Roca Rey da un golpe de autoridad en Bilbao
CORRIDAS GENERALES
El paladín peruano, que cortó tres orejas, abrió la puerta grande con rotundidad después de llenar el coso del Bocho
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Roca Rey, que cortó tres orejas, dio un golpe de autoridad al imponerse con gran firmeza y poder a dos muy exigentes toros de Victoriano del Río, por lo que salió a hombros con la mejor entrada de los últimos años, a falta de apenas unos mil espectadores para el “no hay billetes”, desmintiendo la pretendida pérdida de interés por los toros en una ciudad que ayer se volcó al reclamo, indiscutible, de la figura sudamericana.
Sabiéndose el centro de atención de la tarde y en una temporada con mucho menos brillo que las anteriores, Roca salió con una absoluta determinación de triunfo, en un intento de reivindicar su primacía y despejar muchas dudas.
Se plantó en los medios para abrirle faena con unos apuradísimos pases cambiados a su primero, que salió del peto con una áspera brusquedad que mantuvo durante la mayor parte de un trasteo realmente meritorio del de Lima, que, molesto por el viento, nunca cedió un ápice de terreno.
Firmísimo de plantas, Roca aguantó cada una de las fuertes, secas y ceñidas arrancadas del toro en series de pases por ambas manos en las que se fue imponiendo cada vez con mayor ligazón y trazo, sin recurrir a más alardes que unas muy ajustadas bernadinas de remate sin sus habituales efectismos finales.
Como además se volcó en la estocada, que quedó algo desprendida, se le pidieron con mucha fuerza las dos orejas que la presidencia dejó en la mitad. Pero ese segundo trofeo que mereció con creces lo iba a pasear Roca del quinto, no menos exigente, aunque acabó entregándose y descolgando su cuello.
Con dos aparatosos pitones obligó al peruano, con su intempestiva salida, a echar cuerpo a tierra en un no menos apurado saludo a portagayola del que el torero pareció salir lesionado en un tobillo, ya que estuvo cojeando durante el resto de un trasteo que volvió a poner en pie los tendidos de Vista Alegre.
Esta vez los pases cambiados de apertura los pegó de rodillas, también en los medios, para disponerse después, tanda a tanda, a llevar cada vez más podido, y mejor con los vuelos de la muleta a ras de arena, a un toro que, así sí, acabó entregándose y embistiendo con profundidad, a costa evidentemente de esa recíproca entrega del peruano, que se basó de nuevo en lo más fundamental del toreo.
Y, esta vez, tras otro gran espadazo, el presidente no tuvo reparos en sacar a la vez los dos pañuelos blancos que hacían justicia a la rotunda tarde de Roca Rey, además del azul para la vuelta al ruedo del único toro realmente bravo de una tarde que devolvió a Bilbao la alegría y la emoción de las mejores épocas.
Porque de los otros cuatro astados hubo poco que sacar, sólo la nobleza sin fondo y con unas justas fuerzas del montado tercero, al que Pablo Aguado trató con mucho temple, y con una acertada graduación de tiempos y espacios, para sacarle algunos buenos muletazos por ambas manos y adornos no menos vistosos, solo que sin la emoción necesaria, a falta de mayor entidad del enemigo, para que la petición de oreja que tuvo hubiera tenido más entidad.
Ya el sexto fue un toro también cornalón que se desfondó y buscó pronto las tablas, donde Aguado tardó en matarlo, mientras que el lote de Juan Ortega se compuso de un primero larguísimo de lomo que se afligió en los primeros muletazos por bajo hasta acabar rajándose y un cuarto que no paró de agitar con genio descompuesto sus astifinas defensas, y que el otro sevillano del cartel se quitó pronto de en medio con un feo sartenazo.
FICHA DEL FESTEJO
TOROS: Seis de Victoriano del Río, muy desiguales tanto en presentación como en juego. Con dispares alzadas, volúmenes y cuajo, todos bien armados, los hubo muy medidos de raza y de fuerzas, alguno manejable, como el tercero, y también muy exigentes, por su brusquedad, como el segundo, y por su enrazada entrega, como el quinto, premiado con la vuelta al ruedo.
TOREROS: Juan Ortega, de verde hoja y oro: pinchazo, pinchazo hondo y estocada delantera caída (silencio); bajonazo (silencio).
Roca Rey, de tabaco y oro: desprendida (oreja con fuerte petición de otra tras aviso); estocada (dos orejas). Salió a hombros.
Pablo Aguado, de corinto y azabache: caída perpendicular (vuelta tras petición); pinchazo, media atravesada y once descabellos (silencio tras aviso).
INCIDENCIAS: Saludaron Viruta, Fernando Sánchez, Sánchez Araujo e Iván García, que clavó dos soberbios pares y destacó en la brega. Y de los picadores, brilló la efectividad de Salvador Núñez con el tercero. Casi lleno, nubes, claros y algo de aire.
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