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Las paradojas de Del Nido en su intento de asaltar la presidencia del Sevilla

Del Nido, entre el abogado Ricardo Astorga y sus hijos Adrián y Miguel Ángel y ante Ángel Delgado.

Del Nido, entre el abogado Ricardo Astorga y sus hijos Adrián y Miguel Ángel y ante Ángel Delgado. / Juan Carlos Muñoz

La paradoja de José María del Nido en realidad es un cúmulo de paradojas. La primera es que no puede votar, según las tesis jurídicas esgrimidas por José Castro, porque él mismo fue el que realizó la agrupación de acciones en 2018, vigente hasta 2024, para introducir a tres representantes en el consejo, de los que sólo conserva a uno. La segunda es que en esta ocasión, con motivo de la Junta General Extraordinaria que él mismo solicitó, ya sí logró aglutinar la representación de una mayoría de acciones que, en circunstancias normales, le habrían dado la presidencia que demanda. Y la tercera, y más llamativa, es que si no lo impide algún juez de aquí a noviembre, seguirá sin sentarse en el sillón que ya le tocaba.

Porque el pacto de gobernabilidad que él mismo hizo firmar a su hijo en su nombre en noviembre de 2019 para llegar a una entente con José Castro, es decir, el pacto de gobernabilidad suscrito, y denunciado por ambas partes también ante los jueces por sus respectivos incumplimientos, incluía el turno pacífico en los dos cargos más elevados del club, cada cuatro años: José Castro sería el presidente y José María del Nido Benavente el vicepresidente primero hasta 2023. Y a raíz de este año llegarían otros cuatro años en el que se permutarían los cargos. Cuando lo firmó, aún estaba inhabilitado y no podía aparecer todavía como administrador de una sociedad mercantil. Pero eso ya lo dejó atrás y él sabía al firmarlo que en noviembre de 2023 ya podría ser presidente.

Pero cambió a la estrategia más agresiva cuando en 2020, meses después de firmar el pacto por la paz –pacto por la pasta lo llamaron los pequeños accionistas–, hizo añicos el acuerdo. Primero, realizando un requerimiento notarial para retirar la representación de sus acciones en la persona de su primogénito. Eso fue en febrero. En julio de 2020 ya rompió con otro requerimiento el pacto, denunciando además que Castro y Del Nido Carrasco habían incumplido algunos extremos económicos del mismo. Todo lo escenificó dejándose grabar aquel vídeo en un chiringuito de playa, justo después de que el Sevilla de Lopetegui se hubiese clasificado como cuarto para la Champions, en aquella Liga suspendida y reiniciada tras el confinamiento, y justo antes de que levantase la sexta Europa League en Colonia.

Entonces abrió la espita de las denuncias, las demandas, incluso las querellas, aunque Castro también denunció la ruptura y el incumplimiento del pacto de gobernabilidad, que incluía los suculentos emolumentos que cobran presidente y vicepresidente, aprobados de forma estatutaria por la Junta de Accionistas de 2019, sobre el 1% de los ingresos totales a repartir entre los miembros del consejo de forma jerárquica.

Un gesto este que auspició el propio Del Nido, quien también estaba detrás de aquellos dividendos aprobados en la misma Junta de 2019, la de la escenificación de la paz social, a 44 euros la acción, pese a que el ejercicio 2019 apenas dejó un superávit de 2,5 millones de euros, inferior al de 2018 (25,7 millones de superávit y pago de dividendos a 15 euros por acción). Aquellos dividendos se pagaron en febrero de 2020, casi al tiempo de su ruptura con su hijo.

Tras su último intento vano de asaltar el poder, presentando una candidatura al consejo con varios familiares -y algunas sociedades tan llamativas como Sí o Sí S.L. o La Deuda es Calderilla, S.L, Dorsales de Leyenda S.L. o Mágico Nervión S.L.-, Gómez Millán, Ángel Delgado y los Americanos -representados por la sociedad Sevillistas Unidos 2020, el nombre más paradójico posible-, le queda al menos saber que muchos accionistas le sindicaron sus acciones para que los representara en la Junta Extraordinaria, accionistas que han virado hacia Del Nido -incluido Monchi- ante la deriva de la última temporada del Sevilla, con tres entrenadores y el milagro de Mendilibar.

Curiosamente, Monchi cedió la representación de su pequeño paquete de acciones a Enrique de la Cerda Cisneros, único miembro del actual consejo fiel a Del Nido, quien en cambio no lo incluyó en su candidatura al consejo: sí estaban su hijo Miguel Ángel, su hermano Óscar y su sobrino Óscar. A no ser que tuviera pensado nombrarlo administrador único de alguna de sus grotescas sociedades. 

Ahora, hasta la próxima Junta General, habrá más actos judiciales, demandas, recursos, querellas... El Sevilla se seguirá desgastando, Castro y Del Nido Carrasco se seguirán desgastando. Y Del Nido también se seguirá desgastando, porque la peculiar candidatura al consejo que presentó el jueves también desgasta... Y todo esto cuando en noviembre ya le iba a tocar el sillón presidencial por el turno pacífico.

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