"La exposición continúa al viento incrementa la irritación y puede generar enrojecimiento persistente", explica un óptico-optometrista

Si no protegemos nuestros ojos, podremos sufrir desde irritaciones hasta una conjuntivitis que pueda tener consecuencias más graves

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Persona con bufanda / Pexels

El viento es protagonista y puede ser muy perjudicial para nuestros ojos. El óptico-optometrista de General Optica, José Ramón García Baena, afirma que: "La exposición continua al viento puede tener un impacto notable en el bienestar de nuestros ojos, ya que favorece la sequedad, incrementa la irritación y puede generar enrojecimiento persistente".

El hecho de que no resulte tan beneficioso para nosotros es porque el movimiento constante del aire acelera la evaporación de la película lagrimal, una fina capa que mantiene la superficie ocular húmeda, estable y protegida frente a agresiones externas, sin embargo, cuando el viento llega esta película se reduce más de lo habitual y los ojos pierden parte de su defensa natural y es común experimentar sequedad, enrojecimiento, picor, sensación de arenilla o incluso episodios breves de visión borrosa que dificultan la comodidad visual.

Además, también transporta consigo polvo, polen, arena y distintas partículas irritantes que pueden depositarse en la superficie ocular. Esta combinación puede desencadenar reacciones inflamatorias e irritativas, similares a la conjuntivitis, especialmente en personas con alergias o con una mayor sensibilidad ambiental. A ello se añade que las corrientes frías pueden provocar una contracción momentánea de los vasos sanguíneos del ojo, generando molestias, aumento de la sensibilidad y disminución de la lubricación natural, lo que intensifica aún más la sensación de sequedad.

Estas son las recomendaciones del óptico-optometrista para hacer frente al viento

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