Girona-Betis | La crónica

Ni el fútbol único de Isco rescata a un Betis tan perdedor (3-2)

El uruguayo Stuani celebra el decisivo gol ante un decepcionado Pezzella.

El uruguayo Stuani celebra el decisivo gol ante un decepcionado Pezzella. / Siu Wu (Efe)

Tan excepcional es el fútbol de Isco Alarcón como excepcional, por nada habitual, es la racha de resultados negativos que encadena el Betis de Manuel Pellegrini, hasta cuatro por su nueva derrota en Girona (3-2), lo que compromete su propósito de acabar sexto una Liga que se está torciendo peligrosamente. Más cerca, incluso, están los perseguidores de los béticos –el Valencia a un punto con un partido menos, Osasuna a tres– que la Real Sociedad, sexta.

Un gol de ese especialista en goles postreros que es Cristhian Stuani supuso un golpe mortal para un Betis que esta vez no hizo deméritos para perder. Pero volvió a hacerlo con ese tanto en el minuto 92, cuando arreciaba la lluvia sobre Montilivi y el partido estaba más abierto que nunca.

Las dinámicas negativas a veces no entienden de méritos. Imponen su ley de hierro si no se rebelan quienes las sufren. Ocurre que en el Betis, el único rebelde con fútbol para devolver al equipo al carril triunfador es Isco Alarcón. Juega a otra cosa. Juega a un nivel estratosférico. Vale con que los demás le sigan el juego de vez en cuando, no siempre. Pero no lo hacen casi nunca. Ni siquiera Fekir –irreconocible– o Pablo Fornals, que es pura intermitencia.

Y como el Betis anda enredado en esa maléfica dinámica, se encuentra con un absurdo penalti en el primer remate del Girona (36’) y muere con un gol en una posición de Stuani al límite, que el VAR dice que es legal, tras rematar como pudo Stuani un segundo balón tras rechazar Rui Silva el primer remate del uruguayo. Tenía que ser gol. Y gol legal. Porque el Betis está para que le ocurran esas cosas ahoa mismo.

También es cierto que Willian José igualó en dos ocasiones los goles del ariete ucraniano Dovbyk gracias a dos groseros regalos del central local David López, el primero al servirle el balón al brasileño con la portería gerundense al descubierto (era, además, la jugada previa al descanso) y el segundo, al perfilarse de forma incomprensible para cortar un centro lateral de Fornals y dejarle la pelota al punta bético para que remachara a placer ante Gazzaniga (76’).

Pero ni dos regalos bastan hoy al Betis para pescar puntos. Son demasiados los goles que está encajando el equipo verdiblanco.

En el partido que Manuel Pellegrini adelantó en su mente, veía a su Betis dueño de la pelota con una línea de cuatro jugadores técnicos y talentosos entre el pivote Guido y el ariete Willian José: Fornals, Fekir, Isco y Ayoze. De la capacidad de ese cuarteto para hacerse con la pelota y cambiarle el paso a este Girona tan guapo que ha modelado Míchel dependía la suerte del Betis en Montilivi.

Y el partido no se pareció, de salida, al que dibujó la lúcida mente de Pellegrini. Fue echar el balón a rodar y empezar otra disertación gerundense sobre cómo sacar la pelota desde atrás con limpieza y gusto. El ucraniano Tsygankov, entre líneas, fue la pieza que más daño empezaba a hacer al mecano verdiblanco.

Sin embargo, los cinco jugadores más adelantados en el esquema verdiblanco no bajaron un ápice su concentración e intensidad sin el balón y, poco a poco, martillo pilón, fueron equilibrando el pulso. Ya incomodaban más la salida de balón que ordena Míchel. Y ya hasta robaban el cuero. Como hizo Isco en el minuto 26 para abrir a la izquierda, donde Ayoze Pérez, que hasta entonces se había limitado a perseguir contrarios, soltó un tiro demasiado cruzado.

El Girona estaba cada vez más incómodo, pero en un centro de Portu al corzón del área desde la izquierda, Dovbyk se estiró, cabeceó y Chadi Riad, en una jugada similar a la que supuso el penalti de la derrota ante el Dinamo de Zagreb en Sevilla, sacó su brazo y cortó el balón sin pretenderlo. Jaime Latre avisó a Gil Manzano desde el VAR y Dovbyk engañó a Rui Silva desde los once metros.

El Betis siguió con su plan, manteniendo su centro de gravedad en esa línea de cuatro mediapuntas en la que Fekir, doloroso es escribirlo, sigue sin reencontrarse. Y tras el empate de Willian José, el Girona salió a jugar la segunda parte con las dudas abiertas.

Pellegrini, que ya trocó a Chadi por Sokratis en el intermedio, movió más fichas: Chimy por Ayoze, Carvalho por Fekir pasada la hora de juego. Y lo que pasó fue que Carvalho acudió a una presión perdida de antemano e Iván Martín conectó con Portu para que éste asistiera a Dovbyk (65’).

Isco, siempre Isco, mantuvo en pie a los suyos. En su enésima virguería inició en la banda izquierda la jugada que prolongaron Ruibal y Fornals por la derecha para el 2-2. Pero cuando el partido ya era una moneda al aire, nadie le siguió el juego al malagueño. Tampoco Rodri, que relevó a Chimy por una nueva lesión muscular. Y quizás por esa falta de respuestas a Isco, esa incierta moneda al aire volvió a salir cruz para el Betis.

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