Crónica Personal

El punto débil de Pedro Sánchez

Cerco. El presidente se ve de pronto en el centro de los rumores sobre el futuro de su Gobierno por la polémica que atañe a Begoña Gómez

Pedro Sánchez, en un mitin en Valencia el pasado viernes.

Pedro Sánchez, en un mitin en Valencia el pasado viernes. / Rober Solsona / EP

Los adversarios de Pedro Sánchez han encontrado el punto débil de Pedro Sánchez. Los partidos de la oposición, los que aspiraban a cargos institucionales y se vieron desplazados por personas cercanas al presidente con muchos menos méritos que ellos, o incluso sin méritos; medios de comunicación discriminados por no defender suficientemente al presidente, empresarios maltratados por la misma razón, jueces hartos de presiones para actuar a conveniencia de los intereses socialistas, incluso miembros destacados del socialismo que se ven postergados porque Sánchez prefiere promover a personas de su entorno más íntimo aunque su profesionalidad y experiencia sea prácticamente nula... Todos ellos saben ya cuál es el punto débil del presidente de Gobierno: Begoña Gómez Fernández.

Con un título en mercadotecnia y negocios, trabajó como consultora en el grupo Inmark hasta que su marido accedió a la presidencia de Gobierno y después fue directora de del Africa Center del Instituto de Empresa y codirectora de la cátedra de Transformación Social Competitiva de la Universidad Complutense. Hasta principios de 2024, su papel como mujer del presidente se ha limitado a acompañarlo en algún acto institucional y protocolario, incluidos viajes al exterior, hasta que el escándalo Koldo García, el asesor del ministro Ábalos que presuntamente utilizó su poder e influencia para impulsar importantes operaciones económicas, algunas de ellas no muy respetuosas con la ley, sacó a la luz que Begoña Gómez podría haber intermediado ante el Gobierno para favorecer a varios de los patrocinadores de sus másteres en el IE y en la Complutense, fundamentalmente a Air Europa, que logró en torno a mil millones de euros en contratos del Ejecutivo, y ayudas a las empresas afectadas por la pandemia.

Desde Moncloa se negaron taxativamente estas supuestas mediaciones de Gómez hasta que El Confidencial publicó dos cartas de la esposa del presidente, con su firma, en las que expresaba su interés en algunas de las empresas patrocinadoras de sus masters que había presentado formalmente la solicitud de ayuda al Gobierno. Y que consiguieron. La polémica no había hecho más que comenzar.

Los desmentidos

Los desmentidos del Gobierno a las publicaciones que aportaban cada vez más datos sobre las actividades de Gómez, así como las descalificaciones a los medios que incidían en las investigaciones, provocaron que el seudo sindicato Manos Limpias, de trayectoria más que polémica en el pasado reciente, presentara una querella ante el juzgado 41 de Madrid, con unas consecuencias impensables: a las pocas horas de conocerse la noticia Sánchez leía una carta escrita por él mismo en la que expresaba todo su apoyo a su esposa y anunciaba que se tomaba cinco días de reflexión, con su agenda cancelada, para decidir sobre su futuro.

Durante esos días se siguieron publicando noticias que abundaban en el comportamiento irregular de de Gómez, con profesionales que veían claramente un delito de tráfico de influencias mientras otros afirmaban que no había tal delito, pero salieron a la luz toda clase de detalles sobre las actividades de la mujer del presidente, algunas muy polémicas porque demostraban que efectivamente los patrocinadores de sus másteres fueron muy generosos cuando ella los dirigía o codirigían, y no cuando ella dejó sus de colaborar con el IE. Air Europa, por ejemplo, pasó de contribuir con 191.000 euros anuales para el Africa Center cuando lo dirigía Gómez, a 2.000 euros cuando dejó de dirigirlo.

Durante los días de "reflexión", Sánchez apenas mantuvo contacto con sus colaboradores. Sólo con Félix Bolaños, pero no trascendió el contenido de su reunión. En su círculo más próximo, empezó a correrse la noticia de que Sánchez estaba inclinado a dimitir de la Presidencia del Gobierno y la secretaría general del PSOE, hasta el punto de que se acrecentaron las especulaciones de que retomaría su antigua ambición de lichar por la presidencia del Consejo Europeo, que en virtud de las negociaciones para elegir a los cargos de las instituciones europeos, en la próxima legislatura deberá recaer en un socialista de un país mediterráneo.

El lunes, al cumplirse los cinco días de plazo, en el PSOE era vox pópuli que Sánchez dimitía, lo que se confirmaba cuando a primera hora de la mañana se anunciaba que el presidente había acudido a La Zarzuela para ver al Rey. Era evidente que se disponía a trasladarse su decisión de renunciar a la continuidad, pues en caso contrario no iría a ver al Rey. Ante la sorpresa generalizada, el anuncio fue que se quedaba. Anuncio que "completó" con una defensa exacerbada de su mujer, acusaciones de que era víctima de una campaña por ser esposa del presidente, y nuevas descalificaciones a quienes seguían investigando sus movimientos y aportando nuevos datos de que si no eran delitos, si obligaban a dar explicaciones sobre algunos de esos movimientos.

Un juez intachable

Para desgracia de Pedro Sánchez, no sirvieron de nada las presiones al juez titular del juzgado 41, Juan Carlos Peinado; tampoco que en su trayectoria se encontraran decisiones que demostraban que nunca había dado trato de favor a la derecha, y además se sucedían las declaraciones de compañeros que insistían en que era un juez de reconocida profesionalidad. Se intentó que la Fiscalía del juzgado tomara las iniciativas necesarias para que el tribunal rechazara la querella de Manos Limpias, sin éxito, y los medios siguieron publicando informaciones que afeaban profundamente al estado de ánimo de un presidente que, tras declararse en su carta de estar "profundamente enamorado" de su mujer, no ocultaba su indignación contra todo el mundo. Contra los medios habitualmente críticos, pero también contra los que no lo habían sido nunca pero a los que ahora no consideraba suficientemente defensores de su mujer.

En el Gobierno, esta desazón del presidente, esa obsesión por lavar la imagen de su mujer, por arremeter contra los que no la defendían con contundencia, pasó factura. Entre otras razones porque coincidía con una campaña electoral para el Parlamento Europeo que el mundo político considera un plebiscito respecto al Gobierno de Sánchez.

Un Feijóo que seguía el día a día de las informaciones sobre Gómez dio instrucciones para mantenerse en la prudencia. Desde Vox se le pidieron querellas, pero se mantuvo firme, ya había una presentada y había que esperar las decisiones judiciales. El pasado jueves, el periódico digital OK Diario publicó con gran alarde que el juez había imputado a Gómez. Fue torcer excesivamente la realidad hasta convertirla en falsedad, porque lo que había hecho el juez era ampliar las investigaciones.

El asunto no se ha cerrado, y las conclusiones las determinará un juzgado, como debe ser. Pero, mientras tanto se han producido importantes manifestaciones en la izquierda, incluso en el propio seno del Gobierno de coalición, Sánchez ha podido advertir que cuando vienen momentos de incertidumbre escasean las muestras de lealtad, prima el ponerse de perfil a la espera de acontecimientos.

Sánchez, de pronto, se ve en el centro de las especulaciones sobre el futuro de su Gobierno, si aguantara hasta el final de la legislatura, si apostará por una nueva reestructuración del PSOE y del Ejecutivo a la vista de cómo han vivido el Gobierno y el partido el caso Begoña, quién ha dado la talla y quién no. Y ha comprendido que, cuando se advierte cual es el punto débil de un mandatario, ese mandatario pierde gran parte de su poder.

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