Un viaje al pasado en busca de "las raíces" de la Primavera Árabe

Maha Akhtar presenta en Sevilla 'Las huellas en el desierto', su segunda novela tras el gran impacto de sus libros autobiográficos

Maha Akhtar (Beirut, 1963), antes de la presentación de su nueva novela en la Feria del Libro.
Francisco Camero Sevilla

30 de mayo 2014 - 05:00

En poco más de un año la vida de Maha Akhtar cambió por completo: su matrimonio terminó después de 15 años, perdió su trabajo en la CBS, donde fue durante una época la mano derecha del presentador Dan Rather, descubrió que su familia no era la que ella pensaba que era y por último, inevitablemente, supo que tampoco ella misma era la persona que ella creía ser. De todo ello dio cuenta en La nieta del maharaní y La princesa perdida, dos libros autobiográficos surgidos de un "proceso personal bastante doloroso" pero también catárticos, y que hicieron de ella, además, una autora a la que le siempre le acompaña ya el apellido best-seller.

En esos dos primeros libros Akhtar contó primero cómo supo que ella era una de las nietas del marajá de la India, fruto del matrimonio de éste con la cupletista malagueña Anita Delgado, y por lo tanto princesa, condición que el Estado indio le reconoció aunque el título hoy no valga "absolutamente para nada", y después, en el segundo, las consecuencias de ese descubrimiento y cómo pudo llegar a perdonarle a su madre 42 años de ocultamiento de la verdad. Ahora regresa con un libro basado también en hechos reales, históricos, pero protagonizado por personajes de ficción, lo cual le ha resultado, como confesaba ayer horas antes de presentarla en la Feria, muy liberador.

Las huellas en el desierto, segunda novela como tal de Akhtar tras Miel y almendras, cuya segunda edición ya está a punto de lanzar Roca Editorial, es la historia de una historia de amor en un tiempo convulso y en una ciudad que exuda Historia, El Cairo en 1916, donde la escritora recrea la lucha de los habitantes de la península arábiga contra el Imperio otomano y por el que se deslizan personajes reales como Lawrence de Arabia. A ese lugar sitiado por la guerra acaban llegando Noura y su marido, Khalid, en plena huida, ante el riesgo de que el trabajo de espionaje de éste para una organización nacionalista libanesa haya sido descubierto en Turquía.

"Mis tíos son libaneses y en este momento viven en Beirut, pero hace tres años estaban en El Cairo y recuerdo que un día estaba yo precisamente aquí, hace tres años en Sevilla, y vi en la televisión las concentraciones en Tahrir... Llamé a mi tía inmediatamente, y empezó a contarme todo lo que veía, la plaza llena, sobre todo de estudiantes, gente que quería vivir una vida diferente a la de sus padres... Me paré a pensar de dónde venía toda esa fuerza, cuáles eran las raíces de ese moviminto, y llegué hasta 1916", explica Akhtar, que vive en Nueva York, donde se gana la vida como periodista free-lance en revistas de moda y tendencias, y que hasta hace poco tuvo casa en el centro de Sevilla.

La autora observa con interés el presente y el futuro de una Primavera Árabe cuyas "consecuencias reales no conocemos todavía". "Estos cambios son muy lentos, y además esa parte del mundo lleva 600, 700 años igual. ¿Hasta dónde llegará ese seísmo social? No podemos saberlo hoy. En Egipto ha vuelto a haber un golpe de Estado... La verdad: ¿qué ha cambiado? Pero la gente sigue luchando, y espero que no deje de hacerlo, porque si no luchamos ¿qué tenemos entonces?, absolutamente nada". En cualquier caso, a pesar de cierto escepticismo, ella se declara optimista, lo cual se nota también en el libro: "Tiendo a pensar que el amor y la amistad siempre triunfan", dice.

Precisamente porque conoce ambas culturas, Oriente y Occidente, y porque no ha parado de viajar -en los mejores años de The Cure, en los 80, fue también asistente personal del grupo durante sus giras-, Akhtar no entiende el recelo tan generalizado hacia el mundo árabe. "Por desgracia tiene esta reputación de ser fundamentalista... ¡Pero son sólo unos pocos, así que se podría decir exactamente lo mismo de los católicos! Es una cultura diferente, una manera de vivir diferente... pero son seres humanos: no son de Júpiter, sabes. La culpa es de los medios de comunicación".

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