Sevilla FC | Lucha accionarial

Una obsesión... o dos

José Castro, en la mesa presidencial antes de empezar la Junta Extraordinaria.  A su izquierda, Alberto Pérez Solano, secretario del consejo.

José Castro, en la mesa presidencial antes de empezar la Junta Extraordinaria. A su izquierda, Alberto Pérez Solano, secretario del consejo. / Juan Carlos Muñoz

Ésta es la historia de una obsesión. O de dos. Porque ni uno ni otro se bajan del burro. José María del Nido exhibió más poder que nunca contablizando apoyos –más del 51% del capital representado– para tratar de cambiar el órgano de control del Sevilla, y José Castro sigue firme, pese a la evidencia, en su idea de seguir de pie al frente de la sociedad y que no lo haga el otro. ¿Unos meses más? ¿Años? De nuevo habrá que esperar a lo que dicten los jueces, pues tendrán que decidir si los actuales gestores cometieron un “delito societario” o si su postura –cabe calificarla de igual de obsesiva que el deseo de asaltar el poder de su contrincante– se ajusta a derecho.

La Junta General Extraordinaria de Accionistas que solicitó Del Nido acabó como las dos partes esperaban, puesto que las cartas estaban marcadas, pero deja una reflexión importante con el gran músculo accionarial que desplegó el ex presidente, que acudió a la sala Convenciones del hotel Meliá Lebreros con 46.811 acciones, como quiso recalcar “1.030 acciones más de la mitad más uno de la mayoría del capital social representado”. Éste, pese a la fecha, quedó reflejado en el 88,49%, un total de 91.561 acciones.

Pese a las advertencias del abogado de Del Nido, Ricardo Astorga, y del propio ex presidente, Castro se mantuvo firme en su idea e inhabilitó las más de 31.000 acciones que en su día (en 2018) el letrado sevillano agrupó para conseguir tres consejeros en virtud del derecho de las minorías. El actual máximo mandatario esgrimió varios argumentos para ello, como que la sentencia del número 2 de lo Mercantil que advirtió que se le debería haber permitido el derecho al voto en la última Junta es “declarativa, no es firme y está recurrida”.

Enrique de la Cerda, de pie junto a José María del Nido. Enrique de la Cerda, de pie junto a José María del Nido.

Enrique de la Cerda, de pie junto a José María del Nido. / Juan Carlos Muñoz

Castro y el secretario del consejo, Alberto Pérez Solano, plantearon, sin esas acciones, una votación por cada miembro del consejo salvo los tres agrupados por las minorías. Sólo así podía sacar la votación adelante. Las cifras fueron prácticamente las mismas en las siete. Por citar, la remoción de Castro salía rechazada por el 65,22% de los votos, es decir, 38.952 en contra y 16.164 a favor. La abstención –Accionistas Unidos había anunciado esa posición– se mantenía en torno a las 4.800.

Así que todo acabó ahí. Las advertencias y las nuevas referencias a los tribunales, los “usted no tiene la palabra”, etcétera, era la música que quedaba de fondo.

Sólo por curiosidad, que en el consejo alternativo que proponía el solicitante aparecían muchos Del Nidos. Miguel Ángel, Óscar, otro Óscar..., hijo, hermano y sobrino de José María. Éste sabía qué guión seguir y qué guión iba a encontrar. Y Castro, pues lo mismo.

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