Sevilla FC

La incógnita de la afición en la ecuación de Sergio Ramos

Sergio Ramos sonríe durante su primer entrenamiento tras su vuelta al Sevilla.

Sergio Ramos sonríe durante su primer entrenamiento tras su vuelta al Sevilla. / Antonio Pizarro

Los mensajes de Mbappé diciendo que "el rey ha vuelto". El deseo de buena suerte de su amigo Íker Casillas, encantado con su fichaje por el Sevilla. La trascendencia mediática nacional e internacional con millones de interacciones en las redes sociales, tanto del club como de fuera. La repercusión mediática en los medios convencionales, prensa, radio, televisión, también en los planos nacional e internacional... Y la felicidad del propio futbolista y hasta de sus nuevos compañeros. Todo fueron señales de positivismo, en una ola de euforia desatada por el indudable calado que tiene Sergio Ramos, el futbolista que más veces se enfundó la camiseta de la selección española, con 180 internacionalidades, por delante de Casillas, con 167. Queda el juicio de la afición.

Hoy, esta noche a las 21:00, habrá lugar para una especie de diligencia previa, permítase el símil judicial, en esa suerte de juicio social al que debe someterse ahora el central de Camas. El Sevilla decidió ayer, horas después del comunicado de los Biris Norte rechazando su fichaje pero prometiendo no insultar ni dejar de animar durante los partidos, que Sergio Ramos tendrá una presentación a lo grande, con toda la pompa que requiere, en este fútbol actual que hace hasta del cierre del mercado un espectáculo televisivo, una figura de su alcance mediático mundial. Será el reencuentro de Sergio Ramos con esa afición que lo reconvino severamente cuando hizo aquel gesto hacia Gol Norte tras su penalti a lo Panenka en el partido de Copa con el Madrid, el 12 de enero de 2017. Aquello dolió a muchos, no sólo a los Biris.

Hasta ayer, la idea del club era que su presentación como nuevo jugador del Sevilla se hiciera según la rutina habitual: en la sala de prensa para atender a las preceptivas preguntas de los medios de comunicación y luego en el césped, en una sesión de fotos cerrada también a los periodistas. Como pasó con Mariano y Soumaré. Pero el deseo del futbolista también ha tenido su peso y el comité de dirección decidió abrir las puertas del Ramón Sánchez-Pizjuán.

En el sevillismo, la sensación que se palpa en la calle, en las conversaciones de cafeterías y bares, en las redes sociales, en las encuestas que los medios de comunicación han aprovechado para realzar su presencia digital preguntando si el personal está a favor o en contra, gana Sergio Ramos. De calle. Pero sigue habiendo muchos sevillistas que no están nada de acuerdo con la vuelta del que siguen considerando el protagonista de la traición que más duele, por realizarla precisamente un hombre de la casa. Y con la camiseta de un archienemigo como el Madrid.

Una parte del sevillismo habrá aceptado pulpo como animal de compañía por la necesidad del equipo, por puro pragmatismo, por el pánico instaurado ante un nuevo coqueteo con el descenso tras lo muchísimo que sufrió la temporada pasada antes del milagro de Mendilibar. Otra parte del sevillismo habrá aceptado de corazón sus disculpas, se habrá compadecido de esas lágrimas con las que Sergio Ramos recordaba las de su abuelo yéndose del estadio entre pitos al mismo nieto al que había llevado de la mano siendo un niño a ver a su Sevilla. Otra parte habrá entendido, en una concepción humana o hasta cristiana del mundo, que todo hombre tiene derecho a una segunda oportunidad.

Y otra parte no le perdonará nunca que, primero, firmara por el Real Madrid en 2005 sobre la bocina y, segundo, que realizara gestos, y no sólo el de aquel 12 de enero de 2017, contra el que debería ser siempre su equipo de cuna, ese del que nadie puede renunciar. Ahí están las incógnitas, tras su reiteración en pedir perdón. Después del parón será el gran reencuentro, el de las emociones del fútbol, en el Sevilla-Las Palmas. Hoy, en cambio, habrá un prólogo para empezar a despejar incógnitas.

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