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Los nueve coches de Cabify ardieron con pastillas de barbacoa

La Guardia Civil investiga si los autores del incendio vinieron de fuera de Sevilla. Los agentes buscan la tienda en la que se compró el material incendiario

La zona, acordonada por la Guardia Civil. / M. G.
Fernando Pérez Ávila

11 de mayo 2017 - 08:47

Los nueve coches de la empresa Cabify que ardieron la madrugada del 2 de mayo en Castilblanco de los Arroyos fueron incendiados con pastillas de barbacoa. Los pirómanos colocaron varias pastillas de este tipo en los neumáticos para que la combustión fuera más lenta y pudieran así escapar en mitad de la noche sin que resultaran heridos o afectados por las llamas. La Guardia Civil mantiene abierta la investigación y por el momento no ha detenido a ninguna persona, pero tiene claro desde el primer día que el incendio fue intencionado y cuál fue el acelerante que los pirómanos utilizaron para garantizarse que los vehículos quedaban totalmente destruidos.

Una de las líneas de investigación se centra en el rastro de las pastillas de barbacoa. Los investigadores creen que fueron adquiridas en una tienda de chinos, por lo que se están revisando las grabaciones de las cámaras de seguridad de las tiendas en las que pudieron comprar las pastillas, para tratar así de identificar a las personas que compraron este producto. Otra de las líneas de investigación apunta a que en el fuego participaron personas de fuera de Sevilla, venidas expresamente desde Madrid para cometer este acto de sabotaje.

Los investigadores buscan grabaciones de cámaras de seguridad de la tienda

El incendio estuvo perfectamente organizado. Hubo un seguimiento previo de los coches durante los primeros días de la Feria de Abril para conocer en qué lugar se estaban guardando los vehículos. Los pirómanos sabían que los 20 coches venidos de la capital de España para reforzar el servicio de la empresa Cabify durante la Feria, así como sus conductores, se estaban quedando en el hotel La Villa Rural, un alojamiento ubicado en el término municipal de Castilblanco de los Arroyos, en la vieja carretera que conecta este municipio con El Pedroso. Para llegar hasta este alojamiento, en plena noche, es necesario conocer la zona o al menos haber ido alguna vez antes. Los investigadores creen que los pirómanos acudieron la noche antes y dejaron el material incendiario en una casa de Castilblanco de los Arroyos, propiedad de una persona que prestó colaboración y conocía cuál iba a ser el acto de sabotaje que iban a realizar.

Al día siguiente regresaron y, a las dos y media de la mañana, colocaron varias pastillas de barbacoa sobre los neumáticos de los vehículos y les prendieron fuego. Esto permitió a los pirómanos escapar antes de que los coches estuvieran envueltos en llamas. Antes de marcharse, se aseguraron de que cerraban con una cadena la puerta del recinto, para así impedir que los conductores de Cabify se percataran y pudieran salvar los vehículos, además de impedir o retrasar la llegada de los Bomberos para apagar las llamas. Pese a todo, uno de ellos sí consiguió salvar su coche, que sufrió daños pero se ha podido recuperar. Lo hizo empotrando el vehículo contra la cancela para así poder abrirla.

Los autores del incendio también tenían buena información de cuáles eran los vehículos de Cabify que había en el aparcamiento de la Villa Rural aquella noche. En el momento del fuego había diez coches de los 20 que la empresa había traído de Madrid para reforzar el servicio de la Feria. Pero también había coches de otras personas, particulares, que pernoctaban en el alojamiento. A estos vehículos no los tocaron, aunque alguno sufrió daños por el efecto de las llamas. Los coches que prestan servicio a Cabify en Sevilla suelen guardarse en garajes y aparcamientos privados, lo que entrañaba más dificultad para los incendiarios.

Los nueve coches quemados eran nuevos, de las marcas Opel, Hyundai y Skoda. Uno de ellos había salido del concesionario apenas un mes antes. Desde el primer día, la empresa Cabify responsabilizó públicamente de lo ocurrido a una parte del sector del taxi, sobre todo después de que en los primeros días de Feria los conductores de esta empresa aseguraran estar siendo continuamente acosados por algunos taxistas. La investigación, que lleva el equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de La Rinconada, se centra en torno a un grupo específico de taxistas, que podrían haber contado con la ayuda de otros compañeros suyos de otras provincias españolas.

