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José Manuel Felices, médico especialista en radiodiagnóstico: "Los sabañones no salen por el frío, sino por calentar mal las manos"

Con estos trucos jamás pondremos en riesgo la salud de nuestras manos y sobreviviremos todo el invierno

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Guantes para el frío / Freepik

En invierno es muy común que tengamos las manos frías. En la mayoría de ocasiones, por desconocimiento, tratamos de calentarlas de forma brusca. Pero realmente, no resulta nada beneficioso para nuestro cuerpo y ocurren una serie de cambios a nivel fisiológico que la ciencia ha estudiado con detalle. Esta práctica se convierte en la menos eficaz e, incluso, insegura.

Qué es la vasoconstricción

El frío provoca vasoconstricción que es un mecanismo de defensa del organismo. Los vasos sanguíneos de las manos se estrechan para reducir la pérdida de calor y priorizar la irrigación de órganos vitales como el corazón y el cerebro. Como consecuencia, llega menos sangre caliente a los dedos, la piel se enfría, se vuelve pálida o azulada y perdemos sensibilidad. Esta es la razón principal por la que las manos se sienten rígidas y torpes en invierno.

Cuando intentamos calentarlas de forma brusca, se produce una vasodilatación rápida. Los vasos sanguíneos se abren de golpe para permitir que la sangre caliente vuelva a circular. Este cambio repentino puede generar sensaciones intensas como hormigueo, pinchazos, ardor o incluso dolor. Estas molestias ocurren porque los nervios, que estaban adormecidos por el frío, se reactivan de manera súbita y envían señales intensas al cerebro. Además, la sangre entra a presión, como una riada, pero las tuberías de salida siguen cerradas y la sangre se atasca.

Además, el calentamiento brusco puede afectar a los capilares, los vasos sanguíneos más pequeños. Al pasar rápidamente del frío al calor, estos capilares pueden dilatarse en exceso o incluso dañarse ligeramente, lo que explica por qué la piel puede enrojecerse mucho o sentirse inflamada. En casos extremos, como en exposiciones prolongadas al frío seguidas de calor intenso, existe riesgo de lesiones como la perniosis o, en situaciones más graves, daños en la piel similares a quemaduras. Además, se produce la aparición de sabañones, que no lo hacen por frío, sino por calentar mal las manos.

Otro aspecto importante es la percepción del calor. Cuando las manos están muy frías, los receptores térmicos de la piel no funcionan con normalidad. Esto significa que podemos no darnos cuenta de que una fuente de calor está demasiado caliente. Por eso, es más fácil sufrir quemaduras al acercar las manos frías a estufas, chimeneas o agua muy caliente, ya que el cerebro recibe la información térmica con retraso.

Desde el punto de vista científico, el cuerpo se calienta de forma más eficiente cuando el proceso es gradual. El calor moderado permite que los vasos sanguíneos se dilaten poco a poco, restableciendo la circulación sin sobrecargar los nervios ni dañar los tejidos.

Trucos para calentar las manos en invierno

El médico José Manuel Felices ha dado trucos en sus redes sociales sobre cómo calentar las manos de forma gradual cuando venimos de la calle para que no suframos picores ni otras molestias.

Cómo cuidar los sabañones

Para cuidarlos, es importante mantener las manos abrigadas, usando guantes y calcetines secos. Evita cambios bruscos de temperatura y no acerques la piel directamente a fuentes de calor. Mantén la piel limpia e hidratada con cremas suaves. Realiza movimientos suaves para mejorar la circulación. Si aparecen picazón o dolor, no te rasques. Lleva una alimentación equilibrada y bebe suficiente agua. El descanso adecuado y la paciencia ayudan durante el proceso de recuperación.

Referencias bibliográficas:

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