DIRECTO Madrugá Sevilla en directo | Semana Santa 2024

El tiempo El tiempo en Sevilla para la Madrugada

Cultura

La guerra de sucesión

  • Planean demasiadas dudas y zonas de sombra sobre el proceso de nombramiento de un nuevo director artístico.

A falta de su presentación pública, pero cerrada la programación del Teatro de la Maestranza y de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla para la próxima temporada, la atención se centra ahora en conocer quién ocupará el puesto de director artístico de ambas instituciones, cargo que ha venido desempeñando en los últimos diez años el madrileño Pedro Halffter Caro. Sin acuerdo entre las administraciones de las que dependen ambos organismos, el proceso sucesorio se ha planteado de forma harto mejorable. A pesar de que el contrato de Halffter que ahora expira se firmó hace cinco años, nada se ha previsto hasta última hora, lo que unido a las declaraciones poco meditadas y con un inconfundible sesgo demagógico de Luciano Alonso, consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, ha generado un ruido innecesario y provocado que el debate se esté convirtiendo en una disputa en torno a la personalidad del aún responsable artístico de Maestranza y ROSS y apenas se esté dirigiendo a lo que de verdad importa: cuáles son las verdaderas necesidades de orquesta y teatro y cuánto estamos dispuestos a gastarnos para atenderlas.

Perdida ya la ocasión de una sucesión ordenada, que podría haber contemplado la cohabitación del actual director y su sucesor al menos en el último año de su gestión, una fórmula que se aplica en festivales, teatros y orquestas de todo el mundo con excelentes resultados, lo único que quedaba por hacer era el diseño de un proceso limpio, transparente e integrador. Pero parece que ni eso está siendo posible. Todo se está haciendo con una clamorosa falta de tacto hacia las personas implicadas (incluida la gerente Remedios Navarro, cuyo contrato termina a finales de junio) y con una opacidad del todo punto inaceptable. A principios de abril el Consejo de Administración de la ROSS decidió crear una comisión de expertos para el nombramiento del nuevo director, pero los nombres de esa comisión aún no se han hecho públicos, el papel de los músicos de la orquesta en ella no se ha definido y, lo que es peor, ni siquiera el tipo de procedimiento a seguir se ha aclarado del todo: el concurso abierto que en principio proponía la Junta ha quedado convertido al parecer en un proceso de concurrencia, por el cual serán las instituciones las que invitarán a los candidatos seleccionados para que presenten sus proyectos, sin que haya posibilidad de que quienes lo deseen opten al puesto libremente, como ocurrió en los casos de las orquestas de Córdoba y Málaga que pasaron por situación similar en los últimos dos años. Mientras se van filtrando los nombres de los miembros de la comisión técnica, de los candidatos preferidos por cada cual y hasta algunas estrategias diseñadas a varios años vista, que parecen apoyarse más en deseos que en realidades, el tiempo pasa y sobre orquesta y teatro sigue planeando la sombra de la parálisis y la pérdida de importancia e influencia en el marco musical y escénico de España. Con unos presupuestos menguantes y unos proyectos artísticos difusos y en franco retroceso, el proceso sucesorio llega en un momento especialmente inoportuno, con muchas cosas por hacer.

Como prioridades básicas Maestranza y ROSS necesitan continuar con la tarea de captación de patrocinadores privados puesta en marcha desde la gerencia en los últimos años; tienen que definir un proyecto artístico mínimamente audaz, moderno y singular, que esté más cerca de la propuesta original de Halffter -quien no ha tenido el suficiente nervio para defender donde correspondía la idea de renovación de repertorio con la que llegó en 2004- que del populismo sin futuro de las últimas temporadas; tienen que desarrollar políticas más agresivas de captación y formación de público, sacando a la orquesta más veces del teatro si ello fuera preciso; tienen que ser capaces de vincular con más vigor su marca al atractivo turístico de la ciudad; tienen que integrar en su proyecto a las otras grandes instituciones musicales sevillanas, empezando por la Barroca… Y todo ello tienen que hacerlo con Halffter o sin él: con la gestión artística de un director discutido no sólo por alguno de sus patronos sino también por buena parte de la plantilla de su orquesta o con la de cualquier otro que ni ha diseñado ni participa en la programación de la temporada. Coyuntura muy delicada para el futuro cultural de Sevilla. Ya que la gestión política está siendo profundamente torpe e irresponsable, esperemos que al menos los cañones dejen de bramar entre los técnicos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios