Tarde de ensueño, noche de sueños
Cabalgata de reyes 2015
El tiempo acompañó, animó a miles de sevillanos y visitantes a vivir la víspera de la noche más esperada. El operativo municipal de limpieza, una atracción más de la Cabalgata.
Ayer hubo clases de Árabe en la Universidad. Los beduinos de Baltasar esperaban a que los pintara el maquillador. A todos menos a uno. En esta carrera de la ilusión no hay numerus clausus. Pili Vargas ya estaba convertida en beduina. Igual que su hija Vanidia, a la que le puso ese nombre por la película Espartaco. Pili preside la Federación Andaluza de Fútbol Femenino, la homónima de Eduardo Herrera, asistente principal del rey Baltasar.
Realismo mágico en Radio Sevilla. Paco García pasea por los claustros de la Universidad con el micrófono, mientras que su compañero Javier Márquez aguarda el turno de los beduinos. Luis Miguel Martín Rubio lleva 25 años ejerciendo de speaker de los Reyes Magos. Fue Melchor en 2006, una terna que completaban Antonio Morera Vallejo, ayer convertido en padre de la Estrella de la Ilusión, y José María del Nido.
Raquel Velasco y Felipe Hernández tuvieron el honor de conducir las furgonetas de las dos primeras carrozas. Raquel trabaja en un taller mecánico y Felipe representa a una empresa que construye piscinas. Los dos coches con la referencia al concesionario Syrsa, que suena al partido que puede voltear el destino de Grecia y de Europa entera.
En la salida, el alcalde Juan Ignacio Zoido y el portavoz socialista Juan Espadas asisten juntos a la salida de todas las carrozas. Comparten el mismo entusiasmo, idéntico regreso a la infancia. Al final, sus respectivas familias se saludan con cordialidad. Vale para los dos, en el viaje cernudiano, tan ateneísta, de la realidad al deseo, los piropos que salen desde la carroza de Egipto, "¡alcalde, alcalde!". También lanzan juguetes con una tarjeta en la que se lee "la ilusión está en los ojos del que mira" porque uno de los integrantes, faraón por un día, es el óptico optometrista José María Sánchez González.
Luis Cuervas del Real tenía doce años cuando fue en la carroza de su padre, el ex presidente del Sevilla Luis Cuervas Vilches. Ha llovido. Eso ocurrió en la Cabalgata de 1988, compañero epifánico de Javier Benjumea y de Alejandro Rojas-Marcos. "Fue la última vez que salieron tiradas por mulas", dice el hijo de Cuervas con el nieto al que éste no conoció, Luis Cuervas Lima, seis años de no perder ni un detalle. Ni siquiera el caramelo que le lanza a su padre un beduino bético.
Salen Los Trogloditas sin Loquillo. Gerardo Pérez Calero, bibliotecario del Ateneo, hermano del presidente de la institución, recuerda a escritores que fueron reyes magos: José María Izquierdo, Nicolás Salas. El pintor Ricardo Suárez, autor del cartel de la Cabalgata, le hace fotos a su hermana y su sobrino, que van en la carroza de la familia de los Reyes, un homenaje a Admundsen y Shackelton, del Polo Sur al Polo Norte. Y, apoteosis del cambio climático, detrás un cuatro por cuatro con publicidad del África Land. La carroza Fort Apache remite a la legendaria frase de la película de John Ford: "Si no los ha visto, eran apaches". Si no lo ha visto, es Manuel Sáenz, muñidor en la sombra de la fiesta más primaveral del invierno sevillano. Una media espiritual entre la Semana Santa, por su sentido procesional, y el Carnaval, en lo que tiene de sana jarana. Los Mayas de Mayo, mes de elecciones -"que bote el alcalde", decían desde la carroza del Gran Visir, que bote, que ya votará- podrían pasar por coro en el teatro Falla.
Poco antes de las cuatro de la tarde, la cola del Alcázar llega hasta la Catedral. Quien no está en la fortaleza es su pintor de cámara y azoteas, Luis Rizo, convertido en uno de los beduinos dela primera línea de cabalgata. Manuel Cepero no le puede pedir más al día. Ha vivido dos emociones insuperables. Por la mañana, acompañó al cura Emilio Calderón al Psiquiátrico Penitenciario, donde tres de los 187 internos encarnaron a los Reyes Magos y todos degustaron el rosco. Por la tarde, en la carroza de la payasa Yupita, iba su tocayo Manuel, el más guapo de sus siete nietos.
Los mayas le dan un toque de americanismo a esta Universidad convertida en réplica de Fez o Damasco con tantos estudios árabes. Una de las carrozas lleva la palabra Milan. La entrañable goma de borrar, no el equipo que preside Berlusconi. En Sevilla se maneja la diplomacia del fútbol. el bético Juanito y el sevillista Marchena, con equipación de futbolistas, se dan la espalda como en el duelo de O.K. Corral -apellido del director artístico de la Cabalgata-, futbolistas y amigos con su nota exótica en el currículum: Marchena fue campeón del Mundo en el Mundial de Sudáfrica 2010; Juanito le marcó un gol a Arabia Saudí en el de Alemania 2006, el año que Martín Rubio fue Melchor.
El despliegue es espectacular. La gente se queda a verlos como parte del espectáculo: quince vehículos de Lipasam justo detrás del rey Baltasar. Parecen la Banda de los Basureros que describe E.M. Forster en su novela Un viaje de la India, que con sus atuendos y utensilios "iban directamente hacia la puerta del palacio con la actitud de un ejército victorioso".
Un rey mago camina solitario por la calle Francos. Jesús Quintero encarnó a Baltasar. "Me maravilló la mirada de los niños y me derrumbé en la visita al hospital". Ha pasado la Nochevieja con su amigo Antonio Banderas y están haciendo una película sobre su vida. Falta una hora para que pase la Cabalgata y la calle Feria está como la noche del Jueves Santo con ganas de Macarena. La amplitud de Resolana es un alivio. Por el asfalto, dos dromedarios de verdad, la única tracción animal de la Cabalgata.
La Alameda es un poliedro de perspectivas. Sale gente por todos sitios. En la calle Peral, Pipo, el Van Basten de la Alameda, donde fue rey mago, toma un refrigerio en el bar Willy. El cortejo pasa rápido por el Duque. Hay que recogerse pronto, la mayoría de los expedicionarios son niños y tienen que estar pronto en la cama, donde les esperaban dulces sueños de sigilo y misterio.
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