Sevilla FC - Real Sociedad

Y el Ramón Sánchez-Pizjuán, hecho unos zorros

  • El Sevilla sólo hará bueno el punto del derbi si es capaz de vencer de una vez en Nervión en su séptima comparecencia de la Liga

  • La inminencia del Mundial, ese factor principal para más de un jugador hoy

Los defensas Kike Salas y Nianzou, a la derecha, en un entrenamiento del Sevilla.

Los defensas Kike Salas y Nianzou, a la derecha, en un entrenamiento del Sevilla. / Juan Carlos Vázquez

El valor del punto que el Sevilla cosechó en su ardorosa visita al Benito Villamarín quedará fijado hoy, al filo de las nueve de la noche, cuando el madrileño Carlos del Cerro Grande dé los tres pitidos de rigor y el partido acabe en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Si el equipo de Jorge Sampaoli es capaz de derrotar a la Real Sociedad, el empate en casa del vecino será mucho más apreciable que si los vascos pescan en Nervión. Incluso un empate sabría a pura hiel para el sevillismo, que comprueba atónito cómo la escuadra que defiende su escudo no ha sido capaz de ganar un solo encuentro como local en esta Liga tan atravesada y desagradable para ella.

Ya desfilaron por el antes considerado “feudo inexpugnable” el Valladolid (1-1), el Barcelona (0-3), el Atlético de Madrid (0-2), el Athletic (1-1), el Valencia (1-1) y el Rayo Vallecano (0-1). Y tres puntitos de dieciocho posibles. Tres golitos marcados. Tres decepciones con Julen Lopetegui y otras tres con Jorge Sampaoli, quien apenas ha cambiado la suerte de un equipo desnortado y que padece una presión cada vez más insoportable en casa.

La última vez que saltó a la hierba nervionense, lo hizo con la necesidad de ganar como fuera al Rayo Vallecano, un equipo que no se tiene por uno de los mejores de Primera, por mucho que acabe de derrotar al Real Madrid y que su campeonato sea admirable de la mano de Iraola. Y los sevillistas dieron otra lacerante muestra de impotencia para caer con justicia y verse de nuevo enfangados en la zona de descenso. Sampaoli no da con la tecla. Ante el equipo del sur de Madrid volvió a fracasar ese sistema con el falso nueve que tan poca pólvora produjo.

Dos semanas después, el Sevilla retorna fuera de los puestos de descenso, pero empatado con el Celta, decimoctavo, con 11 puntos. Con lo que derrotar a la Real se antoja primordial para irse al parón de un mes y medio largo sin esa tortura mental de verse entre los tres últimos.

No ganar al competitivo equipo txuri urdin también llevaría a un escenario inédito y ciertamente ominoso: el equipo sevillista llegaría al salto del año natural sin haber regalado una sola victoria liguera a los suyos, ya que el 31 de diciembre, día en que se retoma la Liga después del Mundial de Catar, el equipo de Sampaoli rendirá visita a un Celta que ahora mismo es rival directo por huir de la quema.

El gran reto de Sampaoli es dotar al juego del Sevilla de un mayor dinamismo, verticalidad y llegada. Ante el Athletic, en su estreno, lo hizo en una engañosa puesta en escena sin continuidad. Luego, ante el Borussia Dortmund lo hizo a ratos, pero poco más.

En el derbi, las meteduras de pata de Fekir y Borja Iglesias, tras la de Montiel, le puso el partido en la mano a los de rojo, pero cantó la gallina ante un rival con sólo ocho jugadores de campo. Todo se redujo a centros laterales a lo que saliera y a los zambombazos de Gudelj. Ni Rakitic, ni Papu ni nadie movió de verdad al Betis para que los espacios aparecieran y aprovechar la superioridad numérica y el desgaste del de enfrente.

Es alarmante el bajo nivel de los delanteros. Se volvió a ver en el Benito Villamarín. Rafa Mir remató a puerta vacía con su pierna mala como si se tratara de un balón medicinal; En-Nesyri cabeceó en una ocasión ideal y fue más despeje que remate; y lo de Dolberg... en 20 minutos, tuvo el mismo protagonismo en el terreno de juego que los periquitos que lo riegan. Ni la tocó.

Hoy se verá si Nianzou y Fernando, ya trabajando con el grupo, entran definitivamente en la lista para jugar al menos unos minutos. Acuña y el Papu no se ejercitaron ayer, no se sabe si por molestias en el Catar. La inminencia del Mundial y el riesgo de perdérselo con un percance que no tiene ni que ser grave va a flotar como una nube tóxica esta tarde. Como si al cargado ambiente le hiciera falta.

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