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Quique y el Sevilla: primero la salvación, luego...

Quique, Víctor Orta y José María del Nido Carrasco, en la ciudad deportiva.

Quique, Víctor Orta y José María del Nido Carrasco, en la ciudad deportiva. / Juan Carlos Muñoz

Nueve partidos, 27 puntos, seis de ventaja sobre un Cádiz que debe visitar el Ramón Sánchez-Pizjuán, dos salidas consecutivas entre parón y parón, el de selecciones y el de la final de la Copa del Rey que se disputará en el Estadio de la Cartuja el 6 de abril... Queda mucho tiempo para rumiar con dolor la situación de marasmo en la que se halla metido el Sevilla después del clarísimo paso atrás que dio el equipo dejándose empatar en Almería primero y dejándose remontar en casa después. Y en el epicentro de la incertidumbre, la figura de Quique Sánchez Flores.

Marzo está siendo el mes de la penitencia del técnico madrileño después de que febrero lo concluyera con su imagen solidificada tras los trinfos en Vallecas y sobre el Atlético de Madrid y la Real Sociedad. De pronto, el Sevilla respondía como un equipo sólido y con pegada, con Kike Salas e Isaac como estandartes de su obligada reacción de pura necesidad. Ahí empezó a especularse con las condiciones de la continuidad que firmó Quique con el comité de dirección del Sevilla cuando relevó a Diego Alonso, justo antes de ser presentado como técnico nervionense el 18 de diciembre, día de la Esperanza. Pero aquella esperanza se ha ido diluyendo pese a ese tramo en el que pareció asir el sueño que confesó cuando fue presentado, el de sentarse en el banquillo de un Ramón Sánchez-Pizjuán que admiraba desde sus tiempos mozos en el Colegio Portaceli.

Ahora, todo está enfocado hacia la salvación. Sin embargo, sí llama la atención que justo después del triunfo sobre la Real Sociedad y cuando estaba en su mejor momento ante la opinión pública sevillista, en la cresta de la ola, se desvelara que la cláusula para la renovación automática de su contrato -fue presentado por el club como entrenador por temporada y media, hasta 2025- era que dejara al equipo entre los 10 primeros. ¿Había necesidad de ello o era un globo sonda del club para medir la opinión del sevillismo o para advertir de que su continuidad no estaba garantizada con la permanencia, como se había especulado? Fue una señal de disensión.

No fue la única. Cada vez hay más señales de separación, pese a que José María del Nido Carrasco lo ha defendido a capa y espada más de una vez, la última en la pasada Junta Extraordinaria: “Confío en Quique al cien por cien y también en la plantilla, tenemos el mejor cuerpo técnico. Ahora Getafe, Getafe y Getafe”, dijo. Lógico. Como también fue lógico que saliera al quite tras su duro enfrentamiento con En-Nesyri, el mayor valor de mercado del Sevilla. “Lo que pasó entre Quique y Youssef son cosas naturales que pasan, es un pique que siempre queda en el vestuario, como debe ser. Soy un gestor del vestuario y eso pasa a veces y queda ahí”, afirmó.

Pero, como ocurrió cuando Fernando afeó a José Luis Mendilibar que lo cambiara en la primera parte contra el Rayo, horas antes de su destitución, fue un claro indicio de disensión o de incapacidad de gestionar con firmeza y sin esos aspavientos que él cuestionó en su jugador un vestuario muy complicado en un contexto difícil. Una señal de las que captan los gestores como que algo no va bien. Quique y En-Nesyri se reencontrarán para salvar al Sevilla, claro. Pero lo que puede que no haya es reencuentro de buenas sensaciones entre el técnico y el comité de dirección. Primero, la salvación; luego...

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