La versatilidad táctica como virtud añadida de Almeyda

La ductilidad estratégica de Almeyda lo llevó a realizar una vuelta al inicial 4-3-3 que bloqueó el juego del Barcelona: la intensidad sella la identificación entre equipo y afición

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Matías Almeyda sigue el Sevilla-Barcelona muy concentrado y en cuclillas.
Matías Almeyda sigue el Sevilla-Barcelona muy concentrado y en cuclillas. / Antonio Pizarro

Entre las variadas virtudes que está exponiendo Matías Almeyda en su irrupción como entrenador debutante en la Liga no se puede obviar su versatilidad táctica. El entrenador argentino ha logrado en ocho jornadas hitos que hace apenas unos meses parecían quiméricos. Su concepción grupal del fútbol en los planes de partido y la gestión de la plantilla haciendo jugar a 28 jugadores y recuperando a algunos que parecían más que amortizados; haber colocado en puesto europeo al Sevilla después de tres años y medio; hacer debutar a los siete fichajes de este verano; y sobre todo la identificación que ha logrado de su equipo con su ideario y de la afición con el equipo. Esto último terminó de certificarse con el rotundo triunfo sobre el Barcelona.

A 33 grados de temperatura por las veleidades caprichosas de los programadores televisivos, con la aquiescencia de Javier Tebas, el Sevilla coció al Barça de Hansi Flick en comunión con una grada entregada. Pero para llegar a esa casi olvidada comunión fue necesaria la intercesión de la ductilidad estratégica de Almeyda, que ha demostrado que no es un técnico dogmático, ni mucho menos. Hasta ahora cumple su palabra y él ya había advertido de que venía modificando su dibujo y el plan de partido en función del rival.

El viraje a zaga de tres contra el Elche

Porque el rival también cuenta. Y frente al Barcelona regresó al inicial 4-3-3 pese a que cuando mejor ha desarrollado su juego su Sevilla ha sido con las variantes de la zaga de tres, ya fuera sobre un 5-3-2, como en la primera prueba de este sistema contra el Elche -con Alfon de sacrificado carrilero ya que Suazo volvió tarde de Chile tras el anterior parón-, el 5-2-3 triunfal de Mendizorroza o el 3-4-3 contra el Villarreal.

Esa variedad táctica no sólo se ha desarrollado de un partido a otro. Dentro de un mismo encuentro ha realizado variaciones como la que ordenó mediada la primera parte frente al Villarreal al percibir el daño que estaba haciendo el equipo de Marcelino con balones largos a las espaldas de los dos carrileros. Desplazó a Azpilicuenta al lateral derecho, a Juanlu al extremo derecho y a Januzaj a la mediapunta para hacerse con las riendas del juego. Luego llegó el cúmulo de factores negativos en forma de fatiga y lesiones como pasó con Rubén Vargas o el pinchazo de Nianzou con los cambios hechos y el Sevilla pagó con derrota el exceso de rotaciones y la precipitación en los cambios.

Modificaciones en función del rival

En ese encuentro el sevillismo ya se entregó a su ideario pese a que medió una decepcionante derrota. Almeyda no pudo confirmar aún la mejoría mostrada fuera de casa al calor de los suyos. Hubo de esperar a la gran epifanía frente al Barcelona para que la resonancia del logro fuera internacional.

Los comportamientos los hemos cambiado con los rivales. Hemos modificado sistemas y vamos en busca de esa regularidad pero a la vez no podemos descuidar el resultado”, dijo en sus valoraciones previas al encuentro con el gigante azulgrana. Dicho y hecho, pese a que ganó en Vallecas con un 5-2-3. Ya se veía venir que ante la baja de Nianzou quizá sería arriesgado situar en el eje de la zaga de tres a Castrín o a Cardoso, que había debutado en Vallecas, ante el poderío ofensivo del Barça.

La irrupción de Sow en el 4-3-3

Pero sobre todo también se intuía que para bloquear hasta cortocircuitar el juego de circulación y profundidad del centro del campo azulgrana había que reforzar la medular. Y así lo hizo introduciendo a Sow por delante de Mendy y Agoumé, sobre una zaga de cuatro en la que Carmona, más que Suazo, era el lateral que más se soltó en ataque. El resultado ha dado la vuelta al mundo.

Con esa intensidad y ese juego a los espacios, con presión alta sin balón y verticalidad con balón, el Sevilla pudo hacerle una goleada histórica al Barcelona ya en la primera parte. Y el Barça encajó la mayor goleada de la era Flick. Gracias a la versatilidad táctica de Almeyda.

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