18 años después de la Expo

En la simbólica mayoría de edad de la Exposición Universal, Sevilla se descubre a sí misma en una Feria de Abril que se inició marcada por la huelga de autobuses y la incertidumbre de la climatología

Cartel de servicios mínimos en un autobús que llegaba ayer por la tarde hasta la portada.
Francisco Correal

20 de abril 2010 - 01:00

Hoy llega a su mayoría de edad. Fue la Feria más larga de la ciudad, casi medio año de festejos. 18 años después, la Feria de Abril se inaugura el mismo día que lo hizo la Exposición Universal. Más de mil pabellones a los que ayer acudía la gente en un magnífico compendio social, un lunes vestido de domingo en el que se mezclaban el glamour del Maestranza (collares, mantones de Manila) con el del Charco la Pava, más cerca de los dominios de Pellón.

C4. 6. B5. A2. Líneas de autobús de una parada cualquiera. Acertijo de una huelga en la que no median reivindicaciones económicas sino temores de futuro. Horizontes lejanos. Los vehículos llevaban el cartel de Servicios Mínimos. En las horas previas al pescaíto, no hubo trauma de transportes. Parecía más una huelga de viajeros que de autobuses.

En el crepúsculo, un camarero bailaba sevillanas en la caseta de Tussam, completamente vacía. Fue víspera de recepciones. El que fuera alcalde de Triana, Paco Arcas, volvía con "mis senadores" por la calle Asunción. "Hemos estado con Susana Díaz y con Pepe Caballos". Los de la Cartuja no es caseta alusiva a la Expo, sino a la fábrica de cerámica que fundó Pickman en 1841.

Muchas casetas tienen en el rótulo una sinopsis de su historia. Los del Prao y una fecha: 1973. El año del traslado, cuando el único caballista que permaneció en el Prado de San Sebastián fue el Cid Campeador. Calle Juan Belmonte. Junto a la caseta del Callejón del Vino suena Dire Straits. Cajasol no se fusiona con el Centro Asturiano porque los separa la caseta El Agua. En la entidad bancaria que preside Antonio Pulido las sevillanas juegan a las tres en raya: Un pino, dos pinos, tres pinos, la Raya Real.

Las suscribiría Adelita Domingo. La maestra de tonadilleras que nació en el teatro San Fernando se ha tomado una copita en la caseta de la UGT. "He hecho más Rocíos que Ferias", dice la madrina de tantas artistas. La acompaña por Antonio Bienvenida el ugetista Pepe Salas. A su lado, un retén de bomberos. Están de guardia hasta las diez de la mañana.

La Policía Local había acordonado parte de la calle Juan Belmonte a la altura de la caseta del Partido Andalucista. Un enjambre de abejas se estableció en la rama de un álamo blanco. "Llegó la reina y allí se han quedado las demás", dice alguien versado en apicultura. "Yo esperando el carruaje para ver a la Reina y resulta que es la reina de las abejas", dice la mujer que acompaña a un hombre experto en álamos blancos.

Un hombre de acento extranjero ataviado de cocinero pide por el móvil la comanda para la caseta del Círculo Mercantil e Industrial, una de las mayores de la Feria. "...morcilla de arroz, chorizo picante, puntillistas, treinta cajas de croquestas, vino de vinagre, arroz Brillante, filetes de bacalao...". Los camareros se disponen como en una orquesta.

Cada caseta es un escenario. Hay corrales de vecinos, proscenios de la Fenice veneciana y simulacros del teatro Negro de Praga. Se podría organizar un concurso sobre colocación de servilletas en los vasos: las hay triangulares, salomónicas, cilíndricas y las típicas servilletas de papel, para qué complicarse la vida.

Todos esperando a Merimée y apareció Stendhal. Rojo y negro en la portada de Feria en las horas previas al alumbrado. Las azafatas de La Guita lucían uniformes negros. Las de Tío Pepe, vestidos rojos. Todas, con sombreros de ala ancha como el que preside la Puerta del Sol cada vez que España se toma las uvas. Parecían dispuestas a un torneo medieval y vinatero. Hay casetas que tienen su propio venenciador. Que no les falté de .

El ex fiscal Alfredo Flores volvía de los toros. "Mucho arte desparramado". Tarde de toros. Noche por las calles de toreros, donde Ignacio Sánchez Mejías desemboca en Curro Romero. Luis Olivencia camina por la Avenida de la Constitución. Su padre, el catedrático de Derecho Administrativo Manuel Olivencia, fue el comisario de la Expo nombrado por su antiguo alumno Felipe González Márquez, que después lo relevó. "No lo invitaron al acto inaugural. Lo vería en casa por televisión", recuerda su hijo 18 años después de aquel certamen que popularizó el móvil que ya es como la tercera castañuela, un catavinos de sequía, el intruso por antonomasia.

Aquel 20 de abril de 1992 era alcalde de Sevilla Alejandro Rojas-Marcos. 18 años después, el Partido Andalucista no tiene representación en el Ayuntamiento ni en el Parlamento de Andalucía. Sólo tiene una caseta de Feria que ayer estaba rodeada por un enjambre de abejas. Un viaje a la Alcarria del tiempo, como si la Caja de Guadalajara recién fusionada con Cajasol, un pino, dos pinos, tres pinos, la Raya Real, hubiera mandado a su comitiva de embajadoras. Panal Sur.

18 años después de la Expo, Sevilla volvía a descubrirse a sí misma. Con servicios mínimos de farolillos y un avión despegando en un cielo de bombillas.

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