testimonios

"Soy abogado, tenía mi despacho y me he visto viviendo de la pensión de mi madre"

Ejemplo de una de las tarjetas monedero de Cáritas.

Ejemplo de una de las tarjetas monedero de Cáritas. / José Ángel García

Manuel (nombre ficticio) llegó a Cáritas tras verse obligado a dejar atrás una vida acomodada en Barcelona. Allí tenía su propio despacho de abogados, pero la crisis económica de 2008 se lo llevó por delante. Eso, unido a un abandono matrimonial inesperado tras un viaje de su pareja del que nunca regresó, dio un giro radical a su vida. "Otra persona, quizás, lo hubiera llevado de otra forma, pero yo caí en una depresión y no veía salida. Me vi solo, con un niño de 4 años, sin trabajo y abandonado por mi pareja", cuenta. Recomendado por su hermano viajaron a Alcalá de Guadaíra porque le dijeron que aquí había mucho trabajo. "La cuestión es que llevo catorce años sin trabajar", lamenta.

Tras agotar la única ayuda pública a la que pudo optar, y quedar en casa sólo con los 350 euros de la pensión de su madre para cuatro personas y un alquiler de 500, se vio empujado a buscar ayuda. Así llegó a Cáritas. Como en el testimonio anterior, su primera toma de contacto fue a través de esa renovada ayuda alimenticia. En su caso, es beneficiario de la tarjeta monedero, pero también recibe ayudas para el alquiler y forma parte de la red de usuarios de los cursos de empleabilidad y orientación laboral que ofrece la ONG católica para facilitar el encuentro de un empleo a sus beneficiaros.

"Yo tenía una vida completamente estructurada y de pronto y porrazo se vino todo abajo. Me vi solo, desamparado, el palo de mi mujer sin esperarlo porque, yo creía, que nos iba muy bien, y no fui capaz de afrontarlo. Me hundí", cuenta, antes de hacer una pausa para tomar aire.

Dice que en Cáritas encontró que le abrían "las puertas del cielo". "Hemos pasado de tener la nevera prácticamente vacía a poder comprar como cualquier hijo de vecino dignamente en nuestro supermercado. Pero no me quiero quedar ahí, que es muy importante, pero lo que de verdad siento desde que llegué a ellos es el tener un acompañamiento, el no estar solo en este bache del que sé voy a salir. Los cursos de formación que he recibido y el de empleabilidad me han dado mucho también. Buscar empleo no es lo que yo hacía durante horas detrás de un ordenador echando ofertas de trabajo, es saber cuáles son mis cualidades y ofrecerlas. Aquí se da una ayuda integral. No sé cómo agradecerlo, la verdad", sostiene y concluye: "Lo importante es que sé que con esta ayuda va a llegar el día en el que pueda decir a Cáritas adiós, agradecer todo lo que hecho por mí y recuperar mi vida". 

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