EDITORIAL
Toda preparación es poca ante los temporales
Se presenta como Su Alteza Real la princesa de Tracia, dice ser vidente y tener poderes para sanar enfermedades, alejar a los enemigos de sus clientes invocando al arcángel San Miguel y "abrir los caminos de la economía" de aquellos que la llaman por teléfono a una línea 806 desconocedores de que la tarifa que se les aplica es superior a un euro por minuto. "Soy la controversia, la diosa de fuego, la rehostia", llega a decir abriendo los brazos en cruz mientras practica un ritual esotérico en televisión.
Esos supuestos poderes sobrenaturales le reportaron tanto dinero que llegó a gastarse 208.000 euros en joyas en menos de un año y comprar a crédito otras piezas por valor de otros casi 300.000 euros. Su capacidad para predecir el futuro, para hacer el bien y deshacer el mal, no le valió, sin embargo, para darse cuenta de que las joyas las compraba por un valor superior en seis o siete veces al tasado por los peritos.
Aída Romero, la princesa de Tracia, cuyo nombre real es Francisca M. C., la adivina del extinto Canal 47 que ahora anima las madrugadas de Cuatro y La Sexta, fue enjuiciada ayer en el juzgado de Primera Instancia 21 de Sevilla por una presunta apropiación indebida de unas joyas valoradas en casi 300.000 euros. La historia es la siguiente: la vidente visitaba a menudo la tienda de antigüedades Segundo, en la calle Sierpes, donde compraba distintas joyas. Las pagaba siempre en metálico, en pagos de 6.000 ó 12.000 euros, la mayoría de las veces. Aún debía en la tienda una cantidad importante cuando se le antojó una corona con la que podría representar su papel de princesa heredera de algún antiguo imperio.
La tiara valía se vendía a casi 300.000 euros y quiso llevársela a crédito, algo que le negaron. Entonces la princesa se enfadó, volcó su ira divina en el anticuario y lo denunció por estafa porque las joyas se vendían a un precio muy superior al de su valor. La Justicia, la terrenal, lo absolvió porque éste era muy libre de poner el precio que quisiera y no forzó a nadie a comprar. Ahora la representación jurídica del comerciante, cuya acusación ejerce el abogado Agustín Martínez, le exige por la vía civil el pago de la cantidad que aún tiene pendiente. Ayer fue enjuiciada pero no compareció. Su caso quedó visto para sentencia.
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