La saeta es un flechazo, no una tormenta
Diez años se han cumplido de la saeta que el racial Manuel Cuevas le cantó a Nuestra Señora del Rocío en presencia de Felipe VI. Y aquel Lunes Santo se rememoraba la que la Niña de la Alfalfa le cantó a la de las Cigarreras en el Labradores ante Alfonso XIII. Dicho lo cual y con el punto de encuentro que supuso la presencia de la reina Sofía en los puntos más emblemáticos, hay que convenir en que la saeta se está desvirtuando. Sabido es que la saeta es un flechazo que te hiere muy dentro y con una fugacidad que la engrandece, algo que ahora apenas se lleva. Corta y profunda, desde los adentros del saetero/a compungidos para conmover al que escucha y sin necesidad de ensordecerlo mediante un torrente de voz que parece no tener final. Y un servidor que, una vez, escuchó a Caracol cantándole a la Amargura...
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