Segado por la lluvia y el frío

LA Semana Santa ha perdido espontaneidad, naturalidad y romanticismo. Todo está muy calculado y todo se ha sofisticado. Quizás por eso a esta Semana Santa le venga como anillo al dedo que no haya salido la Carretería, la cofradía romántica por antonomasia. Un Viernes Santo sin la Carretería no es lo mismo, porque esta cofradía aporta valores únicos no ya al día, sino a la semana: los nazarenos, los pasos con sus mil detalles, el juego de insignias, el Arenal profundo... Nace el Viernes mojado y, como corresponde a las ironías de la festividad, el Cachorro también se queda en casa, con lo que la guadaña de la lluvia y sus porcentajes de futuro siegan otro referente de la Semana Santa. Era Viernes Santo y tenía que llover. Este tópico es de los que fallan poco. Para colmo, la jormada se iría metiendo en un frío de abrigos gordos que por momentos era inosportable. Si en la Madrugada se llegó a los cuatro grados, el Viernes Santo debió andar cerca de este registro. Salir de nazareno con el vuelo bajo del grajo tiene mérito. Y el primer efecto es una carrera oficial despoblada. Hubo muy poca gente por las calles del centro. Entre la lluvia, el frío y la suspensión de la salida del Cachorro, que era la imagen con más poder de convocatoria de la jornada, en el casco antiguo estaba el público más fiel capaz de soportar una noche desapacible, más propia de misa del gallo que de final de Semana Santa.

Con semejante panorama, las calles estrechas y resguardadas eran la mejor opción para ver las cofradías. De mérito era aguantar el frío de las sillas, con un matacanónigos soplando en las parcelas de la Plaza Virgen de los Reyes al paso de San Buenaventura, cofradía que ralentizó su paso por la Avenida cuando desapareció el riesgo de lluvia.

San Isidoro tiró a la ida por la Cuesta del Rosario para ir más rápido. Pasó veloz por Cuna, con su algarabía de monaguillos. El cirineo miró hacia la acera derecha, donde se colocaban los más previsores. Y el paso de palio de la Virgen de Loreto resultó espléndido de olores y de bordados recuperados. San Isidoro es cofradía para verla varias veces y completa por mucho frío que haya. Como Montserrat por Zaragoza, con fondo de casas deshabitadas, por donde el paso de palio fue a los sones de Soleá dame la mano, para algunos profesionales de la música la melodía que mejor refleja la Semana Santa. Mejor ya acompañar a esta cofradía por Zaragoza que por la Plaza de Molviedro, donde se ha masificado su recorrido a los sones de Margot, tras la cual sonó Valle de Sevilla. A Montserrat por esta plaza y con esa marcha le está ocurriendo lo que a la Virgen de las Aguas por el andén del Ayuntamiento con Amargura. Cuestión de modas y tendencias en la Semana Santa.

La O

Vídeo: Ainhoa Ulla

La multitud del día se la llevó, lógicamente, la cofradía de la O, muy acompañada en su regreso al barrio por Adriano, puesto que se prefirió el recorrido de regreso del Cachorro para garantizar una entrada más temprana. Y como le ocurre a todas las cofradías trianeras, fue ganando aún más público cuanto más se acercaba al arrabal. El recogimiento fue para la Mortaja, con verdaderos incondicionales en su itinerario de regreso.

La Soledad

Vídeo: Ainhoa Ulla

Atrás queda un Viernes con dos cofradías sin pisar la calle por segundo año consecutivo, nefasto registro que comparten ya demasiadas hermandades. Una del Viernes, la de San Isidoro, estuvo hasta tres años seguidos sin salir en la pasada década. La lluvia hizo su siega y el frío se encargó de reducir un público que ya de por sí venía a la baja desde el desastroso Jueves Santo. Debe ser el peor final de Semana Santa para gremios como la hostelería y el taxi por mucho que a última hora se salvara una Madrugada de camiseta interior y bufanda. Los cofrades se quedan sin cofradías y los taxistas, como decía uno de ellos, sin la paga extra que supone para ellos la Semana Santa.

Montserrat

Vídeo: Ainhoa Ulla