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Avances en el abordaje de las patologías oculares

salud visual

Menos inyecciones, nuevas terapias y el impulso de la inteligencia artificial marcan el futuro para tratar la DMAE

Un paciente se somete a una prueba de exploración ocular con un equipo de diagnóstico de retina. / Archivo

La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) se ha consolidado como la principal causa de pérdida de visión y de ceguera legal en España y en los países de nuestro entorno. Junto con el edema macular diabético, constituye uno de los grandes retos de la oftalmología actual. Así lo explica el Dr. José Ignacio Fernández-Vigo, oftalmólogo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y recientemente reconocido como mejor oftalmólogo menor de 40 años por la Asociación Panamericana de Oftalmología (PAAO), con motivo de su participación en el congreso Euretina 2025, celebrado en París.

“Son patologías oculares que generan una importante discapacidad visual o baja visión y, por eso, tienen un gran impacto en la calidad de vida de los pacientes”, señala el especialista. El objetivo de los tratamientos disponibles hoy, añade, es “prevenir la pérdida de visión y la ceguera irreversible, teniendo en cuenta que en torno al 80% de los casos de ceguera son evitables o susceptibles de tratamiento”.

En el caso de la DMAE húmeda, los avances en oftalmología de las dos últimas décadas han supuesto un cambio radical. “Hasta hace unos 20 años, el paciente estaba abocado a la ceguera irreversible. En 2005 surgieron los primeros tratamientos para la DMAE, que no son curativos, pero sí han conseguido frenar la progresión de la enfermedad”, explica. El gran reto inicial era la frecuencia de las inyecciones intraoculares. “Al principio, los tratamientos oftalmológicos duraban solo un mes, lo que obligaba a los pacientes a pincharse cada mes de por vida. Era algo muy incómodo, generaba ansiedad y suponía además una gran demanda asistencial”, añade. Hoy la situación es muy distinta: “Contamos con fármacos más eficaces y duraderos, con intervalos de tres o cuatro meses, e incluso se están ensayando pautas de cinco o seis meses”, apunta. A ello se suman dispositivos de liberación sostenida que podrían reducir en un 95% la necesidad de inyecciones en retina.

Horizonte prometedor

Otro de los campos en expansión es la terapia génica en oftalmología. Según Fernández-Vigo, “la oftalmología ha sido la primera especialidad médica en aplicar terapia génica en humanos, inicialmente en distrofias hereditarias de la retina”. Los resultados preliminares son muy prometedores y podrían abrir la puerta a su aplicación en enfermedades prevalentes, como la DMAE.

La prevención ocular sigue siendo una herramienta clave. La edad, la predisposición genética y la raza blanca son factores de riesgo no modificables, pero sí lo es el tabaco. “Es el factor de riesgo que más acelera la progresión de la DMAE”, advierte el oftalmólogo. A ello se suman los beneficios de una dieta saludable. Según el experto, “la dieta mediterránea es muy protectora, y en pacientes con formas iniciales de DMAE solemos recomendar además suplementos nutricionales que han demostrado frenar la progresión de la enfermedad”.

Fernández-Vigo subraya también la posición de liderazgo de la investigación española en retina. “España se encuentra a un nivel muy alto, con líderes en oftalmología reconocidos a nivel mundial y con centros de investigación en retina que no solo participan, sino que son referentes en ensayos clínicos”. El especialista prefiere hablar de estudios clínicos más que de ensayos: “No es que se esté probando algo sin más; son fármacos que ya han demostrado eficacia y seguridad en fases previas. Para los pacientes es una gran oportunidad acceder a terapias pioneras en retina antes de su aprobación”.

La IA ya es capaz de detectar alteraciones invisibles al ojo humano

Entre los trabajos que su equipo presentó en Euretina 2025 destacan los centrados en biomarcadores en DMAE que permitan avanzar hacia una medicina personalizada en oftalmología y edema macular diabético, y el análisis de la corioretinopatía serosa central, una enfermedad ocular asociada al estrés que ha aumentado de forma significativa en los últimos años.

Diagnóstico e IA

Por último, el experto destaca el papel emergente de la inteligencia artificial (IA) en oftalmología. “En retina trabajamos con diagnóstico multimodal de imagen, que requiere integrar gran cantidad de información. La IA en diagnóstico ocular nos ayuda a cribar grandes volúmenes de imágenes médicas, detectar alteraciones antes de que sean visibles al ojo humano y apoyar tanto el diagnóstico como las decisiones terapéuticas”, explica.

“Los sistemas de IA, alimentados con millones de imágenes de retina, son capaces de decirnos con alta probabilidad cuál es el diagnóstico o la mejor opción terapéutica para cada paciente”, añade Fernández-Vigo, convencido de que su uso transformará el futuro de la oftalmología.

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