“La Alacena de las Monjas es ahora un sitio de sushi”

Pablo Cano tenía cinco años cuando muere su padre, el cantante Carlos Cano, muerte de la que hoy se cumplen 25 años. Con la misma edad que lo hizo su progenitor, 29 años, su hijo saca las canciones de su primer disco

Pablo Cano ha hecho este disco al dictado de una carta que le dejó escrita su padre. / carlos sánchez gómez

Cuando nació le iban a poner Carlos “pero decía mi madre que me parecía tanto a mi padre que de mayor iban a empezar las comparaciones”. Pablo Cano (Sevilla, 1996) cumplió cinco años justo un mes después de la muerte de su padre, Carlos Cano (Granada, 1946-2000). Este viernes son 25 los años de su ausencia. Y durante ocho viernes de otoño, invierno y primavera su hijo varón, el hermano de Amaranta y Paloma, está evocando su presencia con las ocho canciones de su primer disco, Flor de Habanera. “Lo hago con 29 años, la misma edad con la que mi padre sacó el suyo”.

Es un proyecto discográfico “más emocional que musical” en el que el éxito “es accesorio”. El disco está hecho en realidad al dictado de una carta que su padre le escribió en 1998 y apareció muchos años después dentro de una chaqueta en un armario. En 1995, Carlos Cano había sobrevivido a un aneurisma y, consciente de su vulnerabilidad, le dejó a su vástago un legado en forma de testamento epistolar. “Si quiere un mundo justo, que transforme su vida en algo mejor”, le dice al niño con el que aparece fotografiado, los dos con sendas guitarras, preparándolo para “un tiempo en que es peligroso tener memoria, ser libre y amar lo imposible”.

Pablo Cano nació en Sevilla “pero mi madre dice que por carácter parezco granadino”. Manu Sánchez, que será el pregonero del Carnaval de Cádiz (también lo es de la Cabalgata de Reyes de Sevilla) lo ha invitado al palco del Falla donde su padre, con el periodista Antonio Burgos, pregonaron la fiesta de la diosa Momo el 12 de febrero de 1988. También le ha invitado a que participe en el programa que Canal Sur hace mañana en los 25 años de la muerte de Carlos Cano. El coro de Julio Pardo acompañará a los acordes de La murga del Currelante, una canción autobiográfica del cantante autodidacta que fue limpiabotas y chico de habitaciones en un hotel de Suiza, albañil en Alemania, camarero en Holanda y siendo emigrante en Cataluña vio allí por primera vez una bandera verde y blanca a la que terminaría cantando en lo que es el himno oficioso de Andalucía.

El hijo de Carlos Cano bebe de las mismas fuentes musicales que su padre: Violeta Parra, Mercedes Sosa, Nina Simone, Amalia Rodrigues, María Dolores Pradera. Ésta última era como de la familia. “De todas las versiones que se han hecho de las canciones de mi padre, sólo en ella lo veo al cien por cien. En sus últimos años nos llamaba, nos contaba chistes, me cantaba por teléfono. Nunca he llorado tanto como el día que en el camerino del Lope de Vega me cantó Luna de Abril”. En uno de los temas de Flor de Habanera, le hace un guiño cuando “los jazmines florecen y crecen praderitas sin dueño, ay limeño”.

Con Carlos Cano, Pablo Cano comparte aficiones como la poesía, la cocina o la jardinería. En uno de sus brazos se ha tatuado un olivo y la triada de flores de una canción de su padre: la acacia, el romero y la albahaca. Tuvo un accidente de automóvil que le emborronó la albahaca, pero ahí sigue. “Sin el dinero del seguro de ese accidente no hubiera podido hacer este disco”. Tenía cinco años recién cumplidos cuando muere su padre. “Tengo recuerdos muy puntuales. Algún viaje a Cádiz o a Granada”. Le da cierto pudor confesar que su padre “conducía muy mal”. Y se ve a sí mismo sentado en la butaca roja de un teatro en una prueba de sonido de Carlos Cano. “En ese recuerdo veo a Paco, su batería. Un admirador suyo me ha reconstruido el momento, fue la grabación del Diván del Tamarit en Barcelona”. Un Carlos Cano granadino, gaditano y muy americano con las Madres argentinas de la Plaza de Mayo y los niños de Cuba.

