en sí misma es la sede de cientos de eventos de todo tipo. Y las estructuras de seguridad (Policía Local), transportes y limpieza continúan sin estar adaptadas a un uso disparado de la vía pública.

Cuarta uva. Sevillanos en la diáspora. Se empieza la construcción de nuevos barrios al fin que cambiarán la ciudad por el Norte, el Sur, el Este y el Oeste. Pero en razón del precio de la vivienda, muchos serán obligados a no poder vivir en Sevilla. ¿Quiénes vivirán en tantos nuevos pisos a precios tan elevados? La reacción, a la espera del necesario impulso de Emvisesa, es la formación de una suerte de Sevilla en la diáspora por quienes no pueden ni barajar la posibilidad de vivir en un barrio de la capital a 20 o 30 minutos del centro a golpe de bonobús, una Sevilla que crecerá absolutamente al margen y lejos de un centro entregado al turismo barato y las franquicias despersonalizadas. El tipo de comercio revela, como admiten altos directivos de hoteles, que la clientela general está lejos de ser la de un perfil de alto poder adquisitivo.

El turismo que colapsa las calles del centro.
El turismo que colapsa las calles del centro. / M. G.

Quinta uva. La consolidación de ‘Sevillalandia’. Con este término se denomina en Madrid a la facilidad para venir a Sevilla de escapada de relax. Somos un destino de fin de semana y de fiestas de primavera. La ciudad oficial vivaquea de lunes a viernes entre desayunos informativos, presentaciones de eventos a mediodía, e inauguraciones de hoteles y restaurantes por la noche. La clásica pregunta sobre de qué vive Sevilla tiene una respuesta clamorosa en la práctica. En el Parque Tecnológico de la Cartuja, ciertamente muy superior en cifras a las de otras ciudades, se apuesta por recalificar el Canal para que acoja hoteles y bares en lugar de darle entrada a más empresas de innovación y servicios avanzados. Más claro, el agua (que hace años no fluye por el Canal). Somos un destino barato y simpático. O, si lo prefieren, con mucha marca. Otra cosa son los pilares de la marca. Urge llevar a los turistas más allá de un Centro congestionado, para lo cual el fomento de los cruceros por el río y de los destinos de la provincia son fundamentales.

Sexta uva. Estancamiento en habitantes. Hemos tirado la toalla para alcanzar, superar y consolidarnos por encima de los 700.000 habitantes. Dos Hermanas ya está en los 150.000. Sevilla tiene suelo, pero la lentitud burocrática (y las cargas impositivas) hacen que la producción de viviendas sea lenta y cara. La ciudad se expandió hacia el Sur en la década de los 30. En los años 50 y 60 surgieron las grandes barriadas residenciales en torno al centro urbano creando un segundo anillo (Los Remedios y Nervión son dos buenos ejemplos). La construcción de las Setas revitalizo el Norte del casco antiguo y en ese tiempo asistimos a la revalorización de barrios como Triana y el Tiro de Línea, pero no siempre es por la deseable suma de nuevos habitantes, sino por el negocio de los alojamientos turísticos. El reto de la población aparece como un imposible en las condiciones actuales. Los pueblos son la única alternativa de residencia para muchos sevillanos.

Séptima uva. Delincuencia. En 2025 hemos visto a los tripulantes de una narcolancha con toda tranquilidad por el Guadalquivir y saludando a su paso por la capital. Tratamos de revitalizar el río en su relación con la ciudad con nuevos proyectos urbanísticos de impacto, pero mientras se nos cuelan los traficantes. Ha sido un serio aviso. No es un problema exclusivo del Marco de Gibraltar.  Cuidado con el denominado ‘narcobienestar’ que mantiene esta actividad normalizada y en apogeo. En Isla Mayor recibieron a la Policía a pedradas cuando los agentes fueron a practicar arrestos.

Dispositivos para grandes acontecimientos.
Dispositivos para grandes acontecimientos. / M. G.

