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Eduardo Florido

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Los feísimos borrones de una oda al fútbol

Flaco favor le hacen Vinicius y esta deriva tecnicista y antinatural a la memoria de Pelé

Vinicius le reclama la mano de Foyth a Soto Grado.

Vinicius le reclama la mano de Foyth a Soto Grado. / Domenech Castelló / Efe

Hasta el futbolín tiene sus reglas, que los contendientes consensúan antes del partido: no vale marcar de centro y sí vale pisarla y pasarla en la delantera... o viceversa. El fútbol también tenía las suyas, consensuadas por la ley consuetudinaria del juego hasta que la International Football Association Board empezó a darles carta de oficialidad desde 1886 a las reglas naturales, que tenían sus matices y sus variaciones. Hogaño, esas reglas están más en peligro que nunca por la deriva reglamentista con la que el fútbol-negocio protege el espectáculo, pisoteando hasta el criterio arbitral.

"Oda al fútbol en El Madrigal (Cerámica ni Cerámica)", escribió un compañero de redacción en Twitter. Fue difícil resistirse al me gusta, con recelo, porque esa oda al fútbol tuvo dos feísimos borrones que abundan en la deriva de su sustancia. Los dos penaltis pitados por Soto Grado, otro colegiado víctima del rigorismo reglamentista, fueron un escándalo contra este bello deporte, por contravenir las reglas naturales del mismo, tan depauperado por el exitismo, americanismo que es préstamo de Sampaoli, chamán de la verborrea que a veces cae presa de su propio exitismo.

El afán desmedido por el éxito, que es la definición del DRAE de exitismo, llevó a Vinicius a pedir mano de Foyth desde el mismo momento en que supera a Reina para que Benzema rematara a bocajarro... Poco le importaba ya que terminase en gol o no. Es verdad que el balón roza, lame, la mano de Foyth cuando éste eleva el brazo de forma instintiva en su afán de frenar al brasileño, pero la pelota sigue su dirección sin condicionar el éxito de la jugada. Y el afán desmedido por el éxito -reglamentista- llevó a Iglesias Villanueva, un peligro en el VAR, a obcecar a su colega: posteriormente pitó penalti de Alaba, que incluso intentó evitar el contacto tras su resbalón.

¿Se imaginan a Pelé pidiendo una mano mientras driblaba a un rival? Flaco favor le hacen a su memoria de genio del fútbol Vinicius y esta deriva antinatural y tecnicista.

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