Cuenta con colaboraciones de Miguel Poveda, Javier Ruibal o Rocío Márquez

Cuenta con colaboraciones de Miguel Poveda, Javier Ruibal o Rocío Márquez

El primer tema que salió fue Flor de Habanera. Viernes, 10 de octubre. Alfa y omega. El primer disco de su padre A duras penas, con un tema en el que de fondo se oye un quejío de Enrique Morente. El último, Así cantan los niños de Cuba, con el proyecto inconcluso de Negro de sombras que su hijo ha retomado. El viernes 7 de noviembre salió La jungla, con Pasión Vega de cómplice simpar. “Me dirijo a él, que asoma por primera vez a la jungla de la vida”, le escribía su padre en esa carta.

El 28 de noviembre de 2000 fue el último día que Pablo y Eva, su madre, lo vieron con vida. 25 años después sacó el tercer tema del disco, Lo imposible, con Chico Pérez y Paloma Cosano. Hoy, bodas de plata de un funeral, saldrá Algo especial, con la colaboración de Miguel Poveda, hijo de emigrantes, ya versado en el Diván del Tamarit. El viernes 9 de enero, como regalo de Reyes, la canción Curación, con el respaldo de Antonio Martínez Ares y Lynn Milanés, hija de Pablo Milanés. El viernes 23 de enero, Como si todo empezara de nuevo, con el laudista y buzukista marroquí Sihail Serghini, que trabajó con su padre en El Diván del Tamarit. El viernes 6 de febrero, Cueca del Roble, con el guitarrista sevillano Álvaro Ruiz. El 27 de febrero, Nada más le pido (son las últimas palabras de la carta de su padre). “Para esta canción, Rocío Márquez llegó con la garganta rota de una actuación en Córdoba y nos impresionó a mí y al productor, David González Moreira”. Con la primavera, el 20 de marzo, se cierra, que no se marchita, la Flor de Habanera con el tema Olvidar para siempre. A su lado, Javier Ruibal, que fue amigo de su padre y como él pregonó el Carnaval de Cádiz.

Padre e hijo se estrenaron con 29 años. Con vidas y épocas distintas. La última entrevista a Carlos Cano se la hizo Jesús Quintero, el mismo que le hizo a su hijo Pablo la primera con 16 años, a los doce años de la muerte de su padre. Carlos entró en la música por un amigo de la tuna. Sello que nunca abandonó “con la presencia de la bandurria para los tanguillos de Cádiz o los fados portugueses”. Pablo Cano es bético “por mi padre”. En el campo del Betis interpretó el Himno de Andalucía en un partido de la selección andaluza con Fernando Hierro de capitán.

Al dictado de la carta de su padre, ha ido reconstruyendo sus pasos. “Quiero cantar en los pueblos donde estuvo, en los teatros donde cantó”. Ha vuelto a su casa del Realejo en Granada, ha tenido muy presente a Lorca, “a mi abuelo materno lo fusilaron como a Federico”. Quiere seguir el mandato de su progenitor, “que oiga la música hermosa de la soledad de los hombres”. No todo está igual. “La Alacena de las Monjas es ahora un sitio de sushi”. Granadino de Sevilla, el niño que iba a ser Carlos está como el padre que lo fue “perdido entre el Sur y ninguna parte”.

La última actuación en Sevilla, 16 de octubre de 2000, un homenaje a la Copla en el Lope de Vega, se suspendió cuando se conoció la noticia de que ese día un comando etarra había asesinado en su consulta al otorrino Antonio Muñoz Cariñanos, al que más de una vez había ido Carlos Cano a que le hiciera la ITV de su garganta.

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