Atlético de Madrid - Sevilla

Un duro y urgente ejercicio de abstracción

Acuña y Bono se disponen a embarcar en el AVE que trasladó al Sevilla a Madrid.

Acuña y Bono se disponen a embarcar en el AVE que trasladó al Sevilla a Madrid. / Juan Carlos Vázquez

¿Será hoy el día en el que el Sevilla certifique definitivamente su clasificación para la Liga de Campeones? En su mano vuelve a tenerlo, aunque en la primera jornada con horario unificado propia del final de la Liga puede que ni siquiera necesite poner de su parte. A la misma hora se jugará el Betis-Granada y si el equipo de Manuel Pellegrini no gana, el Sevilla será de Champions, pero mal haría la expedición nervionense en estar más pendiente del entorno futbolístico que de lo que de verdad le concierne, sacar su competitividad, esa misma que le ha llevado a perder solamente cuatro partidos en 36 jornadas ligueras, para colgarse por sí mismo la medalla que tanto anhela y que necesita.

Será un duro ejercicio de abstracción el que tendrá que hacer el Sevilla en su visita a un Atlético de Madrid ya distendido, puesto que con dos jornadas de antelación ya logró ese puesto Champions al que todavía aspira el equipo que, junto al Real Madrid, parecía mejor posicionado hace unos meses. Pero de eso hace ya tanto tiempo que ni siquiera es pertinente recordar que este equipo, este mismo cuerpo técnico y grupo de profesionales, llegaron a aspirar a luchar por la Liga.

Sobre la pizarra. Sobre la pizarra.

Sobre la pizarra. / Infografía / E. F.

La lenta deriva que lo ha ido bajando del podio liguero ha creado un contexto que es el menos idóneo para pelear por un alto objetivo como es el sol del maná de la Champions, en un fútbol en el que lo económico tiene más importancia ya que lo deportivo. Y el ejercicio de abstracción incluye incluso no ya a esa afición a la que algunos culpan de excesiva exigencia e inconformismo.

Las caras de las dos cabezas visibles del club de Nervión hablan por sí mismas y si la de José Castro era un auténtico poema, trágico, al recibir a los futbolistas tras el empate ante el Mallorca, según se pudo ver en uno de esos vídeos con los que el club expone el interior del vestuario, la de Monchi tampoco era para ponerse a cantar sevillanas, o cuplés chirigoteros, ahora que llega el suspendido Carnaval gaditano, cuando recibió ayer a los futbolistas que viajaron en el AVE a Madrid.

El ejercicio de abstracción, por tanto, debe hacerse en las mismas entrañas del equipo y a ello se dispuso el hombre más señalado en todo este entuerto en el que se ha metido el Sevilla él solito, por un cúmulo de circunstancias adversas e inéditas, empezando por esa racha de lesiones cuya causa profunda el club ya tendrán tiempo de analizar.

Lopetegui es el primer sabedor de que el ambiente en el interior del vestuario no es el más adecuado, con cada vez más voces altisonantes que se salen de la impostada sintonía de naturalidad o indolencia, como la del Papu ahora o las de Koundé y Diego Carlos anteriormente. Por eso habló de limpiar las mentes, de acudir al Wanda Metropolitano con energía, con ilusión, con ambición por “hacer algo histórico”.

Se refería a la tercera clasificación del Sevilla a la Champions, algo tan inédito como la racha de lesiones salpicada por la extraña permeabilidad de la plantilla a los positivos por Covid. Y, tan alto es el objetivo, que el grupo de profesionales, en su obligada e ilusionada abstracción, debe tomarse el partido como una auténtica final, como aquellas citas históricas en las que sacó con matrícula de honor los partidos que condujeron a la sexta Europa League.

En lo meramente futbolístico, el guipuzcoano pierde a Martial, una circunstancia menor si no fuera porque significa otro jarrito de agua fría a la gran apuesta. Se compensa con que estarán disponibles otros pilares más importantes: los dos laterales titulares y el Papu Gómez. Ocampos podría volver a la titularidad para un partido que será de mucha fricción, por el estilo de un Atlético que llega a la cita con los deberes hechos después de su remontada en los dos últimos meses, justo lo contrario de un Sevilla al que no se le ha podido olvidar competir, aunque haya llegado al final con el piloto de reserva al rojo vivo, otra cuestión a tratar más adelante. Es una final, otra más, y en su mano está el premio.

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