"Este incidente se produce tras un fuerte clima de crispación instigado por ciertos sectores del taxi y se suma a los numerosos ataques que han estado sufriendo vehículos y conductores VTC en los últimos meses", dijo tras los hechos la asociación Unauto, que representa a las empresas de vehículos con licencia VTC. Esta entidad informó de que presentará cargos por intento de homicidio, ya que se puso en riesgo la vida tanto de los conductores como de las personas que se alojaban en el hotel. Unauto añadía que el incendio había sido obra de "grupos organizados de taxistas, que actúan ya desde hace meses como una organización criminal". Para esta asociación, los hechos fueron "resultado de una campaña de acoso y violencia promovida en redes sociales del sector del taxi" y recordaba que los vídeos del incendio se habían subido a redes sociales y había comentarios que celebraban y jaleaban lo ocurrido.

No era el primer ataque que sufrían los coches con licencia VTC (vehículos de transporte concertado) en Sevilla, aunque sí el más grave. Hasta entonces, los agresores habían pinchado neumáticos y arrojado piedras, huevos, pintura y ácido contra estos coches. Uno de los conductores resultó herido con una brecha en la cabeza. Por estos hechos, que comenzaron en el aeropuerto de San Pablo y luego se trasladaron a toda la ciudad, hay 27 taxistas imputados. La Brigada de Información de la Policía Nacional les imputa cuatro delitos: amenazas, daños, coacciones y pertenencia a banda organizada. Dos de los taxistas también fueron detenidos.

El Ayuntamiento de Sevilla no ha tomado ninguna medida cautelar contra los imputados, que siguen ejerciendo su profesión y siendo titulares de licencias municipales. Es más, el delegado de Movilidad y Seguridad, Juan Carlos Cabrera, ha estado continuamente negando que existiera conflicto alguno en el sector y las inspecciones de la Policía Local han sido mucho más duras y numerosas hacia los vehículos VTC que hacia los taxis. Precisamente el día después del incendio de los coches de Cabify, el Ayuntamiento informó de que había denunciado a cinco taxistas del aeropuerto por presuntos cobros abusivos a turistas en la misma mañana.

Así es el marco legal y la fiscalidad de las VTC

Los vehículos de transporte concertado (VTC) o de alquiler con conductor son un servicio completamente legal en España, donde están regulados desde diciembre de 2015. Uno de los argumentos que los taxistas utilizan contra empresas como Cabify es que tiene su sede en Delaware (EEUU) y tributa en este país. Es cierto, pero Cabify contrata a empresas españolas para que les presten sus servicios. Los conductores no son personal directo de Cabify sino de empresas, cooperativas y autónomos profesionales del transporte. Son los proveedores de Cabify. Todos estos profesionales tributan en España. Pagan un 10% de IVA de cada servicio y el 25% de los beneficios de facturación cada trimestre, además de los seguros sociales, los salarios y el IRPF del personal contratado por estas empresas. Funciona de la misma forma que una agencia de viajes. Es habitual que las agencias extranjeras contraten a empresas españolas. Es decir, si un grupo de turistas chinos o rusos contratan un viaje a España en una agencia de su país, será esta agencia la que contrate a una empresa de VTC para que traslade a sus clientes por España. La agencia extranjera facturará y tributará en su país, pero la empresa de VTC lo hará en España. En el caso de Cabify es exactamente igual. Esta compañía contrata a una VTC para que le preste sus servicios y tenga sus vehículos a disposición de ella. El cliente, a efectos legales, es Cabify, y no el pasajero del trayecto. Aun así, las VTC deben llevar una hoja de ruta por cada servicio que preste, en la que deben aparecer una serie de campos obligatorios, como son arrendador y arrendatario. Lo que nunca pueden hacer las VTC es subir a un pasajero que les haga un gesto por la calle. Esto se considera captación de clientes y está absolutamente prohibido. Las VTC prestan servicios sólo si éstos han sido precontratados a través de un medio telemático (teléfono o aplicación) y nunca de forma directa con el potencial cliente, que sí constituiría una violación de la regulación. De hecho, el proceso se produce de forma totalmente contraria: es el cliente el que entra en contacto con el conductor para solicitar un viaje mientras éste está circulando o estacionado y nunca al revés. El Ayuntamiento habilitó una zona para este tipo de vehículos en la Feria de Abril, pero lo hizo en la contraportada. La ley obliga a que se habilite un espacio para la recogida de clientes en estaciones de ferrocarril y autobuses, puertos, aeropuertos, hospitales y ferias. De hecho, en otros países europeos taxis y vehículos concertados incluso comparten paradas, algo impensable de momento en España. Cabify ha enviado estos días a sus clientes un mensaje de agradecimiento, aunque sin hacer alusión al incendio de sus vehículos.

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