La ventana
Luis Carlos Peris
Se abre la temporada de fuego real
LA guerra de Ucrania ha cambiado violentamente las expectativas económicas, financieras del mundo. Europa y España estaban alcanzando la recuperación. En España habíamos conseguido ya el nivel de empleo prepandemia. El objetivo era alcanzar la total recuperación a finales de 2022 o primer semestre de 2023. No obstante, en la salida estábamos teniendo complicaciones. El estrangulamiento de las cadenas de suministro globales no acababa de resolverse y la irrupción de una potente demanda mundial estaba disparando los precios de la energía y gran parte las materias primas. Una inflación enquistada podía frenar la recuperación. Los bancos centrales afirmaban que la inflación era transitoria. Pero la inflación persistía llegando a alcanzar cotas preocupantes en EEUU (7,8%), Europa (5;8%), España (7,5%) . La mayor en 40 años. La inflación de la energía y las materias primas estaba empezado a infiltrarse en el precio de todos los bienes finales y el corazón de la inflación, la inflación subyacente, alcanzaba cotas preocupantes: 3% en España, 2.8% en Europa y más del 6% en EEUU. Alarmados por la persistencia e intensidad de la inflación el Banco Central Europeo(BCE) y la Reserva Federal de EEUU (Fed), habían anunciado el inicio de la retirada de la liquidez a partir del mes de marzo y la Fed el inicio de una subida de tipos de interés gradual para. Aunque la recuperación continuaba siendo potente la limitación de la oferta por la ruptura de la cadena de suministros y la persistente inflación amenazaban la recuperación.
En este escenario, a la vez positivo e incierto, el Presidente de Rusia Putin sorprende al mundo con la amenaza de una invasión de Ucrania. Una guerra en el corazón de Europa. Fracasados todos los intentos de negociación diplomática, acontece lo que racionalmente creíamos imposible: la invasión de toda Ucrania mediante un ataque masivo y cruento de todas las ciudades importantes, incluida la capital Kiev. Putin había planificado una guerra relámpago que posibilitara el cambio de gobierno y la toma del poder. Pero Putin no había contado ni con la heroica resistencia del pueblo ucraniano y ni con la potente respuesta, sin fisuras, con sanciones económicas y ayuda armamentística de los países pertenecientes a la OTAN. Putin había infravalorado la potencia de las sanciones económicas impuestas por Europa y EEUU, con el apoyo de casi todas las naciones en la ONU. A medida que pasan los días, el presidente Putin, contrariado, intensifica las acciones bélicas, cada vez más cruentas y despiadadas, con miles de muertes y un millón de desplazados que huyen de la guerra. Rusia ha quedado aislada financiera y económicamente del resto del mundo, y avanza hacia un gran caos económico, financiero y social.
De las medidas adoptadas la más potente ha sido la expulsión de siete grandes bancos rusos del sistema internacional de mensajes y transferencias financieras conocido como Swift. Han permanecido dos grandes bancos, Gazprombank y Sberbank, que canalizan las transferencias relacionadas con el gas y petróleo, dada la gran dependencia de Europa del gas (40%) y del petróleo (25%) rusos. Especialmente Alemania, cuya dependencia supera el 60%. Dependencia que Rusia utiliza como arma geopolítica. En el último año Rusia ha reducido el suministro de gas a Europa en un 25% .Desviándolo hacia otros destinos como China, siendo una de las causas del encarecimiento del gas y la electricidad en Europa. La segunda medida más importante ha sido bloqueo de las reservas de divisas del Banco Central de Rusia (BCR). El presidente Putin había estado acumulando reservas de divisas desde la anexión de Crimea en 2014, hasta alcanzar los 630.000 millones de euros. El 36% en oro y yuanes, fuera del alcance de Estados Unidos. Más de la mitad de las reservas de divisas están bloqueadas.
La tercera medida ha sido la expulsión la deuda pública rusa de los mercados financieros .Lo cuál limita la capacidad de financiación del presupuesto ruso y de los gastos de mantenimiento de la guerra. La cuarta ha sido el bloqueo e incautación de toda la riqueza y patrimonio que tienen repartida por todo el mundo Putin, su élite y sus amigos oligarcas millonarios.
Todas estas medidas, y algunas más, están empobreciendo y asfixiado financieramente y bancariamente a Rusia. Al día siguiente el rublo se depreciaba un 30%. Pero lo más impactante era la fuga de capitales que está desangrando a Rusia. Además, cada día que pasa numerosas multinacionales que operan en Rusia anuncian su salida por razones de reputación. Los oligarcas millonarios, antes amigos, ahora le abandonan, y alguno pone un precio millonario a su cabeza. Las filiales europeas de mayor banco ruso Sberbank sufren fuga de depósitos. El BCE ha anunciado la liquidación de la filial de Austria. Mastercard y las multinacionales de medios de pago han suspendido la operatividad de sus tarjetas de crédito en Rusia. Los ciudadanos rusos hacen grandes colas en los cajeros automáticos para retirar sus depósitos. El banco central de Rusia este imprimiendo grandes cantidades de efectivo para suministrar a los bancos. El riesgo de una hiperinflación amenaza a Rusia. No sería de extrañar que asistiéramos a un corralito financiero. La respuesta del Banco Central ha sido subir los tipos de interés hasta el 20% para frenar la salida de capitales. Pero esta medida hundirá el consumo y la inversión y provocará una recesión. Otras medidas de control de capitales adoptadas no conseguirán detener la intensa huida de capitales y de empresas. Rusia se desangra financieramente a borbotones.
Las sanciones económicas tienen un efecto boomerang que recrudecerá las heridas, todavía abiertas, causadas por la pandemia: la inflación, las desigualdades, el paro y el crecimiento. El precio de las materias primas energéticas, del petróleo, del gas y de metales como el paladio, níquel, aluminio, platino y otros metales y componentes de los productos electrónicos se ha disparado. Ucrania es el Granero de Europa, cereales como el trigo, el maíz, el aceite de girasol y de soja, están catapultando los precios de los piensos y alimentos. Como consecuencia, la persistencia y el enquistamiento de la inflación y la espiral de precios salarios es una amenaza real. De prolongarse la guerra la estanflación es un escenario posible, que ni el BCE se atreve a descartar. El precio del petróleo ha sobrepasado los 115 dólares el barril de Brent y el precio del gas vuelve a alcanzar máximos. En España la factura de la electricidad ha tocado los 375 euros/ Mwh. Ante este escenario los bancos centrales tendrían que acelerar e intensificar la subida de los tipos de interés. Sin embargo la situación es tan preocupante e incierta, que es probable que hagan lo contrario, esperar, temerosos de provocar una mayor recesión. Por el mismo motivo la Comisión Europea ha decidido posponer la aplicación de las reglas fiscales de límites de déficit y de deuda, hasta ahora suspendidos. En España el presidente Sánchez ha anunciado un pacto de rentas, de salarios y beneficios, para contener una inflación que podría alcanzar los dos dígitos. Escenario posible si se prolonga la guerra.
Putin es el primer interesado en un conflicto bélico de corta duración, ya que la asfixia financiera y económica a la que está sometida Rusia no le permitirá mantener la guerra durante mucho tiempo. Pero no se sentará en la mesa de negociación hasta que no haya ganado la guerra e impuesto a un nuevo Gobierno. Putin está solo, sin apoyo internacional y en breve abandonado, traicionado por los suyos y disturbios sociales en la calle. No obstante, habrá que dejarle una salida por qué los dictadores autócratas, mesiánicos y ególatras, cuando están asediados y acorralados, en un callejón sin salida, son capaces de ejecutar las mayores atrocidades.
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