El Palquillo

El riesgo de los "palos" de los teléfonos móviles en los cultos y procesiones

  • Aparte de la contaminación visual suponen un riesgo para las propias imágenes

  • Cada vez más se observan estos artilugios que entorpecen la visión del conjunto

  • El problema con los palos de los móviles

Alguien acerca un teléfono móvil en el traslado de Montserrat

Alguien acerca un teléfono móvil en el traslado de Montserrat / Juan Carlos Muñoz

Es un hecho que las tecnologías avanzan. Evolucionan, se adaptan, ayudan y sirven como herramienta para facilitarnos el trabajo o cualquier otra actividad cuyo desarrollo alcanzaría tintes rudimentarios y pesados sin estas nuevas vías digitales. Y en este devenir imparable, en su recorrido vertiginoso por la sociedad, las tecnologías asumen también un carácter realmente accesible: casi cualquier persona abriga posibilidades de adquirir un teléfono móvil, una tableta o cualquier otro dispositivo semejante. 

Este hecho se transfiere, como ente vivo y cambiante que es, a la Semana Santa y a sus hermandades. La cuestión que tratamos no se delimita exclusivamente a los teléfonos móviles personales que, como vaqueros del oeste, pueblan de manera instantánea el campo visual de cualquier traslado, vía crucis o procesión que se precie conforme se acercan las andas o el paso. No creemos justo valorar o enjuiciar el por qué de esa necesidad imperiosa de realizar vídeos y fotografías a cada segundo cuando se contempla una cofradía; cada cual cuenta con sus motivos y motivaciones. Pero esos motivos, consideramos, poseen también un límite y un respeto para quien procura observar el cortejo de manera limpia y cristalina. 

Queremos referirnos en cuestión a ciertos hábitos que comprometen de manera sensible ya no solo la contemplación, sino el discurrir natural de una procesión y a las propias imágenes titulares. Se ha generado en redes un debate acerca de la presencia, cada vez más visible y palpable, de herramientas tecnológicas que van más allá de la fotografía al uso, con trípode, con las andas detenidas y manteniendo las distancias. Es el caso de los "palos" o artilugios extensibles en cuyo extremo se colocan los teléfonos móviles o cámaras para captar imágenes que, de manera natural, son difíciles de obtener. 

El pasado sábado, en el Vía Crucis de San Bernardo, un usuario compartió este vídeo en el que se contempla cómo un espectador coloca este objeto extensible muy cerca del rostro del crucificado, invadiendo no solo el espacio sagrado sino el propio espacio artístico de una obra con más de trescientos años de historia. Las reacciones no se hicieron esperar y todos coinciden en que es una falta de educación y de respeto para la imagen y para todos los demás. ¿Es un hábito heredado de algunos planos televisivos que, por supuesto con profesionalidad acreditada, se han ofrecido en los últimos años pero sin traspasar ciertos límites? ¿Es una cuestión de querer obtener a toda costa imágenes que después asumirán un consumo fugaz y breve tras conseguir ciertos comentarios o likes? 

No es la primera -ni será la última- ocasión en que se manifiestan estas situaciones y varios cofrades o el resto del público reprochan dichos comportamientos, con el consecuente y absoluto pasotismo del recriminado, que desoye con pasmosa naturalidad estos consejos. Difícil será alcanzar el respeto que merece algo tan serio como nuestra Semana Santa si nosotros mismos no acordamos unas pautas sociales mínimas de civismo, urbanidad y educación. 

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