Octava uva. Inundaciones y el apagón. En 2025 hemos comprobado ‘in situ’ que somos tan frágiles como otras ciudades cuando se producen ciertas amenazas. Podríamos ser más previsores y, por ejemplo, preparar la ciudad en los largos meses de calor para otoños e inviernos adversos. Llama la atención que la red de alcantarillado se nos colapse en pocas horas. Y que revivamos estampas de riadas de los años 60. Parecían superadas, propias de reportajes de efemérides, pero han vuelto a todo color. Algunas parecían fotomontajes, pero eran la pura y dura realidad. Tenemos tan cerca el riesgo de sequía como el de las inundaciones. Sin olvidar el gran corte de luz que nos devolvió al estado analógico.

Novena uva. El reto de los jóvenes. Una ciudad consagrada al turismo y a los acontecimientos extraordinarios no parece ofrecer las condiciones precisas para multiplicar las opciones laborales de los cientos de jóvenes que se forman en las universidades que precisamente tienen aquí su sede. Muchos jóvenes se marchan soñando con un retorno, pero las carreras profesionales para quienes no son funcionarios fuera de Sevilla (y de España) son más atractivas. El distrito de Madrid sigue siendo el punto de partida para estos objetivos. Sevilla es una ciudad idónea para volver en los días de las fiestas mayores. Y pasar para recoger ropa camino de las playas de Huelva, Cádiz o la Costa del Sol.

Décima uva. La vida en un suspiro. La muerte acecha a la bajada de un puente, o en una rotonda de Nervión. Vas en moto por el Puente del Cachorro o el de San Bernardo y te encuentras con el fatal destino. Son las historias de la ciudad y el paso de los días. In ictu oculi en los lienzos de la realidad a finales de 2025. En otras ocasiones se roza la tragedia como en el reciente accidente del autobús urbano junto a los Caños de Carmona, o aquel del microbús C-5 en la Plaza del Duque no hace tanto tiempo. Un repaso al pasado permite comprobar las veces que la ciudad se libra de sufrir grandes siniestros.

Antonio Muñoz, ex alcalde y portavoz del PSOE en el Ayuntamiento.
Antonio Muñoz, ex alcalde y portavoz del PSOE en el Ayuntamiento. / M. G.

Undécima uva. Una Sevilla con menos sentido del humor. Hay polémicas que revelan que la ciudad ha perdido mucho sentido del humor. Se sufre en los carteles, de Semana Santa o de la cabalgata. Sevilla no es inmovilista, lo demuestra la nueva arquitectura, el cambio de fecha de una cabalgata o del formato de la Feria hasta dos veces en pocos años, pero sí pierde cierta calidad de vida como urbe. El grado de vehemencia que se aprecia en demasiadas ocasiones es realmente llamativo y, sin duda, propiciado por la plataforma de las redes sociales. Se evidenció en verano con la restauración fallida de la Macarena, como se ha sufrido con el cartel de la cabalgata por el mero hecho de que aparece una camiseta de uno de los dos grandes equipos de la ciudad. Los excesos no solo se aprecian en la calle.

Duodécima uva. Seamos positivos. Tenemos una Alta Velocidad peor que nunca, pero el tranvía ya avanza una ‘chicotá’ más y llega hasta el final de Luis de Morales. La nueva Línea de Metro se intuye lejos, pero ya funciona el tranvibús que conecta Nervión con Sevilla Este. En 2026 estrenaremos nueva empresa al frente de la Plaza de Toros (José María Garzón por Valencia), nuevo equipo al mando del Consejo de Cofradías a partir de junio y nueva estructura de la Junta de Andalucía a raíz de las elecciones autonómicas en fecha por concretar. Nos hemos acostumbrado a la falta de limpieza y de taxis en horas punta, y a que cientos de policías locales se den de baja en caso de negociaciones con el gobierno a cuenta de las productividades. Normalizamos pronto ciertas carencias y determinados conflictos. Así no avanzamos, pero sufrimos menos.

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