Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
John Amos
Apenas cuatro jornadas de Liga consumidas, tres en el caso del Betis y el Getafe, y el tedioso parón de cada septiembre ya nos obliga a ir sacando conclusiones. Como los narradores de la tele moderna, que sacan conclusiones de los partidos cada cinco minutos: “El Sevilla atraviesa ahora una fase (de cinco minutos, sí) en la que ha cedido el dominio al Girona...”.
Sacar ya conclusiones son ganas de errar con el paso del tiempo. Pero vivimos del corto plazo. Y cada vez más: consume mucho, consume rápido.
¿Y qué asoma por Nervión tras cuatro partidos? Pues más allá de la grada de Fondo asoman las mismas orejas negras y picudas de los dos años precedentes. ¿Y sobre lo que los cúrsiles llaman ahora “el verde”? Ahí comparece un equipo trabajado con cierta agudeza por su entrenador, pero sin la virtud fundamental. Si para el soldado o el toreo esa virtud es el valor, para el futbolista lo es la competitividad. Y este Sevilla no da por ahora muestras de serlo. Ni le sobra la calidad, ni el carácter, ni el físico para aguantar firme los 90 minutos o para salvar la lacra de las lesiones en el día a día. El Sevilla que ha salido de la sesera de Orta es un equipo invertebrado, donde se echan en falta a esos líderes que arengan y que abroncan. Y con un patrón en el que algunos de los que se quedaron no encajan: Isaac necesita otro punta al lado. Pavor.
El Betis ofrece menos espacio para el análisis. La salida al Bernabéu siempre se toma como un peaje obligado y sólo ha jugado otros dos partidos. A vuelapluma, parece que no ha perdido nivel en el eje de la defensa, pero otra historia son los flancos y esa clave de bóveda que suponía Guido por delante. A ver Marc, Johnny y Altimira, pues William siempre será un verso suelto. Con la pelota, la recaída de Isco traslada al Betis a otro tablero de juego con más trampas y dos enormes incógnitas: ¿Lo Celso y Vitor Roque llenarán tanto vacío? Por lo pronto, no me sale nadie que haga lo que Ayoze.
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