Además de buena bailarina y bailaora, como avala su sólida y heterogénea carrera, tanto en solitario como en Malucos Danza y otras compañías (incluida la finlandesa Kaari&RoniMartin), la almeriense Mariana Collado posee un dominio absoluto de la escena. Por ello, partiendo con gran frescura de un puñado de tópicos del flamenco, desde el minuto uno se mete al público en el bolsillo, poniéndolo incluso a hacer compás por tangos.

A partir de ahí, junto a su compañero, el bailarín de contemporáneo y actor argentino Lucio A. Baglivo, lo conducirá durante una hora por un camino lleno de meandros cuyo hilo conductor es un humor no exento –especialmente al final- de momentos más dramáticos y de un deseo de trascendencia.

En una especie de versión moderna de Carmela y Paulino (protagonistas de la obra de Sanchis Sinisterra Ay, Carmela), con una enorme complicidad, la pareja se va enredando en una relación, fundamentalmente física, llena de dardos inocentes e incruentos, de abrazos y, sobre todo, de baile.

Originales coreografías que transitan de la individualidad del tango flamenco a la confrontación del argentino y que la pareja interpreta con un dominio realmente admirable.

Ambos hacen alarde de diferentes técnicas y se mueven en distintos registros. Tal vez demasiados, ya que LyM (2.0) a veces se dispersa y el flamenco –que es emoción- aparece más como un ejercicio de virtuosismo o como un generador de imágenes poderosas y originales como la de la bata de cola.

Da la impresión de que, detrás de los tópicos, ambos tienen grandes potencialidades que no han desarrollado, cosas que podrían decir (y bailar) dando un paso más en una sola dirección.

Con todo, queda claro que ambos son dos magníficos y versátiles artistas a los que el público aplaudió fervorosamente. 

Esta noche, con ocasión del Fest, Mariana y Lucio repiten a las 20:00 en el Teatro La Fundición.