Análisis

cristina Sanchez-rodas navarro

Catedrática de Derecho en la Hispalense

Lorenzo Lebrón de Quiñones, primer jurista insigne de la Universidad de Sevilla

Este magistrado personifica los mejores valores de la cultura española

Lorenzo Lebrón de Quiñones nació en Guadalupe (Cáceres) en 1515 aunque pasó parte de su infancia en Santo Domingo, donde su familia se instaló tras el nombramiento del cabeza de familia como magistrado de su Audiencia.

Desde la isla La Española fue enviado por su padre a la metrópoli y en 1530 se encontraba estudiando en el Colegio de Santa María de Jesús, embrión de la Universidad Hispalense, como atestiguan tres documentos custodiados en el Archivo de Protocolos de Sevilla.

En 1547 fue nombrado magistrado de la recién creada Audiencia de Nueva Galicia (México).

Fue sin duda un hombre intrépido y valiente que antepuso su deber de administrar justicia "en la tierra más áspera y enferma que hay en las Indias" a sus propias ambiciones personales.

Fray Rodrigo de la Cruz lo describió como "persona muy suficiente para cualquier cosa y hará todo cuanto Vuestra Majestad le mandare, muy a la letra".

Dado que el propio Lorenzo Lebrón de Quiñones en una carta al rey de 1558 invocó al "tiempo como testigo", comprobamos cómo los siglos transcurridos no han restado un ápice a la gesta que llevó a cabo al proclamar él solo las ordenanzas de la Audiencia de Nueva Galicia en 1549 en la más inhóspita de las fronteras occidentales del Imperio español. Como hombre de palabra, cumplió su promesa al monarca de "morir en su real servicio como lo han hecho mis pasados".

El tiempo también atestigua que Lorenzo Lebrón de Quiñones sigue personificando los mejores valores de la cultura española en un tiempo y en un territorio del que él afirmó que "en realidad la vida de allí es muerte".

En la Relación Sumaria que Lebrón de Quiñones escribió de la inspección que llevó a cabo entre 1551 y 1554 a doscientos pueblos de Nueva España, este magistrado no dudó en denunciar los cargos, excesos y malos tratamientos hechos a los naturales a los que hacían trabajar "con tan poca caridad y refrigerio como si de parte de nuestra nación no hubiera cristiandad ni temor a Dios". Hizo de la defensa de los derechos de los naturales su bandera e intentó con tesón hacer cumplir las Leyes Nuevas, entre cuyos objetivos estaba la abolición total de la esclavitud de los nativos.

Lorenzo Lebrón de Quiñones puso coto a los abusos de los conquistadores y de los clérigos, por lo que ha sido comparado con Bartolomé de las Casas. Bien podría haber hecho suya la frase del Quijote: "Son mis leyes el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal".

No dejó indiferente a nadie que se cruzase en su camino y, con la misma pasión que lo atacaron sus detractores, lo defendieron sus partidarios. Entre los primeros se encontraban los magistrados de la Audiencia de México, contra los que Lorenzo Lebrón vertió durísimas críticas en la carta que escribió al monarca español el 10 de septiembre de 1554.

Entre los partidarios de Lebrón, Alonso Álvarez de Espinosa -corregidor del pueblo de Ameca-, fue sometido a juicio por la Inquisición por afirmar que "quien decía mal de Lebrón de Quiñones decía mal de Dios y del Rey".

También suscitaría muchas envidias y le crearía aún más enemigos el panegírico que de Lebrón de Quiñones hacen los franciscanos en carta redactada por fray Ángel de Valencia de 8 de mayo de 1552, en la que lo proponen como presidente gobernador de Nueva Galicia y aun de la Nueva España, pues "tiene todas las cualidades convenientes y necesarias para tan preminente oficio y cargo". En la misma carta los franciscanos destacan su "bondad, sabiduría, letras y celo de la justicia".

A pesar de que Lebrón de Quiñones "encarna el ideal de los letrados profesionales hispánicos" los muchos enemigos que se granjeó en el ejercicio de su oficio consiguieron que fuera, finalmente, privado de su vara de justicia y encarcelado por orden del juez Pedro de Morones.

Siendo Lorenzo Lebrón de Quiñones un jurista que vivía por y para la aplicación del Derecho, que tomara la decisión de transgredirlo fugándose de la cárcel donde estaba preso y viajar a la metrópoli para recurrir ante el Consejo de Indias, revela la crisis de confianza en el sistema judicial del que él mismo formaba parte.

Finalmente, el Consejo de Indias lo absolvió y restituyó como magistrado de Nueva Galicia en 1561. Pero su rastro se desvanece en su viaje de regreso a Nueva Galicia, a cuya Audiencia no llegó nunca a reincorporarse, por lo que no tuvo en vida una total y completa reparación de su honor y su honra.

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