El misterio de la Redención por los Jardines de Murillo en el Santo Entierro Grande 2023
La agrupación musical de la hermandad ha compartido el discurrir del Señor de la Redención de regreso a su templo
Numerosos cofrades arroparon una estampa que será recordada
Primeras imágenes de la restauración del retablo de la capilla del Museo
Se han cumplido ya más de dos meses de aquel día. A no pocos cofrades les parece una eternidad -me incluyo-, pero de ningún modo nadie puede olvidar todo cuanto se vivió en la ciudad en una jornada inolvidable. Aquel Santo Entierro Grande descubrió a las nuevas generaciones un encanto desconocido: que en los traslados, realmente, subyace lo inimaginable, lo insólito, lo inesperado. Y entre aquel rosario de estampas (quién sabe si alguna vez, en un futuro impensable, vuelvan a dibujarse) emergió con especial trascendencia la participación del misterio de la Redención en el Beso de Judas, que por primera vez se estrenaba en este casi legendario evento.
Era -quizás junto al Señor de la Victoria- la constatación de una Semana Santa afianzada en lo contemporáneo, de crecimiento continuo a todos los niveles. Con una estética notoriamente opuesta a la del Lunes Santo, con su túnica bordada y codales morados (me apunto a la repetición en futuras estaciones de penitencia), el Señor de Santiago correspondió la invitación acorde a su personalidad y su sello. Y, además, desde el seno de la corporación se apostó por repetir un formato que ya en su día resultó exitoso: el regreso por los Jardines de Murillo, con guiño a su propia historia visitando Santa María la Blanca. Así ocurrió en 2011, en una Semana Santa aciaga en lo meteorológico, pero con la luz de la tarde.
Aquel ocho de abril fue una completísima luna llena la que remató un escenario que ni pintado: el frescor hiriente de los ficus, el verdor apagado y tibio de las celindas y una insistente sensación de extrañeza que, poco a poco, se tornaba en una melancolía deseada. Sonaba su agrupación, la de la Redención, que ha apostado por profesionales (Desde Triana) para inmortalizar un instante al que regresar, como un bálsamo para el tiempo. Porque, definitivamente, aquello pasó.
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